Tras una cautelosa revisión, agentes policiales guatemaltecos descubrieron el pasado 15 de septiembre el contenido de dos camiones de carga que generaron sospechas porque permanecían abandonados en una terminal de autobuses de Xelajú, en el occidental departamento de Quetzaltenango y segunda ciudad más importante de Guatemala.

Con paciencia, fueron descargando la mercancía que, de contrabando, ingresó a Guatemala procedente de México: 627 fardos de papel higiénico, 587 de harina de maíz y 200 cajas de aceite comestible.

Apenas una semana antes, un guatemalteco que transportaba un furgón con un cargamento de 2.4 millones de cigarrillos ocultos en 242 cajas escondidas en dos compartimentos secretos e introducidos de contrabando por el área caribeña de Guatemala, cayó preso en otro operativo policial en una aldea del oriental departamento de Izabal, cerca de donde recogió la mercadería ilícita.

A mediados de agosto, dos guatemaltecos fueron arrestados en la región norte de Guatemala, limítrofe con Belice, por transportar un cargamento de más de medio millón de cigarrillos introducidos al país sin pagar impuestos.

En un flujo diario desde sus fronteras con México, Belice, El Salvador y Honduras, y a veces procedente de Panamá, el contrabando de combustibles, aguas carbonatadas, arroz, aceites, grasas, cigarrillos y baterías o pilas inunda a Guatemala y genera una sangría anual de más de 820 millones de dólares en las finanzas públicas guatemaltecas.

"El negocio es manejado por bandas del crimen organizado", reconoció el guatemalteco Pablo Castillo, vocero de la Policía de Guatemala, al ser consultado sobre el tema por EL UNIVERSAL.

"Se contrabandean muchos abarrotes, cigarrillos y bebidas alcohólicas. Esto es lo que se está decomisando constantemente, a diario, en operativos en todas las áreas fronterizas", narró.

Las cifras oficiales del tráfico ilícito de mercancías reveladas por la Cámara de Industrias de Guatemala (CIG), uno de los más importantes gremios de la iniciativa privada de ese país, son contundentes, en un país que tiene vastos y desprotegidos límites fronterizos con cuatro naciones:

• Más de 200 mil galones de gasolinas y otros combustibles, que equivalen a un 10% del consumo guatemalteco, ingresan todos los días desde México a Guatemala sin pagar impuestos.
• Más de un millón y medio de cajas, de 24 unidades cada una, de aguas carbonatadas entran al año a suelo guatemalteco procedentes de México, pero también de El Salvador, Honduras y Belice.
• Cerca de 384 mil quintales de arroz, equivalentes al 25% del consumo al año de Guatemala, son introducidos desde México a territorio guatemalteco.
• Unos 175 millones de cigarrillos -18% del mercado local- que proceden de Belice (y desde Panamá por barco) son inyectados anualmente en la economía de Guatemala sin pagar impuestos. Más de 720 mil cajas de aceites y grasas -15% del consumo guatemalteco- son enviadas cada año de México a Guatemala.
• Un movimiento todavía sin cuantificar de pilas o baterías que son producidas en fábricas "piratas" ubicadas en Honduras y Guatemala, entra de manera constante al mercado guatemalteco.

"El contrabando resta competitividad a las empresas de Guatemala", aseguró el industrial guatemalteco Fernando López, presidente de la CIG. El tráfico ilícito de mercaderías, añadió, le provoca a la

sociedad una "pérdida de empleos formales directos e indirectos", desfinancia los programas sociales, incrementa la inseguridad y la criminalidad, genera riesgos a la salud pública con efectos "letales" y además perjudica a los consumidores por la falta de garantías de calidad de los productos.

Golpe a marcas locales

El fenómeno impacta en la industria guatemalteca, al agravar las desventajas competitivas frente a sectores que incumplen la normativa interna, deteriorar la imagen de las marcas locales y ocasionar la pérdida de mercados por problemas de rentabilidad ante el avance del "mercado negro", explicó López. Los industriales han exigido fortalecer la presencia militar y policial en las cuatro fronteras ante lo que describen como un problema que, según la CIG, "no sólo es de Guatemala, sino un flagelo mundial".

El contrabando de mercaderías agrava el conflictivo panorama de un país convertido en plataforma del narcotráfico internacional y de otras variadas modalidades de la delincuencia organizada, nacional y transnacional, que explotan negocios diversos como el tráfico ilícito de seres humanos, armas, maderas o bienes arqueológicos.

"Hay grupos debidamente organizados dedicados al contrabando. La Policía ha desarticulado un promedio de cinco a siete bandas tan sólo en 2014, con métodos científicos y tecnológicos para poder desbaratar redes completas", explicó el portavoz policial.

A fin de enfrentarse a las cadenas criminales que controlan esta actividad, las policías de Guatemala y El Salvador crearon lo que el vocero describió como policía binacional.

"Esto significa que las policías de los dos países tienen un derecho de paso de 20 kilómetros después de la frontera, para poder hacer acciones de rutina, persecuciones o capturas de personas que estén intentando ingresar objetos ilícitos a cualquiera de los dos países", informó.

Sin embargo, en lo que es una mezcla (a veces violenta) con mafias del narcotráfico o de otras operaciones criminales, el flujo ilícito de combustibles, aguas carbonatadas, arroz, aceites, grasas y baterías o pilas desde los cuatro países fronterizos sigue rodeando a Guatemala.