aviso-oportuno.com.mx

Suscríbase por internet o llame al 5237-0800




Análisis. El costo de las victorias

Eduardo Mora Tavares| El Universal
Martes 18 de marzo de 2014

La mayoría de la población de Crimea aprobó, como se esperaba, la anexión a Rusia en el referéndum del domingo pasado, con 97% de los votos. El presidente ruso Vladimir Putin se apresuró a reconocer a Crimea como Estado independiente para acelerar la reunificación con Rusia. En respuesta y como lo habían anunciado, Estados Unidos y la Unión Europea (UE) desconocieron la consulta, subrayaron su carácter “ilegal” e impusieron unas tímidas nuevas sanciones a Moscú (congelamiento de bienes y prohibiciones de viajes a funcionarios rusos y ucranianos involucrados en la violación de la soberanía e integridad territorial de Ucrania), en la escalada del nuevo conflicto Este-Oeste.

La anexión de Crimea a Rusia es un hecho consumado frente al cual Occidente poco puede hacer sin arriesgar la relación con Moscú que es absolutamente indispensable para resolver conflictos internacionales pendientes como el programa nuclear de Irán, la guerra civil en Siria y el retiro estadounidense de Afganistán, y sin afectar gravemente los nexos económicos, sobre todo entre la UE y Rusia. El volumen del comercio entre ambas partes asciende a más de 400 mil millones de dólares anuales.

The Economist recordó en estos días que solamente Alemania obtiene un tercio de su gas y petróleo de Rusia y envía a ese país muchos de sus bienes manufacturados. Unos 300 mil empleos alemanes dependen del comercio con Rusia, con un valor anual de 36 mil millones de euros, y las compañías alemanas han invertido allí 20 mil millones de euros.

La imposición de sanciones a Moscú es, como advirtió el gobierno de Putin, un arma de doble filo que puede dañar a quien la esgrime. El mandatario ruso, sin duda, se siente fortalecido y seguramente ya había descontado el costo de las sanciones occidentales en su haber. Con el voto en favor de la anexión de Crimea, Putin transformó en victoria la derrota que sufrió cuando la revolución de Maidan derribó a su aliado incondicional en Ucrania en febrero pasado. La pérdida de Crimea no es sólo un golpe para Ucrania, sino para la UE que no esperaba esa derivación de la crisis ucraniana.

Ahora el temor es que Putin abrigue la tentación de penetrar más en Ucrania, en una revancha por el avance que tuvo Occidente (la OTAN) contra Rusia tras la disolución de la Unión Soviética. Seguramente en los próximos días veremos reeditarse la lucha ideológica y propagandística que se vivió en los años previos a la Guerra de Crimea (1853-1856), cuando británicos y franceses denunciaron al agresivo expansionismo de los zares rusos que, en esa lógica, buscaban destruir al imperio turco otomano, dominar Medio Oriente e incluso arrebatar India a los ingleses. La rusofobia estará a la orden del día con los argumentos de que es necesario defender las libertades amenazadas en Ucrania por los nuevos “bárbaros moscovitas”.

Ahora bien, los vínculos históricos, étnicos y lingüísticos de Rusia con Crimea no serán razón suficiente para dar estabilidad a la región y Moscú podría haber obtenido una manzana envenenada. Las minorías ucraniana y tártara de Crimea manifestarán de algún modo su rechazo a la anexión y la nueva república rusa puede convertirse en una carga económica para Rusia. Los rusos tendrán sí el control de la base naval de Sebastopol —que de hecho no habían perdido—, pero deberán financiar los gastos de energía y abasto de los crimeos.



Ver más @Univ_Mundo
comentarios
0