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El mercado del secuestro de periodistas

J. Jaime Hernández Corresponsal| El Universal
Lunes 01 de septiembre de 2014
El mercado del secuestro de periodistas

SUFRIMIENTO. El periodista estadounidense Peter Theo Curtis, durante su cautiverio de dos años en Siria, liberado el pasado día 24 de agosto. (Foto: ARCHIVO AP )

Los yihadistas encontraron en el rapto de reporteros una poderosa arma de guerra

WASHINGTON.— Shirley Sotloff, madre del periodista estadounidense Steven Joel Sotloff en manos del Estado Islámico (EI), ilustró esta semana la solitaria y desesperada lucha que enfrentan las familias de enviados especiales que hoy están en poder de un movimiento empeñado en resucitar el pasado con la creación de un califato en Siria e Irak, y que ha decidido convertir a los informadores en moneda de cambio de sus intereses y aspiraciones.

Tras la brutal ejecución de James Foley, un joven periodista decapitado en directo en un video distribuido a través de YouTube, la desesperación asomó al rostro demacrado de Shirley Sotloff, una madre suplicando por la vida de su hijo a Abu Bakr al-Baghdadi al-Quraishi al-Hussaini, el autodenominado emir o califa del EI.

“Mi hijo Steven está en tus manos. Como madre te pido justicia y misericordia para que no castigues a mi hijo por asuntos que están completamente fuera de su control”, declaró.

Así Shirley Sotloff resumió la precaria situación de su hijo Steven, egresado no hace mucho de la Universidad Central de Florida que decidió incursionar como freelance o enviado por cuenta propia a zonas de guerra. Al igual que James Foley, quien colaboraba para medios como Global Post o para la agencia AFP, Sotloff consiguió convencer a los editores de la revista Time y del diario The Christian Science Monitor para mandar artículos desde Irak y Siria.

Al igual que Foley, capturado en Aleppo, Siria, en noviembre de 2012, Sotloff cayó en manos del EI en agosto de 2013. Ambos periodistas habían decidido sumarse al grupo de comunicadores extranjeros que cayeron en esa trampa que es hoy Siria e Irak para cualquier enviado especial, después de que las grandes agencias y medios de comunicación de todo el mundo decidieron replegarse a partir la década pasada.

“A partir de 2005, cuando las grandes agencias y medios comienzan a retirarse de Irak, el trabajo para los freelance se multiplica y muchas veces no nos dábamos abasto. Pero, en Siria, las cosas fueron muy distintas. Muchos editores no querían tener nada que ver con aquel periodista y fotógrafo que ofreciera sus servicios desde Siria. Nadie quería tener la sangre o una muerte de un enviado especial en sus manos”, aseguró recientemente James Palmer, un fotógrafo que cruzó caminos con Foley en Siria.

A pesar del enorme riesgo que entrañaba cubrir la guerra civil en Siria, muchos periodistas de medios europeos y un ejército de periodistas independientes que ofrecían su trabajo al mejor postor, decidieron permanecer en el terreno. Algunos de ellos, como Javier Espinosa del diario español El Mundo y Ricardo Garcia, fotógrafo independiente, pagaron un precio muy elevado con un secuestro de más de 6 meses que concluyó de forma venturosa gracias a la mediación del gobierno español y al pago de un rescate.

Poco antes de ser capturado, Espinosa, uno de los más veteranos enviados especiales en Medio Oriente, se había salvado milagrosamente de un bombardeo en la ciudad siria de Homs que acabó con la vida de la también periodista independiente, Marie Colvin y del fotógrafo francés, Remi Ochlik.

De la noche a la mañana, Espinosa y un largo número de periodistas europeos o de EU se convirtieron en una codiciada mercancía para los yihadistas que decidieron convertirlos en moneda de cambio de sus intereses.

Según una investigación realizada por The Times de Londres, en los últimos cinco años organizaciones como Al-Qaeda y ahora el EI han convertido el secuestro de periodistas de EU y europeos en una próspera actividad con más de 132 millones de dólares en ganancias.

“Durante varios meses, los captores se comunicaron con nosotros para exigir el pago de 132 millones de dólares y la liberación de los prisioneros (de Guantánamo)”, reveló recientemente, Philip Balboni, presidente ejecutivo de Global Post, el medio para el que trabajaba Foley, el primer periodista en ser decapitado por fuerzas del EI.

“Los periodistas secuestrados se han convertido en una especie de as bajo la manga de las organizaciones terroristas. Y tras la muerte de Foley, ha quedado en evidencia el impacto que puede tener una sola persona en la política exterior de Estados Unidos”, aseguró a la cadena CNN, el periodista y documentalista, Robert Young Pelton.

“Los periodistas secuestrados se han convertido en una poderosa arma en esta guerra asimétrica entre estas organizaciones y los gobiernos occidentales”, añadió.

Tras la muerte de Foley y la amenaza que pende sobre Sotloff, el también periodista independiente Peter Theo Curtis, sorprendía al mundo con su libertad después de dos años de cautiverio en manos de la organización conocida como el Frente al- Nusra, una filial de la organización Al-Qaeda.

En sus primeras declaraciones nada más ser liberado, Curtis se mostró sorprendido por la cantidad de recursos y esfuerzos para lograr su liberación. “Me he enterado poco a poco de los cientos de gentes que participaron en mi liberación. A todos ellos estoy muy agradecido”, dijo Curtis en alusión a un proceso de liberación que fue posible tras un complejo proceso de negociaciones entre Estados Unidos, Qatar y la ONU.

El entramado de negociaciones al que aludió Curtis, puso al descubierto una actividad que va al alza y arrojado luz sobre ese mercado negro que ha sido creado a costillas de entusiastas, aunque muchas veces, incautos periodistas independientes que han devuelto a EU y al oficio del enviado a zonas de conflicto a las peores épocas de cobertura de la década de los 80, cuando ser corresponsal de EU en Beirut equivalía a una invitación para el secuestro a manos de Hezbolá.

Según el Comité para la Protección de Periodistas, una organización encargada de monitorear las más peligrosas zonas de cobertura, 2014 va camino de ser uno de los años más violentos para el ejercicio del periodismo con un total de 33 muertes en todo el mundo, incluida la de Foley.

Hasta ahora, el año más violento ha sido el 2012 con un total de 74 periodistas asesinados en distintas partes del planeta, incluida la República Mexicana.

Según esta misma organización, en 2014, Siria se ha colocado a la cabeza de los lugares más peligrosos para un periodista o enviado especial, seguido de Irak, los territorios ocupados de Gaza, Cisjordania y Ucrania.



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