aviso-oportuno.com.mx

Suscríbase por internet o llame al 5237-0800




Egipto vota por la mano dura

Julio Aguilar / Enviado| El Universal
Domingo 25 de mayo de 2014
Egipto vota por la mano dura

EL CAIRO. Dos madres egipcias posan con sus hijos para una fotografía junto a un cartel de campaña del candidato Abdelfatah al-Sisi. (Foto: KHALIL HAMRA / AP )

Este país está dividido tras dos revueltas ocurridas en menos de tres años: la que tiró al dictador Hosni Mubarak en 2011 y la que terminó con la presidencia de Mohamed Mursi en 2013

julio.aguilar@eluniversal.com.mx 

EL CAIRO.— A orillas de la presa Nasser, al sur de Egipto, hay una gran estructura ovoide que a lo lejos parece un gigantesco misil erguido en medio del desierto. En realidad es un monumento de concreto que honra la amistad de este país con la antigua Unión Soviética, la potencia que ayudó a la construcción de la presa en los años 50 del siglo XX.

Este es un sitio muy custodiado por militares. Pero no están para cuidar ni a los turistas ni al monumento sino para vigilar la integridad de la presa, una infraestructura estratégica para el país.

En los sitios importantes para la seguridad nacional, por estos días abundan los centinelas y los retenes. Egipto, el país de referencia cultural del mundo árabe, la segunda potencia económica de la región, pasa por tiempos de desconfianza entre hermanos.

En el monumento sólo hay un militar vigilante que es descubierto por un grupo de unos 20 alegres adolescentes que hacen turismo, y de pronto todos corren hacia él como si se tratara de una celebridad. Brincan, ríen y se toman selfies junto al joven uniformado. Gritan que el pueblo y el ejército es uno solo y aplauden. En momentos se arma una alharaca mayor cuando dos señoras vestidas a la usanza musulmana ponen música a todo volumen en sus teléfonos y comienzan a gritar: “¡Al-Sisi, Al-Sisi!”, entonces varios turistas egipcios bailan mientras otros observan quietos y un tanto serios.

Parece un harlem shake árabe pero en realidad es una improvisada manifestación política por las elecciones presidenciales del lunes 26 y el martes 27 de mayo y el tema político salta incluso en este lejano y excéntrico monumento.

El hombre del momento

Su nombre completo es Abdelfatah Saeed Hussein Jalil Al-Sisi y es casi seguro que este año celebrará su cumpleaños 60 como presidente de este país de más de 80 millones de habitantes peligrosamente dividido después de dos revueltas ocurridas en menos de tres años: la que tiró al dictador Hosni Mubarak el 25 de enero de 2011 y la que terminó con la presidencia de Mohamed Mursi el 30 de junio de 2013. Las llamadas revoluciones contemporáneas.

Pero no todos los egipcios aceptan que hubo dos revoluciones. “La que terminó con Mubarak por supuesto que fue una revolución popular, quitamos a un dictador y a un montón de corruptos, pero lo que tiró a Mursi fue un golpe militar. Era imposible que Mursi cambiara todo lo que estaba mal en apenas dos años”, alega un universitario ante un grupo de amigos que no están completamente de acuerdo con él.

“Mursi era un loco fundamentalista que estaba perdiendo el tiempo en tonterías. Al-Sisi hizo bien en echarlo”, responde otro joven cairota. Ellos discuten civilizadamente sus diferencias dando sorbos a un té, pero hay otros que no toleran las ideas opuestas.

Los intolerantes abundan en los dos bandos.

Desde que Mursi cayó y el partido de los Hermanos Musulmanes fue proscrito, la radicalización de los fundamentalistas islámicos ha ido creciendo. Bombas caseras han matado o herido a numerosos militares y policías, y en febrero lanzaron un ataque contra un autobús con turistas coreanos en la península del Sinaí. Murieron tres orientales.

Del lado contrario, el gobierno de facto ha endurecido la respuesta contra las manifestaciones de los seguidores del partido de los Hermanos Musulmanes y contra otros críticos del gobierno que principalmente se organizan en El Cairo.

La brutalidad policiaca es más que tangible, incluso con saldos de manifestantes muertos.

También ha sido denunciada la persecución de periodistas nacionales y extranjeros que cubren el impasse egipcio, acusados de “terroristas” por reportar violaciones a los derechos civiles y humanos de la disidencia política, en coberturas que, según el régimen, distorsionan la imagen exterior del país.

La tensión ha ido creciendo a medida que avanza el proceso para restablecer el orden constitucional. En enero se celebró el referéndum para aprobar la nueva Constitución y este lunes 26 y martes 27 se llevará a cabo la votación para elegir presidente en la que Al-Sisi prácticamente no tiene rival de peso.

“Cuando terminen las elecciones del presidente y del parlamento (en agosto), estaremos en el camino hacia el futuro. Eso es lo más importante, después tendremos mucha estabilidad en el país”, dice en entrevista Amr Moussa, uno de los políticos más respetados del país.

Moussa, un veterano tecnócrata de 78 años que ha sobrevivido a las dos revoluciones, opera desde los entretelones de la política para apoyar a Al-Sisi y neutralizar la sombra del islamismo radical que sobrevuela Egipto. Él es de los que afirman que lo ocurrido en junio de 2013 no fue un golpe militar.

“No, no, no. No fue un golpe militar, fue la segunda revolución en Egipto. En Europa y América del Norte se tergiversó la información, se decían cosas terribles pero no, fue una revolución a manos de los egipcios. El 30 de junio salieron abogados, ingenieros, médicos, la gente pobre, la gente rica y muchos soldados que estaban enfadados por la forma de gobernar del presidente Mursi, y el jefe del ejército (Al-Sisi) solamente protegió al país ese día para evitar que hubiera una guerra civil entre la gente”, explica Moussa.

Pero incluso partidarios de Al-Sisi que no son incondicionales ven con cierta desconfianza al general. Para ellos es un mal menor tener de nuevo a un militar duro como presidente. Todo menos que un islamista como Mursi al frente del país. Los jóvenes son los más inquietos, los jóvenes que fueron el alma de las revoluciones y que no están representados en las élites políticas del país. Al-Sisi, Moussa, el empresario y político El-Sayyid El-Badawi, por mencionar a algunos de los políticos más influyentes del país, son parte de una genuina gerontocracia.

La suerte de Al-Sisi quizá sea la suerte de toda esa clase política que no quiere ni pensar en el fracaso, como explica Moussa: “Espero que le vaya bien, no que fracase. Vamos a elegirlo democráticamente. Él sabe que la gente ha salido dos veces a la calle para echar fuera a dos presidentes así que está pensando en cosas totalmente diferentes. No tiene opción, tiene que salir adelante. No puede fracasar, no es una opción”.



Ver más @Univ_Mundo
comentarios
0