WASHINGTON.— En un ambiente desangelado y de optimismo a la baja, poco más de 3 mil personas se congregaron ayer sobre el trayecto que media entre el Capitolio y el monumento a Lincoln para demandar lo que ya se antoja casi imposible para este 2013: una reforma migratoria que saque de las sombras a más de 11 millones de indocumentados y les ofrezca una vía a la ciudadanía.

“Vamos a hacer todo lo posible. Pero si no lo conseguimos este año, no dejaremos de luchar por ello”, aseguró con un tono entre realista y decepcionado el congresista demócrata por Arizona, Raúl Grijalva, en un evento que contó con la participación del grupo Los Tigres del Norte y Lila Downs para animar a un movimiento que vive sus horas más bajas, mientras la guerra entre demócratas y republicanos por el cierre de gobierno y el techo de la deuda les ha relegado en la lista de asuntos pendientes.

A pesar de que la mayoría de los asistentes la consideran una batalla perdida para 2013, todos se resistían ayer a declarar muerta la reforma migratoria que prometió Barack Obama desde 2007.

“Nuestra esperanza es que en la última semana de octubre podamos tener un consenso con los republicanos. Sería la última oportunidad antes de este fin de año”, reconoció Grijalva.

Él, junto con casi una decena de congresistas demócratas, se hicieron arrestar frente al Capitolio. Entre los detenidos figuraron también John Lewis, el activista afroamericano que 50 años atrás marchó por la misma ciudad junto a Martin Luther King en defensa de los derechos civiles, y Luis Gutiérrez, uno de los demócratas más activos en la lucha por la reforma migratoria.

Uno a uno, los congresistas, flanqueados por dos centenares de activistas que también se dejaron detener, fueron esposados por los agentes de policía desplegados frente al Capitolio. En medio de aplausos, vítores y gritos de “sí se puede” de los miles de manifestantes que los acompañaron, fueron conducidos a las furgonetas y autobuses de detención ya dispuestos, en un acto totalmente pacífico y acordado de antemano con las autoridades.

El senador demócrata por Nueva Jersey, Bob Menéndez culpó a los republicanos del estancamiento de la iniciativa de reforma migratoria. “Si no han salido las cosas ha sido por los republicanos en la Cámara Baja. Es ahí donde se han frenado las cosas. Nosotros presentamos una iniciativa consensuada desde junio pasado y la Cámara Baja no ha hecho nada”, lamentó.

Poco más de 3 mil personas —aunque los organizadores informaron de más de 15 mil asistentes— participaron en este acto que busca salvar a la reforma migratoria del estado comatoso en que parece estar, sin plazos, ni fechas concretas.

“Tenemos que arreglar un sistema migratorio que esta roto. Nuestra comunidad sigue sufriendo y vamos a hacer todo por lograrlo”, dijo el congresista republicano, José Díaz Balart, quien ha sido objeto de intensas críticas por el inmovilismo de su partido en la cámara baja. La presencia de Balart, que acudió en compañía de su compañera, Ileana Ros Lehtinen, no consiguió convencer a quienes durante los últimos años han contemplado la campaña antiinmigrante auspiciada desde el sector más extremo del Partido Republicano.

Durante el acto, los organizadores presentaron a quienes han sufrido ese ambiente de persecución contra la comunidad inmigrante. Tras la protesta, la Casa Blanca insistió en que “es hora” de aprobar una reforma migratoria, según dijo el vocero Jay Carney.

“Nosotros no podemos perder la esperanza. A mi madre la pude salvar de la deportación. Pero hoy sigue habiendo muchas familias que están siendo separadas”, consideró Erica Andiola, inmigrante de origen mexicano, miembro del movimiento de los soñadores y quien ayer acudió para empujar una reforma que se ha quedado momentáneamente sin aliento, convencido de que ésta llegará en 2014, 2015, 2016 o, quizá, hasta el 2017. (Con información de agencias)