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Sudafricanos montan guardia por Mandela

Ana Anabitarte Enviada| El Universal
Jueves 12 de diciembre de 2013
Sudafricanos montan guardia por Mandela

VIGILANCIA. Policías controlan a los asistentes a la capilla ardiente del ex presidente Nelson Mandela, en Pretoria. (Foto: IAN LANGSDON EFE )

El féretro recorrerá hoy y mañana las calles de Pretoria

PRETORIA.— Hay una creencia en África que dice que si llueve justo antes o durante un evento importante de tu vida es porque tus antepasados te han bendecido. Eso fue lo que ocurrió durante todo el funeral de Nelson Mandela celebrado el martes en el estadio Soccer City de Soweto, en Johannesburgo. No paró de llover, e incluso se vivieron unas temperaturas muy bajas.

Sin embargo, ayer cambió sorprendentemente el clima y lució un sol espléndido todo el día. Gracias a eso, miles de ciudadanos pudieron acompañar al cortejo de Mandela por las calles y esperar durante horas para ver su cadáver.

La abogada de 45 años Mapule Keetse fue una de las primeras en llegar ante el féretro de Mandela. Se puso en la fila a las seis de la mañana y después de acreditarse y sin poder llevar teléfono móvil ni cámara de fotos, a la una de la tarde llegaba en un autobús puesto por la organización para trasladar a la gente al patio del Union Building (sede del gobierno) donde estaba expuesto el cadáver. El mismo lugar desde el que Mandela gobernó cuando desde 1994 a 1999 fue presidente de Sudáfrica. “Ha sido un honor poder verle”, relató a EL UNIVERSAL junto a sus dos hijos: Tshiano de 14 años y Resego de 16.

“Estoy cansada, hambrienta, sedienta y triste, pero a la vez emocionada”, añadía. “Y también muy impresionada por su imagen. Estaba muy maquillado e hinchado. Y su rostro reflejaba el sufrimiento que ha vivido durante los últimos meses en los que estuvo conectado a una máquina. Así que ahora me ha parecido que descansaba en paz”, aseguró. También sus hijos estaban impactados pero felices con la experiencia de haber podido ver a Mandela. Aunque hayan tenido que esperar siete horas para poder pasar junto a su féretro unos segundos y sin ni siquiera poder pararse. “Le hemos visto. Parecía tranquilo. Feliz. En paz”, dijeron al unísoro.

El cuerpo del ex mandatario fue trasladado ayer desde el Hospital Militar de Pretoria, donde fue embalsamado, hasta el complejo de edificios que forman Union Buildings. Allí, en mitad del patio, que desde ayer se llama Auditorio Nelson Mandela, y custodiado por cuatro miembros del cuerpo de la Guardia de Defensa Nacional vestidos de blanco, fue colocado el féretro y se abrió la capilla ardiente. Primero pudieron verlo las autoridades sudafricanas y extranjeras, luego la prensa y después los ciudadanos.

El ataúd estaba cubierto por una sábana blanca y semiabierto, aunque tapado con un grueso cristal. Y su cadáver, muy maquillado y vistiendo una camisa en tonos marrones a juego con su piel. A su lado, su nieto mayor Mandela, actual jefe del clan familiar designado por el propio Madiba, observaba sentado en una silla el paso de la gente. Mucha. Quizá demasiada. Unos repartiendo pañuelos a los que no podían reprimir las lágrimas. Y todos custodiando que nadie tomara fotografías y vigilando que no hubiera incidentes. La amenaza a la prensa había sido que se confiscarían todas las cámaras y teléfonos encendidos. En todo el patio de armas, banderas a media asta en señal de duelo.

El presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, acompañado de Graça Machel, viuda de Mandela y quien no paraba de llorar, y de su segunda esposa Winnie Mandela —también llorando—, fueron los primeros en llegar junto con una larga comitiva de luto entre las que iban las hijas, los nietos y los bisnietos de Mandela.

Luego fueron otros jefes y ex jefes de Estado, además de otras autoridades, como el último presidente del régimen racista, Frederik de Klerk, con quien Mandela negoció su salida de la cárcel y el fin del apartheid (la segregación racial); el jefe de Estado de Zimbabue, Robert Mugabe, y de Sudán, Omar Hassan Al Bashir; y el cantante Bono del grupo U2. A las seis de la tarde, justo cuando las autoridades sudafricanas cerraron la capilla ardiente, una intensa lluvia caía sobre la ciudad.

Hoy y mañana el féretro con los restos de Mandela volverá a recorrer las calles de Pretoria envuelto en una bandera sudafricana para que los ciudadanos, igual que hicieron ayer entre lágrimas y silencios, en el recorrido desde el Hospital Militar hasta Union Building, formen una guardia de honor.

La muerte de Mandela, hace hoy una semana, ha conmocionado a Sudáfrica. Miles de personas procedentes de todo el país viajaron a Johannesburgo para depositar flores a las puertas de su casa y asistir a su funeral, otros lo hicieron a Pretoria para ver por última vez su imagen, y otros más se desplazarán a su aldea natal en Qunu, al suroeste del país, donde será enterrado el domingo.

Ayer el Ministerio de Desarrollo Social de Sudáfrica anunció la puesta en marcha, hasta el domingo, de un servicio telefónico abierto las 24 horas para atender a todas aquellas personas que quieran recibir apoyo psicológico como consecuencia de su muerte.

También ayer se reveló que la persona que hizo la traducción del lenguaje de signos durante el funeral celebrado el martes y al que asistieron casi un centenar de jefes y ex jefes de Estado y de gobierno “no seguía ninguna regla gramatical ni de estructura del idioma. Se estaba inventando los signos”, según denunció en Twitter el director de la Federación Sudafricana de Sordos, Bruno Peter Duchen, lo que desató la indignación de una sociedad sudafricana harta de los escándalos de corrupción del gobierno de Zuma. “Ni siquiera supo decir gracias”, añadió.

El gobierno sudafricano, que fue el organizador del evento y el que lo contrató, promete que lo va a investigar. Surrealista, pero cierto.



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