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Su legado y sus críticos

Ed Cropley / Reuters| El Universal
Viernes 06 de diciembre de 2013
Consiguió el voto para la mayoría negra, pero la economía la dominan los blancos

JOHANNESBURGO.— En los 10 años que estuvo retirado de la vida pública, Nelson Mandela dividió su tiempo entre una mansión en uno de los suburbios más ricos de Johannesburgo y su ancestral Qunu, una aldea del empobrecido Cabo del este de Sudáfrica.

El contraste no podría haber sido mayor. En un lugar sus vecinos eran los magnates blancos de la minería y banqueros que edificaron la ciudad —y también la mayor economía de África— a partir de las enormes reservas de oro del país. En el otro, los campesinos negros que vivían en modestas cabañas y subsistían con una precariedad casi inalterada durante siglos, y mucho menos en las dos décadas desde el fin del apartheid.

Aunque pocos cuestionan el logro de Mandela de evitar una guerra civil a comienzos de la década de 1990 y negociar pacíficamente el fin de tres siglos de dominio blanco, los sudafricanos comienzan a hacerse preguntas difíciles. A pesar de más de una década de acciones afirmativas para equilibrar las cosas bajo la bandera del “empoderamiento económico negro”, Sudáfrica continúa siendo una de las sociedades más desiguales del mundo y los blancos controlan enormes sectores de la economía.

En las palabras del líder sindical Zwelinzima Vavi, su estructura se parece al café irlandés: negra en la base con un poco de espuma blanca y algo de chocolate encima. Un hogar blanco gana en promedio seis veces más que uno negro y casi uno de cada tres ciudadanos negros está desempleado, contra uno de cada 20 blancos. Esos coeficientes atizan las críticas al acuerdo de 1994 que terminó con casi medio siglo de gobierno de la minoría blanca y convirtió a Mandela en el primer presidente negro de Sudáfrica.

Los números también respaldan la percepción que uno tienen en los barrios urbanos ricos, incluyendo Houghton donde vivía Mandela, donde 19 años después del nacimiento de su “Nación del Arco Iris”, la mayoría de los negros que uno ve son mucamas, guardias de seguridad o jardineros.

“Mandela fue demasiado lejos en ayudar a las comunidades no negras, en algunos casos a expensas (de los negros)”, dijo el presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, en un documental. “Eso es ser demasiado santo, demasiado bueno, añadió. Pero sus críticas a Mandela son replicadas en algunos rincones del Congreso Nacional Africano (CNA), el movimiento de liberación que unió fuerzas con los sindicatos y con el Partido Comunista para derrocar el apartheid.

La líder anti apartheid Winnie Madikizela-Mandela, acusó en 2010 a su ex esposo de venderse tras quebrarse durante los 27 años que pasó en la cárcel. “Mandela fue a prisión como un joven y ardiente revolucionario. Pero miren cómo salió... Mandela nos decepcionó. Aceptó un mal acuerdo para los negros. Económicamente estamos todavía fuera. La economía es principalmente ‘blanca’”, dijo. Incluso entre los académicos existe la percepción de que en su enfrentamiento con el entonces presidente Frederik de Klerk a comienzos de la década de 1990, el CNA dirigido por Mandela se centró demasiado en la busca de poder político en lugar de económico. La posición del CNA se tradujo en una frase popular en las fiestas de los blancos ricos: “Les damos el voto, pero nos quedamos con los bancos”.



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