"El virus no me da miedo; alguien tiene que enfrentarlo"
LABOR. Trabajadores sanitarios recogen el cuerpo de una mujer que murió de ébola en el distrito Aberdeen de Freetown, capital de Sierra Leona. (Foto: JOSEPHUS OLU-MAMAH / REUTERS )
MENDOZA.- Su corazón le dice que vuelva. Los organismos internacionales la esperan, ansiosos. No está asustada, aunque regresar puede significar morir, como las enfermeras con las que trabajó en misiones humanitarias durante años y a las que recuerda, emocionada, en una foto.
"Todas fallecieron", cuenta a La Nación Estela Celia Kohn, médica ginecóloga y cirujana mendocina que ejerció su profesión durante años entre Liberia, Guinea y Sierra Leona, en África, donde ahora el ébola está robando más vidas que nunca. Hace unos días, en su casa de San Rafael, más de 200 kilómetros al sur de la capital provincial, donde reside hace dos años, le llamó la atención un correo electrónico y su intuición no falló: la convocaban para combatir la mortal enfermedad.
"El ébola es jodido y se puede transformar en una pandemia, pero no me da miedo; siempre dije que estos trabajos los tiene que hacer alguien", expresó, entre risas, la profesional, que tiene todavía una semana para pensar qué hacer. "De irme lo haría sólo por una misión más, pero todavía tengo que pensarlo", confesó.
A Estela, claro está, el miedo no la paraliza y su única preocupación hoy es dejar de lado la tranquilidad que logró en el sur mendocino, donde está prácticamente aislada del mundo y también bastante desilusionada con el gobierno por la falta de apoyo.
"Me preocupa que estoy empezando a estar un poco quieta. Me cuesta salir, pero la verdad es que me da pena no poder trabajar esto en mi país. Nadie me ha contactado, nadie", se lamentó la especialista en misiones humanitarias internacionales, y agregó: "Lo que he hecho en mi vida es como un gran máster y me hubiera gustado trasladar mis conocimientos al país. Hay que preparar gente, formar estructuras, tener lugares de aislamiento, de logística", dice esta mujer que durante casi 15 años, desde 1999 hasta 2013, recorrió todo el continente africano y parte de Asia, en diferentes misiones humanitarias.
Su larga experiencia en Médicos Sin Fronteras (MSF), la Cruz Roja Internacional y las brigadas sanitarias de Naciones Unidas hicieron que estos organismos la convocaran otra vez, en medio del caos sanitario por el brote epidémico que sorprende al mundo.
Sobre la posibilidad de que el virus ingrese a Argentina, es tajante: "Argentina no está preparada".
¿No teme por su vida?
-No me asusta el ébola. No es más peligroso que otras enfermedades. Uno se va a morir cuando se tenga que morir.
En concreto, ¿cómo hacen para evitar contagiarse?
-En estos países, si no tenés la protección, te contagiás. Somos médicos todoterreno, pero muy pocos para la población que hay que atender.
Ahora me avisan que se ha muerto otro médico. Es una lucha a conciencia, con protección y a no dejar un centímetro de tu piel al aire ni que te llegue ningún fluido.
¿Su familia la apoya?
-Es muy difícil, pero con mis hijos tenemos ese pacto: cada uno respeta las decisiones del otro. Pero es verdad que ahora quieren que me quede, que descanse, sobre todo el que me dio a mis dos nietitas que viven en Barcelona. El otro vive en Guatemala.
Soy nómada por naturaleza, pero empezaba a encontrar mi lugar en San Rafael, donde el Hospital Español me abrió las puertas, pese a que les decía que hacía mucho que no trabajaba en castellano (se maneja a la perfección en inglés, francés, árabe y persa).
¿Hay otros médicos argentinos convocados?
-No conozco a nadie del país que se haya ido para allá. Hay poca gente con experiencia y se necesitan personas capacitadas para actuar en situación de riesgo de pandemias. Es otro momento de mi vida el que estoy pasando, pero estoy analizando si me sumo, al menos para una misión.
¿Qué balance hace de su vida en misiones humanitarias?
-Mi experiencia en tareas humanitarias es como un gran máster. Me adapto a todo. A dormir en el suelo... hasta he operado en el suelo. Valoran mucho a la médica mujer que trabaja con mujeres. Me encanta y además, es un trabajo que alguien lo tiene que hacer. Me hubiera gustado hacer algo por mi país. Me contactan de organismos internacionales, pero acá nadie me ha preguntado nada,