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Una nueva Iglesia

José Vales Enviado| El Universal
Lunes 29 de julio de 2013

RÍO DE JANEIRO.— Con su estilo tan propio, con la cadencia de un cura de pueblo, el papa Francisco completó ayer su primer viaje pontificio, seduciendo a las multitudes y generando más dudas en los sectores más conservadores de la Iglesia, al ratificar que está decidido a poner fin de los papas emperadores y marcar las directrices de hacia dónde pretende llevar a la Iglesia.

Lo hizo en forma de mensajes y recomendaciones para todos. Para los sacerdotes, obispos y feligreses, en forma directa. Para los políticos y gobernantes, pero también para todos los sectores de la Iglesia cuando denunció la “hipocresía” en su seno.

En lo que a las cuestiones doctrinarias se refiere, marcó una diferencia con sus antecesores, Juan Pablo II y Benedicto XVI, lo que fue leído por los expertos “como una decisión de no hacer una cuestión de intervención política, aún cuando él esté abiertamente en contra, de temas como el matrimonio gay o el aborto”, lo que para el respetado vaticanista Marco Politti, “significa un avance”.

Propuso un iglesia “que esté en la calle haciendo lío” y siempre “al lado de los pobres y marginados”, sin dejar de cuestionar la corrupción en todas sus formas y “el elitismo”, incluso en la Iglesia. Sin embargo, demostró que a pesar de su estilo mantendrá ciertas posturas como su oposición a la despenalización de las drogas.

A los políticos los invitó a “rehabilitar la política” como el valor “más alto de la caridad”, propiciar el diálogo y “la cultura del encuentro”. No lo hizo delante de los presidentes en la misa de ayer, sino en el contexto de la crisis que vive Brasil, en la víspera.

Cada paso que dio el Papa aquí se ocupó en remarcar lo que viene haciendo desde que el 13 de marzo dijo “Buenas Noches”, en la Plaza de San Pedro, en sus primeras palabras como Sumo Pontífice. Que es un Papa bien cerca de la gente. “Desde los gestos que dio en moderar su vestimenta o hablar siempre de pie y no en el trono, demuestra que representa un cambio de época”, explica Politti, autor del libro Joseph Ratzinger, la crisis de un papado en una entrevista con la prensa local.

La forma de comunicarse y relacionarse con las multitudes, la decisión de hacer una opción preferencial por los pobres, revitaliza a sectores de la Iglesia que se creían en retroceso, como la Teología de la Liberación y las Comunidades Eclesiales de Base. El propio Leonardo Boff, silenciado por Juan Pablo II, se esperanza y con razón. “Esperamos que nos levante la punición a más 600 que en su momento nos llamaron a silencio, ahora que se percibe la llegada de otra iglesia”.

El Papa concluyó ayer su visita a Río y ahora lo esperan los serios problemas en el Vaticano, cuestiones técnicas y políticas. Hoy, de aquí, toda esa multitud que desató “la Papamanía”, se fue convencida de que otro modelo de Iglesia se está gestando.



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