WASHINGTON.— Con la cuenta regresiva apurando el paso hacia un escenario de caos financiero internacional, el presidente estadounidense Barack Obama inició ayer una nueva ronda de contactos con demócratas y republicanos para tratar de alcanzar un principio de acuerdo que levante el cierre de gobierno y eleve el techo de la deuda antes del 17 de octubre.

Los primeros en sentarse con Obama fueron los líderes del Partido Demócrata, con quienes analizó la estrategia a seguir en el curso de los próximos días. Según trascendió, durante el encuentro el presidente pasó revista a las iniciativas que avanzan desde el Senado para elevar el techo de la deuda antes del 17 de octubre, pero sin aceptar ningún añadido para revisar la ley de salud como exigen los republicanos.

La Casa Blanca confirmó que tras este encuentro el presidente se reunirá hoy con los miembros del liderazgo republicano para acallar así los ataques contra Obama por no sentarse a negociar. Aunque el presidente invitó a un nutrido grupo de congresistas republicanos, el liderazgo de ese partido contestó que sólo acudirá una delegación reducida encabezada por John Boehner, el líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes.

Aun así, el martes hubo algunos indicios de que ambas partes pudieran estar abiertas a un aumento del límite de la deuda ( 16.7 billones de dólares) y un fin temporal del cierre de gobierno, lo que les daría más tiempo para resolver sus diferencias. El republicano Boehner dijo a la prensa que no estaba “trazando líneas en la arena”, aunque evadió una pregunta sobre si elevaría el límite de la deuda y financiaría el gobierno por corto tiempo, diciendo: “No voy a meterme en demasiadas conjeturas”.

Horas más tarde, Obama dijo en una conferencia de prensa en la Casa Blanca que él “absolutamente” negociaría con los republicanos cada aspecto del presupuesto si el Congreso le enviaba primero una legislación a corto plazo para poner fin al cierre del gobierno y elevar el límite de la deuda.

Mientras el presidente intenta desactivar la amenaza de una crisis financiera internacional, los sondeos más recientes ofrecen una idea clara del rechazo de la mayoría de los estadounidenses hacia el papel que está desempeñando el Congreso.

Culpan a los conservadores

Por primera vez en muchos años, la valoración del Congreso se desplomó hasta el 5%, según una encuesta realizada por la agencia AP. La mayoría (62%) sigue considerando a los republicanos como los principales culpables de una situación que sigue causando un gran daño a millones de familias y empañando la imagen internacional de EU.

Aproximadamente la mitad dice que Obama o los demócratas en el Congreso tienen mucha culpa.

El sondeo indica que el Tea Party es algo más que una banda de descontentos en el paisaje político, como han sido descritos sus partidarios en el Congreso por los demócratas. En lugar de ello, son una fuerza considerable —y divisionista— entre los republicanos. Más de cuatro de cada 10 republicanos se identificaron con el Tea Party y esos tienden a decir que sus líderes deben mantenerse firmes en el enfrentamiento con los demócratas sobre el cierre del gobierno.

La mayoría de los estadounidenses desaprueban la forma en que Obama está manejando sus funciones, dice el sondeo, con 53% descontentos con su labor y 37% aprobándola.

Un precio elevado

Otra encuesta, de Gallup, revela que la aprobación del Partido Republicano ha caído hasta 28%, lo que da una idea del desgaste y el elevado precio que está pagando el partido en esta guerra por descarrilar la ley de salud, que es el más importante legado de la era Obama.

Un 33% de los estadounidenses señaló su descontento con el gobierno y los políticos electos como el problema más importante del país, la tasa más alta desde 1939, en que Gallup inició el sondeo de tendencias. Sólo 19% de los estadounidenses apuntó a la economía como el problema de mayor preocupación, en comparación con 59% que así opinaba en 2009.

Precisamente, en lo que parece una apurada estrategia de control de daños, el republicano por Wisconsin y ex candidato a la vicepresidencia, Paul Ryan, propuso ayer a sus correligionarios un plan para poder salir al paso del impasse.

Ryan sugirió negociar el fin del cierre de gobierno y elevar el techo de la deuda a cambio de discutir con los demócratas “modestas reformas estructurales” al programa de Medicare y a la Seguridad Social. El que Ryan no haya incluido explícitamente en su propuesta ninguna alusión a la ley de salud —Obamacare, como se le conoce—, desató el reclamo del sector ultraconservador que se ha empeñado en repudiar una legislación que ha entrado en una fase crítica de implementación para expandir y abaratar los costos de seguros médicos en todo el país.

El empeño del sector ultraconservador del Partido Republicano en descarrilar la ley de salud, se ha convertido en el principal problema para salir de un callejón de salida que amenaza con arrastrar al país hacia una nueva recesión.

“Los representantes del Tea Party se han quedado sin argumentos. Cambian continuamente de guión. Y hemos llegado a un punto donde son incapaces de salir de su propia trampa”, opinó el senador demócrata por Illinois, Dick Durbin, al considerar que los republicanos se equivocaron terriblemente al pensar que Obama reaccionaría de la misma forma que ocurrió en 2011, cuando aceptó extender las exenciones fiscales de la era Bush a cambio de obtener de los republicanos un voto tardío para elevar el techo de la deuda que castigó duramente la calidad crediticia de EU y retrasó la recuperación. (Con información de agencias)