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La patología de la presidencia argentina

José Vales Corresponsal| El Universal
04:35Sábado 12 de octubre de 2013
Un simpatizante de la presidenta Cristina con su bicicleta espera noticias, frente a la Fundacin Fa

EXPECTANTE. Un simpatizante de la presidenta Cristina con su bicicleta espera noticias, frente a la Fundación Favaloro. (Foto: VICTOR R. CAIVANO AP )

La mayoría de los mandatarios, desde la vuelta de la democracia, pasó por el quirófano

BUENOS AIRES.— Con la recuperación de la democracia en Argentina, el cargo de presidente fue adquiriendo características propias. La mayoría de los presidentes, desde entonces, han pasado al menos una vez por el quirófano.

Cristina Kirchner no es la excepción y por segunda ocasión se vio sometida a una intervención quirúrgica que puso al mundo político local patas para arriba.

Quien inauguró ese ciclo patológico, en 1993, fue Carlos Menem (1989-1999), cuando promediaba su primer mandato y los médicos decidieron operarlo de la arteria carótida que se encontraba obstruida. Ya había pasado por la sala de operaciones un año y medio antes, pero por otros menesteres más estéticos que físicos.

El entonces presidente decidió aprovechar el postoperatorio y convirtió la sala donde se recuperaba en una verdadera mesa de negociaciones con la oposición, al reunirse con su antecesor, el ex mandatario Raúl Alfonsín.

Ambos acordaron allí abrir la puerta a la reforma de la Constitución que, a la postre, permitió a Menem la reelección en 1995.

Su sucesor, Fernando De la Rúa (1999-2001), también se sometió a una fugaz intervención quirúrgica por un problema glandular durante su no menos fugaz presidencia, que concluyó sangrientamente en diciembre de 2001.

“La política en Argentina y, por ende, la presidencia, se viven de manera muy dramática y cargada de estrés, lo que casi siempre repercute en el físico. Por eso la figura del vicepresidente, que al momento de su elección parece nimia, termina cobrando tanta importancia”, explicó a este corresponsal Nelson Castro, médico-periodista y autor de un libro donde habla acerca de los problemas de salud de los mandatarios argentinos.

Fue Castro justamente quien documentó con lujo de detalles la problemática de salud de Néstor Kirchner que lo llevó a su deceso el 27 de octubre de 2010. El ex presidente había sido operado en dos oportunidades durante ese año. En febrero de la arteria carótida izquierda y en septiembre para ser sometido a una angioplastia. Ya al comienzo de su gestión, en 2003, debió permanecer internado en Río Gallegos, capital de la provincia de Santa Cruz, por severos problemas crónicos en el duodeno.

En cuanto a la actual presidenta, Cristina Kirchner, fue en 2011, el año de su reelección y 14 meses después de quedar viuda, cuando comenzó a evidenciar deficiencias en su salud.

Fibroma en la garganta

En diciembre de ese año se le había detectado un fibroma en la garganta, por lo que los médicos decidieron operar en la última semana de ese año. Una vez en el quirófano desestimaron la posibilidad de un cáncer y no hubo más noticias hasta el sábado pasado, cuando los facultativos que la atendieron en la clínica de la Fundación Favaloro, le ordenaron un reposo de 30 días.

“Nadie del gobierno había informado sobre la caída que le provocó el hematoma en 2011 y menos la de hace un mes en las escalinatas del avión presidencial”, se quejó el diputado Fernando Solanas, para quien la salud de la presidenta es “una cuestión de Estado”.

El lunes, al observar nuevos síntomas, se decidió operar y así la jefa de Estado pasó por segunda vez durante su mandato a la sala de operaciones. Dicen que tendrá que guardar reposo por más de 45 días. El gobierno quedó, formalmente, en manos del vicepresidente Amado Boudou, pero el poder real lo administrará hasta su recuperación, el secretario Legal y Técnico de la presidencia, Carlos Zaninni. Así, Cristina está cumpliendo con la característica que acarrea el cargo de presidente de Argentina.



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