Candidatos demócratas prescinden de Obama
PRECAUCIÓN. La primera dama estadounidense Michelle Obama participa en la campaña del candidato demócrata a la gubernatura de Pennsyalvania, Tom Wolfe, en Filadelfia. Los aspirantes demócratas prefieren que el mandatario no esté ahora cerca de ellos, pues temen que afecte sus posibilidades de triunfo. (Foto: MATT ROURKE / AP )
W ashington.— Apenas tres semanas antes de las elecciones para renovar el Congreso estadounidense, muchos demócratas prefieren hacer campaña sin contar con la presencia de su líder, Barack Obama. Y es que la popularidad del presidente no está en su mejor momento.
En la campaña presidencial de hace dos años Obama todavía consiguió atraer a las masas, pero ahora se mantiene alejado de los actos de campaña en los estados más disputados para no perjudicar las posibilidades del partido. Su papel se limita a asistir a eventos benéficos de grandes donantes en zonas de tendencia demócrata, como Nueva York o Los Ángeles.
“Mi nombre no está en la papeleta electoral, pero sí nuestros valores, nuestros ideales y las cosas por las que han luchado varias generaciones para hacer de este un lugar justo, próspero y con los mismos derechos”, dijo el presidente hace un mes a un grupo de donantes.
Según una encuesta de Gallup, la aprobación de la gestión de Obama se sitúa actualmente en el 42%, apenas algo superior al valor de septiembre, cuando se situó en mínimos.
La baja popularidad de Obama sirve para hacerse una idea de cómo podrían transcurrir los próximos dos años si los republicanos logran la mayoría en el Senado. Teniendo en cuenta que ya dominan la Cámara de Representantes, podrían interferir aún más en cuestiones como el presupuesto o el nombramiento de altos cargos, interponiéndose todavía más en la agenda del presidente.
De cara a las presidenciales de 2016, algunos republicanos podrían sentirse tentados a la hora de cooperar con Obama en cuestiones como la reforma migratoria, apunta el periodista James Hohmann, del portal “Politico”. Pero el ala ultraconservadora Tea Party ha impedido hasta ahora cualquier cooperación de ese tipo.
Los republicanos juegan a su favor la baza de un presidente debilitado y en sus anuncios de campaña atacan a sus rivales demócratas argumentando que apoyan a Obama. Para muchos votantes el nombre del presidente también aparece en las papeletas: según Gallup un 32% admite que su voto es una advertencia para Obama.
El actual clima político inclina la balanza a favor de los republicanos, ya que unos cuantos senadores demócratas que ganaron aprovechando el efecto Obama de 2008 ahora tienen el viento en contra.
Los republicanos tienen que ganar seis escaños para hacerse con el control del Senado, y las encuestas pronostican su victoria en Dakota del Sur, Virginia Occidental y Montana. En otros diez estados se espera que los resultados sean muy ajustados. Y en opinión de los expertos en demoscopia los republicanos sólo deben temer realmente a los demócratas en tres estados.
“Hay tantos lugares indecisos en los que los republicanos pueden ganar, que el partido tendría que vivir una verdadera serie de desgracias —combinadas con una movilización extraordinaria de los votantes demócratas— para sufrir una derrota”, apuntó el analista Larry Sabato, de la universidad de Virginia.
Los demócratas, por su parte, tienen alguna oportunidad en los casos más ajustados. Como en Kansas, donde un candidato independiente podría batir al senador Pat Roberts.
Los estadounidenses no muestran demasiado interés por estas elecciones. Según el Pew Research Center sólo el 15% sigue de cerca las noticias al respecto, ya que otros temas como el ébola o la amenaza de Estado Islámico dominan los titulares.
El porcentaje es menor al de otros años en los que el poder cambió de manos en el Congreso. En 2010 los republicanos recuperaron la Cámara Baja con su oposición a la reforma sanitaria de Obama. Cuatro años antes, en 2006, los demócratas lograron ventaja en el Senado gracias a la decepción por la gestión de George W. Bush y la guerra de Irak.