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En la nación del Rey Midas

Eduardo Mora Tavares Enviado | El Universal
Domingo 26 de enero de 2014

Video. La pequeña nación de 3.3 millones de habitantes y un área de apenas 17 mil 818 kilómetros cuadrados, tiene las sextas reservas petroleras del mundo y dispone de los llamados fondos soberanos, unos 300 mil millones de dólares

En la nacin del <i>Rey Midas</i>

TRADICIÓN. Los antiguos beduinos del desierto son ahora transeúntes urbanos. (Foto: )


Video. Kuwait, la nación de 3 millones de habitantes del Rey Midas

El joven Estado árabe del golfo es como un gran bazar, con una enorme riqueza petrolera, escasa población y muchísimos trabajadores inmigrantes que hacen las labores duras

eduardo.mora@eluniversal.com.mx 

PEQUEÑO GIGANTE
Mapa

KUWAIT.— Desde una esquina puede verse el viejo y nuevo Kuwait: un edificio de dos o tres plantas que recuerda la era colonial británica, de color ocre claro, con cables de electricidad cruzando sus muros y, al fondo, en la distancia, como un espejismo, la torre de concreto y cristal, altísima, un signo de riqueza y poder material.

Es un país joven que obtuvo su independencia en 1961, pero su historia va más allá. En 1990 fue escenario de una cruenta invasión de las tropas del líder iraquí Saddam Hussein y, en 1991, de una guerra de liberación encabezada por Estados Unidos. Pero esa historia ya parece distante y en la ciudad no se perciben huellas de traumas bélicos ni de pobreza. Si acaso, un hombre mayor lisiado que pide limosna en una calle aledaña al bazar, el único mendigo en kilómetros a la redonda.

Cinco días, dedicados en su mayor parte a atender una cumbre internacional de donantes para los refugiados sirios, apenas permiten tener algunas vivencias y registrar estampas casi postales de esta nación en la orilla del golfo Árabe o Pérsico, con tan pocos habitantes (3.3 millones), de los cuales la mayoría (2.2 millones) son inmigrantes pobres, provenientes de países asiáticos como India, Paquistán, Sri Lanka, Filipinas, Nepal y Bangladesh, según estadísticas kuwaitíes.

“Este país es extremadamente rico. Los kuwaitíes trabajan poco, cuando lo hacen. Y tienen muchos beneficios sociales y económicos asegurados por el Estado”, dice un periodista sudamericano que tiene casi cuatro décadas de residir aquí. “Los kuwaitíes pueden librarse fácilmente de sus deudas, gracias al apoyo del gobierno, pero los inmigrantes prácticamente no tienen derechos”, se queja.

Los inmigrantes se encargan casi de todo: son choferes, nanas, meseros, albañiles. Todo sin obtener el derecho de convertirse en kuwaitíes. Por ello, en diciembre pasado, Human Rights Watch (HRW) exhortó a los países del Consejo de Cooperación del Golfo, que incluye a Kuwait, Arabia Saudita, Bahrein, Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Omán, a “reconocer el papel fundamental de los trabajadores en sus economías y adoptar medidas para garantizar que sus derechos sean plenamente respetados”.

Brad Adams, director del Programa Regional para Asia de HRW, propuso a los gobiernos de Asia meridional “unir sus fuerzas... para poner fin a los terribles abusos contra los trabajadores migrantes que han ido demasiado lejos”. Estos abusos son psicológicos, físicos, sexuales, además de que a los inmigrantes se les restringen los movimientos y se les confisca el pasaporte, según el estudio “Walls at Every Turn. Abuse of Migrant Domestic Workers through Kuwait’s Sponsorship System”, elaborado por HRW en 2010. Hay además, al menos 105 mil 702 personas sin patria en Kuwait, conocidas como “Bidun”, según un nuevo reporte de la organización humanitaria de este año.

Las mujeres, "verdaderas reinas"

No sólo preocupa la situación de los trabajadores extranjeros. También se cuestiona la situación de inequidad de las mujeres, aunque aquí las opiniones son encontradas y algunos sostienen que en realidad están muy bien. Un funcionario kuwaití cuyo nombre se omite asegura que las mujeres kuwaitíes son “verdaderas reinas: no trabajan, se la viven en tiendas, tienen nanas para los niños, a veces una por cada niño, y pueden manejar pero no necesitan hacerlo. No siempre usan el velo, no es obligatorio hacerlo”.

Una edecán de la cumbre de donantes, quien también omite su nombre, explica que las mujeres están muy bien en Kuwait aunque ella, que vivió en el extranjero, dice que ya no se sentiría bien si volviese a un rol tradicional de mujer subordinada. El funcionario kuwaití jura que su mujer “jamás entra a la cocina”.

