Dios no tiene miedo de las novedades: Francisco
Obispos asisten a la ceremonia de beatificación del papa Pablo VI y a una misa en la plaza de San Pedro para cerrar el Sínodo sobre la Familia. . (Foto: ANDREW MEDICHINI. AP )
Ciudad del Vaticano.— El papa Francisco clausuró ayer oficialmente el Sínodo sobre la Familia con una misa en la Plaza de San Pedro en la que proclamó beato a Pablo VI, quien concluyera el Concilio Vaticano II que marcó el inicio de una serie de reformas en la Iglesia católica.
El Papa exclamó: “¡Dios no tiene miedo de las novedades!”, afirmando asimismo que el cristiano debe ver la realidad futura “con los pies bien plantados sobre la tierra y responder con valor a los nuevos e innumerables desafíos”.
Las declaraciones de Francisco se producen a un día después de que se difundiera la declaración final del sínodo que reunió en Roma a unos 200 obispos, en la que se descarta “aceptar” a los gays y en la que no se logró consenso en el tema de los divorciados vueltos a casar.
Ante la multitud que abarrotaba la plaza de San Pedro, el Pontífice argentino también recordó que en estos días, durante el sínodo, “hemos visto a pastores y laicos de todo el mundo traer a Roma la voz de sus iglesias con el fin de ayudar a las familias a caminar siguiendo la vía del Evangelio”. Lo anterior ha sido “una gran experiencia” marcada por “la sinodalidad y la colegialidad”, medios destinados “a guiar y renovar una Iglesia llamada, sin demora, a atender las heridas que sangran”, pero también a “hacer renacer la esperanza de tanta gente sin esperanza”.
En el mismo contexto, Francisco, aludiendo a esta experiencia, dijo a los fieles en San Pedro que le venían a la mente las palabras con las que Pablo VI pareció adelantarse a lo sucedido en el recién terminado Sínodo de los obispos: “Escrutando atentamente los signos de los tiempos buscamos adaptar las vías y los métodos a las siempre crecientes necesidades de nuestros días y a las cambiantes condiciones de la sociedad”.
Convencido de la importancia de éste su primer sínodo de obispos, el Papa exaltó la labor desarrollada por los padres sinodales los cuales, dijo enfáticamente, han trabajado no sólo generosamente sino con “total libertad y humilde creatividad” para preparar el camino que la Iglesia proseguirá con el Sínodo Ordinario de los Obispos en octubre de 2015.
“Hemos sembrado y continuaremos sembrando, con paciencia y perseverancia, con la certeza de que el Señor hará crecer todo lo que hemos sembrado”, agregó.
Un valiente cristiano. Durante la homilía, al recordar la vida y obra del hoy beato Pablo VI, Francisco dijo que había sido un valiente cristiano y un incansable apóstol.
Añadió que hoy, ante Dios, sólo podía decir “una palabra tan simple cuanto sincera e importante: “¡Grazie! ¡Gracias querido y amado papa Pablo VI! ¡Gracias por tu humilde y profético testimonio de amor a Cristo y a sua iglesia!”.
En medio de aplausos y ante el retrato de este Papa colocado en la fachada de la basílica vaticana, Francisco añadió que Pablo VI había dado a Dios lo que es de Dios al dedicar su vida al “empeño sacro, solemne y gravísimo amando la Iglesia y guiándola para que pudiera ser al mismo tiempo madre amorosa del género humano y su vía de salvación”.
Una presencia discreta. El papa emérito Benedicto XVI, quien llegó muy temprano a la basílica y ocupó un lugar en donde se encontraban los cardenales concelebrantes, también asistió a la solemne ceremonia beatificación de Pablo VI, quien en 1977 lo nombró arzobispo de Munich y meses después cardenal.
No apenas Francisco hizo su ingreso, llevando entre las manos una reliquia del hoy Papa beato, se acercó a su antecesor lo saludó y le dijo, “gracias, gracias por su presencia”. Una presencia discreta la de Benedicto XVI que, sin embargo, se ha convertido en algo normal en los actos más importantes por voluntad expresa del Pontífice argentino.