DONETSK, Ucrania.— Para los separatistas del este de Ucrania el referéndum independentista de ayer ha sido una fiesta. El gobierno de Kiev lo considera sin embargo una campaña “para ocultar crímenes”, aunque no pudo hacer nada para evitarlo.

Los activistas prorrusos votaron ayer vestidos de camuflaje y portando sus Kalashnikov al hombro. Por todas partes había urnas transparentes, incluso al aire libre. En ellas, la bandera de la autoproclamada “República Popular de Donetsk” tapaba a la ucraniana.

Todo parecía improvisado. Y no es de extrañar, ya que los separatistas prepararon a toda prisa su referéndum, que no reconoce gran parte de la comunidad internacional. Apenas tienen infraestructuras y los registros electorales son de 2012, como reconoció el “presidente de la junta electoral” de la “República de Donetsk”, Roman Liaguin. Tampoco ayuda la “operación antiterrorista” lanzada por el gobierno de Kiev.

A pesar de todo, los separatistas aseguran que 80% de los locales electorales abrió sus puertas.

Sin embargo, la prensa cercana a Kiev asegura que en muchos lugares era imposible votar. En Mariupol, en el sureste del país, habría tan sólo cuatro centros de votación para más de 200 mil personas. Parte de los votantes rellenaba las papeletas sobre las propias urnas y la puerta parecía abierta para que se dieran casos de fraude electoral.

Con todo, una mujer embarazada se santiguaba antes de entregar su voto. “Mi hijo crecerá en una nueva república”, afirmaba sonriente ante las cámaras. Alrededor, varias personas enseñaban sus documentos de identidad ucranianos, para demostrar que no eran provocadores rusos.

“El fascismo no tiene aquí ninguna posibilidad”, declaró un hombre.

El gobierno central ya perdió el control en muchos lugares. Por ejemplo la ciudad de Luhansk, de más de 420 mil habitantes, está en manos de los separatistas armados desde hace tiempo. Los prorrusos patrullan las calles en coches civiles y los defensores de los derechos humanos denuncian sus actos violentos y arbitrarios. Quien se manifiesta abiertamente en contra de las nuevas autoridades o a favor de la unidad de Ucrania corre peligro.

Los separatistas y el gobierno de Moscú niegan que el Kremlin esté detrás de las “Repúblicas Populares”. Para el autoproclamado “gobernador popular” Pavel Gubarev esto solamente es el primer paso.

Él sueña con establecer un nuevo estado en el sureste de Ucrania: Novorossiya. O lo que es lo mismo, la Nueva Rusia.