WASHINGTON .— Nunca antes en la historia de la aviación internacional, el misterio que acompaña estos días al “avión fantasma” de Malaysia Airlines había disparado las más descabelladas teorías sobre el destino final de un aeronave de pasajeros, ni una colaboración sin precedentes que hoy eleva a 14 el número de naciones para despejar las muchas dudas y especulaciones que van desde un accidente, hasta un atentado terrorista.

Precisamente, la posibilidad de un atentado terrorista ha obligado a Estados Unidos a solicitar al gobierno de Malasia una mayor intervención en las pesquisas.

Tras unos primeros días dominados por la confusión, al final la petición de EU fue aceptada por un gobierno que vivió una semana de intensas presiones de familiares de las 239 víctimas que viajaban a bordo del vuelo 370 y de gobiernos que, poco a poco, han comenzado a encajar las piezas de un rompecabezas que hoy se arma bajo la tesis del secuestro o de un derribamiento intencionado.

“Aunque aún es un misterio por resolver, la única certeza que tenemos es que no se ha tratado de un accidente. Ha sido algo intencional”, aseguró el fin de semana el presidente del comité de seguridad nacional de la Cámara de Representantes, Michael McCaul.

“Y a pesar de que aún no tenemos evidencias, tampoco podemos descartar un atentado terrorista”, añadió McCaul en medio de una frenética carrera contra reloj para determinar el destino de una aeronave que hoy es rastreada desde las aguas del Océano Índico hasta las cumbres del Himalaya y las costas de Australia.

Entre las preocupaciones que atañen a Estados Unidos, está la posibilidad de que el Boeing 777, que se ha convertido en un avión fantasma, no se encuentre en el fondo del mar tras su derribamiento. Lo que más inquieta es la eventualidad de que ese avión reaparezca convertido en un misil, de la misma forma que ocurrió durante los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001.

“Cuando faltan muchas dudas por despejar, tenemos ante nosotros dos posibles escenarios: uno de ellos es que el avión se haya quedado sin combustible y se desplomó sobre el océano. El otro es que aterrizó en un país como Indonesia, donde podría ser utilizado más tarde como un misil crucero (cargado de explosivos), al igual que ocurrió en los ataques del 11-S”, aseguró McCaul para sumar esta opción a las miles de teorías que han pululado en los últimos días.

Tras una semana de intensas pesquisas, el gobierno de Malasia decidió el sábado pasado emprender una investigación criminal al confirmar que el vuelo fue desviado de su ruta inicial entre Kuala Lumpur y Beijing.

Según los datos ofrecidos por el primer ministro malasio, Najib Razak, el avión fue desviado de ruta poco después de que su sistema de comunicaciones fuera cortado deliberadamente cuando sobrevolaba las costas nororientales de Malasia. Casi al mismo tiempo, el transpondedor del aparato que ofrece la posición exacta del avión, fue inhabilitado.

“Estas dos acciones fueron deliberadas”, añadió Najib para confirmar así el secuestro de un aparato que hoy es buscado por aire, mar y tierra. Hasta el momento, una coalición de 14 naciones, 43 barcos y 58 aeronaves se sumaron a un rastreo que se extendió hasta Australia.

Fuentes de inteligencia de EU confirmaron que una de las líneas de investigación es el piloto.

Las autoridades en Kuala Lumpur allanaron el apartamento del capitán Zaharie Ahmad Shah, de 53 años, en busca de posibles pistas.

La posibilidad de que se haya tratado de un acto suicida, figura a la cabeza de la lista de causas probables. De confirmarse, se estaría ante un escenario similar al que ocurrió en 1999 con el vuelo 990 de Egypt Air, cuando el copiloto se vengó de su capitán que le había reprimido por comportamiento indebido y le anuncio que nunca más volvería a volar las rutas entre Estados Unidos y Egipto.

A pesar de que el piloto malasio es uno de los sospechosos, el hecho de que dos pasajeros hayan volado con pasaportes falsos y boletos comprados a través de un intermediario de nacionalidad iraní, sólo ha contribuido a crear mayor confusión al hecho.

Aunado a ello, la negligencia de los operadores de radares que vigilaban la trayectoria del vuelo 370 y la falta de respuestas para explicar la súbita desaparición de una aeronave que dispone de varios sistemas de comunicaciones, se han convertido en una bola de nieve que ha arrollado a las autoridades de Malasia, mientras éstas piden la ayuda de distintas naciones amigas, Estados Unidos entre ellas.

“Nunca antes en la historia de la aviación internacional habíamos visto una investigación tan compleja y confusa como ésta”, aseguró Mark Rosenker, un experto en aeronáutica.

“Y el problema es que la información que hemos recibido no sólo ha sido confusa, sino tardía. Como por ejemplo, la información de que el aparato que viajaba entre Kuala Lumpur y Beijing iba justo de combustible”, añadió Rosenker para mencionar sólo una de las muchas variables que hoy revisan minuciosamente las naciones involucradas en las pesquisas.

En medio de una carrera contra reloj, los programas de mayor audiencia en Estados Unidos y en Asia siguen a minuto las últimas novedades mientras las autoridades encajan una a una las piezas de un rompecabezas que, algunos expertos, consideran que podría tardar mucho en completarse.

Otros casos

En 2011, tras dos años rodeados por el misterio, el vuelo 447 de Air France, que había partido en mayo de 2009 de Río de Janeiro con destino a París, se desplomó y se perdió en las del Atlántico. Casi dos años después de encontrarse el fuselaje y los cuerpos de 228 personas, los investigadores determinaron que cristales de hielo que penetraron el fuselaje de la aeronave desconectaron el piloto automático y ocasionaron la tragedia.

Otro de los grandes misterios en la historia de la aeronáutica comercial ocurrió en 1996, cuando un avión de la hoy desaparecida aerolínea TWA despegó del aeropuerto John F. Kennedy, en Nueva York, con destino a París.

A los pocos minutos de despegar, el avión estalló y se desplomó sobre las aguas del Atlántico. Las primeras teorías oscilaron entre un misil y un meteorito.

Al final, tras cuatro años de investigaciones, el FBI determinó que la probable causa del accidente había sido una acumulación de gases en uno de los tanques de combustible que encendieron con la chispa ocasionada por un corto circuito.