Análisis. La nueva guerra por Sebastopol
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El conflicto en Ucrania está derivando en una nueva confrontación entre Estados Unidos y Rusia, además de representar una amenaza de guerra civil y división territorial en la república ex soviética que proclamó su independencia de Moscú en 1991, en la debacle del colapso comunista. Los sucesos de la última semana dan cuenta de la escalada de la crisis de "la revolución de la plaza" que tiró al presidente ucraniano Viktor Yanukovich, tras semanas de protestas que dejaron más de 80 muertos.
La caída de Yanukovich fue un golpe para Moscú que había logrado que Yanukovich cancelara un acuerdo de asociación de Ucrania con la Unión Europea (UE), en noviembre pasado, una decisión que detonó las protestas masivas de los ucranianos que prefieren estar más cerca de la Europa democrática y liberal que de la Rusia autoritaria.
La población rusoparlante ucraniana del este del país se opuso al nuevo gobierno de Kiev. La ruptura del frágil equilibrio político ha puesto a Ucrania en una encrucijada: ¿Bruselas (sede de la UE) o Moscú? Rusia quiere integrar a Ucrania a una asociación económica de ex repúblicas soviéticas. Para doblegarla, Moscú ofrece gas y créditos baratos. A cambio, Ucrania permite a Moscú compartir el puerto de Sebastopol, en Crimea, donde se asienta la principal flota militar rusa del Mar Negro. La base permite a Rusia acceder al Mar Mediterráneo. Históricamente, Crimea es un motivo de orgullo nacionalista para Rusia. El zar Alejandro II perdió la estratégica península en la guerra de Crimea (1853-1856), pero tras la victoria de los comunistas, Moscú la recuperó y la convirtió en una República Soviética Autónoma en 1921.
Liberada de una nueva ocupación, la del ejército nazi durante la Segunda Guerra Mundial, Crimea fue transferida de Rusia a Ucrania por Nikita Jruschov en 1954. El historiador Orlando Figes dice que desde entonces Crimea ha sido "una espina en las relaciones de Moscú con Kiev debido a que la flota rusa continúa estacionada en la estratégica península del Mar Negro".
Con el colapso de la Unión Soviética y la independencia de Ucrania en 1991, Crimea fue objeto de disputas entre Moscú y Kiev. Rusia anuló al año siguiente la transferencia de Crimea a Ucrania y la convirtió en república autónoma, su estatuto actual.
Rusia no cederá nuevamente Crimea. Tampoco parece dispuesta a permitir que la frontera occidental avance hacia Moscú con una alianza de Ucrania con la UE y con la OTAN. Ucrania ha sido un buffer State para Rusia, una frontera de seguridad. El presidente Vladimir Putin ya obtuvo la autorización del Parlamento ruso para desplegar tropas en toda Ucrania luego de tomar Crimea. El presidente estadounidense Barack Obama advirtió que habrá serias consecuencias para Rusia, pero su abanico de opciones, al igual que las de la UE, es muy limitado, como lo fue en el caso de la invasión rusa a la ex república soviética de Georgia en 2008. Algún aislamiento internacional de Moscú y ciertas sanciones. No más.