RIO DE JANEIRO (Reuters).— La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, defendió ayer los costos de organizar el Mundial de Futbol, prometió castigar a la corrupción y pidió a sus compatriotas que den una cálida bienvenida a los hinchas visitantes, a menos de 48 horas de la inauguración del torneo internacional.

Luego de un año de protestas por los cerca de 11 mmdd que Brasil ha gastado para organizar el Mundial, Rousseff dijo en un discurso por televisión que las inversiones en estadios, terminales de aeropuertos y otras obras de infraestructura brindarían beneficios de largo plazo al país.

“Hicimos todo esto, sobre todo, para los brasileños”, sostuvo, reiterando que las obras públicas implementadas para el torneo “no se irán en las maletas de los turistas”.

Este Mundial, que comienza mañana, es caro desde que la competencia comenzó hace 84 años. Rousseff buscó subrayar lo que se ha logrado, mientras los residentes de las 12 ciudades que serán sedes de los partidos se quejan de que muchos de los proyectos prometidos van demorados o nunca se materializaron.

Rousseff rechazó el “falso dilema” de que el gasto de la copa haya afectado la inversión en salud o educación, al destacar que en los tres años desde que Brasil comenzó a construir los estadios del Mundial, el país ha gastado 212 veces más en salud y escuelas que en las canchas.

Debido a la sombra de corrupción que acompaña a la FIFA, y a la historia de sobornos en Brasil, muchos asumen que los altos costos del torneo, las demoras y las promesas incumplidas son resultado de ilícitos. Rousseff dijo que se realiza una auditoría a todos los gastos y prometió castigar la corrupción. Recordando los éxitos del país en cancha y la cálida bienvenida a la selección en otras partes, instó a sus compatriotas a ser hospitalarios con los hinchas extranjeros.