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Una tregua imperfecta

J. Jaime Hernández Corresponsal| El Universal
Jueves 17 de octubre de 2013

WASHINGTON.— Tras un acuerdo que detuvo el deslizamiento de Estados Unidos hacia el precipicio —y en el que es difícil hablar de ganadores y vencidos—, Barack Obama disfrutaba de la que quizá ha sido una de sus más contundentes victorias frente al Partido Republicano y ese puñado de extremistas del Tea Party que nunca le han reconocido legitimidad como presidente de EU.

El acuerdo, aunque imperfecto, se sellaba entre gestos de alivio, pero también de frustración porque, para una inmensa mayoría, sólo supone postergar una crisis que reaparecerá en el primer tramo de 2014, cuando Estados Unidos se vería acorralado de nuevo, ante la amenaza de la bancarrota y sumido en una lucha encarnizada para desmantelar o salvaguardar la ley de salud.

Mientras desde la Casa Blanca se evitaba cualquier atisbo triunfalista, el líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, John Boehner, se relamía las heridas tras una confrontación en la que fue utilizado como trapo y escudo por el sector más extremista de su partido, los miembros del Tea Party que ayer gritaban “traición” y lamentaban los términos de la “rendición”.

“La nuestra fue una batalla justa. Sólo que perdimos”, reconoció ayer Boehner, como un general humillado en la derrota, mientras daba un golpe de timón al centro y mendigaba los votos del sector moderado entre los republicanos y de esa minoría demócrata que, al final, se convirtió en su inesperada aliada para sacar adelante una iniciativa de ley que sólo marca una tregua en la larga batalla que aún deberán librar la Casa Blanca y el Partido Republicano para impulsar o frustrar la agenda del cambio de Barack Obama durante su segundo mandato.

Para los miembros del Tea Party, el acuerdo alcanzado ayer deja intacta la ley de salud, considerada como la “bestia negra” del movimiento conservador. Esto, aseguró Ted Cruz, es intolerable, porque el Obamacare “se ha convertido en la primera causa de despidos” entre aquellos empresarios que se han declarado incapaces de asumir los costos de esta reforma.

Una promesa imposible

El problema con el argumento de Ted Cruz, como ya lo había advertido el sector moderado de su propio partido, es que los líderes del Tea Party “engañaron a los electores” con una promesa imposible de cumplir.

“Prometieron un imposible”, acusó el republicano por Nueva York, Steve King, en alusión a la ausencia de votos en el Congreso para poder desmantelar una ley que fue sometida a un virtual plebiscito durante las presidenciales del 2012 y que fue ratificada por el Tribunal Supremo.

Pero si los republicanos se quejan de derrota, entre las filas del Partido Demócrata el acuerdo alcanzado ayer se parece a todo menos a una victoria. Entre otras cosas porque, aunque los republicanos han cedido en esta ocasión para no empujar a la nación al precipicio, regresarán en el 2014 con la esperanza de recortar el enorme déficit presupuestario, pero sin ceder en el disputado terreno de las exenciones fiscales de la era Bush que siguen cobijando a las grandes corporaciones.

Es decir, ese mismo esquema que ha permitido que, durante 2012, el 20% de la riqueza nacional quedara en manos del 1%, mientras un 50% se hiciera con el 10% de ese pastel que sigue sin llegar al sector más vulnerable, según los estudios de la Universidad de Berkeley.

“Hoy, más de 20 millones de personas necesitan de un empleo de tiempo completo, mientras el FMI ha proyectado un crecimiento del 1.5% en los próximos meses. En este escenario, hablar de la victoria de los demócratas y Obama, mientras los republicanos insisten en que no cederán hasta que haya más recortes, es muy difícil de hablar de victoria para los demócratas”, consideró la analista, Katrina van Heuvel.



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