Ciudad del Vaticano.— Al recibir a un grupo de 13 nuevos embajadores ante la Santa Sede, el papa Francisco volvió a subrayar la importancia del restablecimiento de relaciones entre Estados Unidos y Cuba —al cual él personalmente contribuyó— al afirmar: “Hoy todos estamos contentos, porque hemos visto cómo dos pueblos que se habían alejado desde hace tantos años han dado un paso de acercamiento”.

Este gran acontecimiento, agregó, fue obra de “embajadores, de la diplomacia” y, dirigiéndose a sus distinguidos huéspedes, añadió: “El de ustedes es un trabajo noble... un trabajo de pequeños pasos, de pequeñas cosas, que siempre termina por hacer la paz”.

Lo anterior lo dijo Francisco durante la presentación, ante la Santa Sede, de los embajadores de Mongolia, Bahamas, Dominica, Tanzania, Dinamarca, Malasia, Rwanda, Finlandia, Nueva Zelanda, Mali, Togo, Bangladesh y Qatar.

El presidente italiano, Giorgio Napolitano, reconoció por su parte la importancia de la intervención del Pontífice en el acuerdo cubano-estadounidense afirmando, ante el cuerpo diplomático acreditado ante Italia, que la reapertura de relaciones entre estas dos naciones puede definirse como “crucial en la historia” y que se debía en buena parte “a la iluminada mediación de la Santa Sede”.

Otro de los grandes protagonistas de este acuerdo, el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado vaticano, quien personalmente siguió en estos meses las negociaciones entre Estados Unidos y Cuba, dijo ante los micrófonos de Radio Vaticana que el papa Francisco, por provenir de América Latina, jugó un rol “determinante” en este acuerdo al encontrar “la manera justa de superar la distancia entre las partes”.

De las consecuencias de este hecho para la Iglesia católica cubana, el jefe de la diplomacia vaticana comentó: “Creo que esto la ayudará a desarrollar su función de manera más solidaria en la sociedad cubana”, pero también significa, citó a Francisco, que “es posible entenderse”.

El politólogo italiano Fausto Gasparroni remarcó que la mediación del Papa lo proyecta “como un líder de dimensión global capaz, a través del dialogo, de favorecer soluciones a las controversias más difíciles y aparentemente irresolubles”.