Los enfrentamientos sectarios entre partidarios y detractores del régimen sirio se reanudaron hoy en la ciudad de Trípoli, en el norte del Líbano, donde han muerto ocho personas y 90 resultaron heridas desde el pasado viernes.

Tras una noche de relativa calma, la tensión volvió a estallar entre los vecinos de los barrios rivales de Bab el Tebaneh, de mayoría suní, y Yabal Mohsen, de predominio alauí, secta a la que pertenece el presidente sirio, Bachar al Asad.

Los enfrentamientos, con granadas autopropulsadas y ametralladoras, se extienden por momentos a otros barrios de Trípoli, donde los francotiradores continúan activos, informaron a Efe fuentes de seguridad.

El ejército, blanco de ataques en los últimos días que han causado heridas a unos veinte soldados, sigue sin lograr pacificar la segunda ciudad del Líbano.

El repunte de la violencia ha obligado a los colegios y universidades, así como a numerosos comercios, a cerrar sus puertas en esta jornada.

También en el norte del Líbano, en la región fronteriza de Akkar, dos niños y dos militares sufrieron heridas al caer dos obuses disparados desde el lado sirio de la frontera en la localidad de Danke.

La seguridad se ha deteriorado en el Líbano desde el inicio del conflicto sirio en marzo de 2011, con un aumento de los enfrentamientos sectarios, los atentados terroristas y los secuestros, además de los bombardeos.

También se ha incrementado la brecha entre los libaneses, divididos entre partidarios y detractores del régimen sirio, que cuenta sobre el terreno con el respaldo del grupo chií libanés Hizbulá.

Ayer, un atentado con coche bomba se saldó con cuatro muertos y 43 heridos en el barrio de Haret Hreik, un bastión chií de Beirut, en una operación reivindicada por la rama libanesa del yihadista Frente al Nusra.

jram