Hasta mayo de 2005 las mujeres kuwaitíes obtuvieron el derecho al voto y a ocupar cargos públicos. En las elecciones celebradas en 2013 sólo dos mujeres lograron acceder al Parlamento de 50 escaños, una menos que en 2012. En el gabinete de 10 miembros designado en diciembre pasado figura sólo una mujer, Amani Buresli, ministra de Comercio, Industria y Desarrollo.

Aunque las mujeres ya pueden aspirar a ser jueces, siguen encarando, según HRW, “discriminación” en muchos otros aspectos. “Kuwait no tiene leyes que prohíban la violencia doméstica, el acoso sexual o la violación marital... las mujeres kuwaitíes casadas con no kuwaitíes no puede dar a sus cónyuges o hijos la nacionalidad kuwaití. Una mujer kuwaití no puede casarse con la pareja de su elección sin el permiso de su padre”, detalla HRW en su informe 2014.

Lo cierto es que en los pasillos y elevadores de un gran hotel aparecieron mujeres con atuendos lujosos, con escotes y pedrerías, al más puro estilo occidental, que asistían probablemente a una fiesta privada. Una colega notó con ironía que, en público, las mujeres, cubiertas con la túnica sólo pueden presumir las bolsas. Todas de grandes marcas, todas caras. En los malls, en efecto, son los clientes por excelencia. Pueden ir de compras conducidas por sus choferes asiáticos o llegar conduciendo su propio vehículo, como una adolescente que manejaba una camioneta Porsche Cayenne en la entrada del imponente centro comercial 360.

El valor de los "fondos soberanos"

El periodista sudamericano explica el origen de la riqueza de Kuwait: “El petróleo. El país tiene las sextas reservas mundiales de crudo”. Un diplomático de un país latinoamericano destaca otra fortuna: los llamados “fondos soberanos”, cerca de 300 mil millones de dólares, producto de la renta petrolera y sus inversiones, administrados por la Kuwait Investment Authority (KIA). Kuwait tiene un PIB de 160.9 mil millones de dólares.

Un país con tanto dinero se puede divertir con un festival de esculturas de arena a un costo de tres millones de dólares, campings familiares en el desierto en súper tiendas de campaña con pisos de mármol y wifi y centros comerciales con esculturas de un millón de dólares. Esta nación tiene uno de los centros comerciales más grandes del mundo, el Avenues, con más de 800 tiendas.

Pero la edificación del nuevo Kuwait lleno de prosperidad y opulencia no desaparece al viejo, aunque las construcciones empujan a la nada el orden del pasado. Eso se percibe en los alrededores del bazar: un lugar colorido, cargado de aromas y concurrido a determinadas horas en su babel de ofertas.

En muchos puestos hay banderas kuwaitíes o retratos de la familia gobernante Al Sabah. El olor del pescado, de los corderos destazados, de las especias, de los perfumes naturales le dan un toque exótico. Los diversos objetos, como teteras y lámparas maravillosas, también. Y como en todos los mercados populares de la era global, en este de Kuwait aparecen los recipientes de plástico.

Una visita rápida al museo nacional muestra una historia noble pero precaria. No hay mucho que enseñar o contar. El pasado es un relato de la vida de los beduinos en dioramas con figuras de tamaño natural. Los oficios, la escuela, el hogar. Estampas que recuerdan los cuentos de Las Mil y Una Noches.

Esa cultura milenaria tiene hoy otros valores. Las Mil y Una Noches son recreadas este invierno con unas majestuosas esculturas de arena moldeadas por artistas internacionales; un supermercado exhibe una colección de Corvettes y Camaros, rugiendo con los motores encendidos; los jóvenes lucen sus camionetas todo terreno y motocicletas de alta cilindrada en las amplias avenidas.

Alcohol no hay. Al llegar a Kuwait el enviado fue retenido en el aeropuerto porque un enjuague bucal parecía una botella de alcohol. Tras explicar que era otra cosa, pudo pasar. La salida del país es más espectacular, con un conductor que suelta el volante a 100 millas por hora, en medio de la lluvia, para seguir el ritmo de la música disco kuwaití.

Queda atrás el inmenso palacio donde se celebró la conferencia internacional, donde las llaves de los lavabos, en los lujosos sanitarios de mármol, son doradas con un brillo que hacía pensar en el oro de verdad. Kuwait es como la nación del mítico rey Midas que convertía en oro todo lo que tocaba, claro que uno generoso capaz de donar, en un año, mil millones de dólares a las víctimas del conflicto en Siria.



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