El avionazo que frenó los planes de Rusia
PETALING JAYA. Un grupo de malasios se reunió el viernes pasado y oró por los pasajeros y la tripulación del vuelo MH17 de la aerolínea Malaysian Airlines. (Foto: ARCHIVO EFE )
WASHINGTON.— Aún antes de conocer los resultados de una investigación que se antoja complicada para identificar la mano criminal detrás del trágico avionazo del Boeing 777 de Malaysian Airlines, ocurrido el jueves pasado y en el que murieron 298 personas, el impacto ha conseguido internacionalizar un conflicto que se consumía dentro de unas reducidas coordenadas geográficas y conforme a los planes de Rusia para anexarse de forma lenta y silenciosa el costado este de Ucrania.
Mientras las cuadrillas de las milicias prorrusas peinan el escenario de la tragedia y recuperan los cuerpos de unas víctimas ajenas a una guerra que les arrastró mientras realizaban un vuelo entre Amsterdam y Kuala Lumpur, la mayoría de los analistas y observadores coinciden en una cosa: el derribamiento del avión, con casi 300 pasajeros de 13 naciones distintas, sólo ha conseguido empeorar las cosas, independientemente de quién haya sido la mano criminal que disparó el misil.
Desde el lugar de la tragedia, los primeros inspectores internacionales que han conseguido llegar hasta el avión siniestrado ofrecen testimonio de las dificultades para trabajar en medio de las milicias que les obstruyen el paso o les reciben mal.
La enviada de The New York Times a la zona, Sabrina Tavernise, ofrecía ayer las primeras estampas de la tragedia a través de una conferencia facilitada por la National Public Radio: “Muchas de las víctimas aún llevaban abrochados los cinturones de seguridad. Algunos estaban en poses poco naturales, como muñecos rotos de cera. El estaba lleno de combustible, así que había mucho fuego. Fue una tragedia. Había un montón de niños. Nos topamos con una niña, probablemente no más de tres años, que llevaba una camiseta roja, sin pantalones. Muchos tenían su ropa arrancada”, narró la periodista.
Mientras, los inspectores internacionales y el gobierno de Rusia trabajaban a contrarreloj para tratar de esclarecer o de sepultar la verdad de la tragedia.
Las voces de condena no se han hecho esperar. Particularmente desde Estados Unidos que ha exigido a Rusia permitir el trabajo de los inspectores internacionales para esclarecer la responsabilidad que, desde su punto de vista, apunta en una sola dirección: las milicias separatistas rusas que habrían disparado el misil desde una batería antiaérea proporcionada por el ejército ruso.
Las sospechas de Washington han sido abonadas por los informes de sus servicios de inteligencia, que han analizado la huella que dejó tras de sí el misil disparado desde el sector que controla la milicia separatista rusa en Ucrania. Además, una serie de imágenes, rastreando la lanzadera SA-11 que abandonó territorio ucraniano en dirección a Rusia después de la tragedia, parecen confirmar lo que desde Estados Unidos y la Unión Europea es una certeza: el presidente ruso, Vladimir Putin, esta detrás de una tragedia que podría costarle muy caro, mientras se ve obligado a frenar sus planes de expansión en Ucrania.
“Estados Unidos y la Unión Europea deberían presionar a favor de crear una comisión para llevar a los responsables ante un Tribunal Criminal Internacional”, aseguró Zbigniew Brzezinski, uno de los más respetados internacionalistas y ex asesor de varios presidentes de EU.
“No es posible que Estados Unidos permanezca sin hacer más y que la Unión Europea siga aceptando una situación insostenible en Ucrania. Londres, por ejemplo, sigue permitiendo que Rusia lave su dinero negro en su mercado financiero y Alemania permanece impasible sin aumentar las sanciones contra Vladimir Putin”, añadió Brzezinski.
Mientras EU trabaja desde distintos frentes para esclarecer la verdad, su Secretario de Estado, John Kerry, insiste en que en el curso de las últimas semanas los servicios de inteligencia habían advertido a la Casa Blanca sobre el creciente aumento de tropas y el trasiego de armas, particularmente de varias lanzaderas SA-11 como la que lanzó el misil contra el vuelo de Malaysian Airlines.
“Es un hecho que nuestros servicios de inteligencia detectaron el lanzamiento del misil desde una lanzadera SA-11 contra el vuelo de Malaysian Airlines. Y, además, tenemos las imágenes de esa lanzadera abandonando territorio ucraniano en dirección a Rusia. Los dedos apuntan sin duda alguna contra Rusia”, acusó Kerry al insistir en que los separatistas apoyados por Vladimir Putin son los responsables.
A pesar de que Estados Unidos cuenta con una serie de informes e indicios que apuntan hacia Rusia, desde la Unión Europea la posición es de mayor cautela. Esta prudencia ha desatado las iras de algunos analistas que no se explican la pasividad de algunos países, particularmente de Alemania y de Holanda.
“Las más de 150 víctimas de Holanda en el vuelo hacen inevitable la comparación con el atentado que sufrió Estados Unidos el 11 de septiembre de 2011. Para un país que tiene 15 millones de personas, la muerte de más de 150 de sus ciudadanos en este trágico incidente, equivale a ese atentado que marcó un antes y un después en Estados Unidos”, consideró el almirante retirado, James Stravidis, ex comandante en jefe de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Mientras el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, exige un alto el fuego para que los inspectores internacionales puedan realizar su trabajo y desde la Organización de Naciones Unidas (ONU) se exige a Putin reducir el número de tropas y retirar el arsenal entregado a las milicias separatistas, desde Moscú se insiste en que el responsable de esta tragedia es el gobierno de Kiev, que ha atizado el conflicto en la franja fronteriza.
En medio de esta lucha por la verdad, la politización de esta tragedia ha desplazado el drama de miles de familias que han perdido a un ser querido en los campos de guerra de Ucrania y Rusia. Las denuncias de los inspectores internacionales, por la falta de respeto con la que han sido recuperados algunos restos, han conseguido enardecer los ánimos de ciudadanos en países como Holanda y Malasia que exigen mayores acciones para rescatar y repatriar los cuerpos de sus familiares.
Sin embargo, el dolor e indignación de los familiares de las víctimas no han conseguido sacar de su inacción a los gobiernos europeos —particularmente a Holanda—, que se ha pronunciado a favor de esperar los resultados de una investigación independiente, antes de tomar medidas de represalia que reclaman desde Washington pero que rechazan por adelantado desde Moscú bajo la advertencia de que cualquier acción de represalia no se quedará sin respuesta.