WASHINGTON.— Con la cuenta regresiva antes de que finalice el calendario legislativo de 2013, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, apeló ayer al “imperativo moral” para presionar a la mayoría republicana en la Cámara Baja para que vote una iniciativa de reforma migratoria.

El presidente se reunió con líderes religiosos y miembros de su gabinete en la Casa Blanca, para tratar de evitar la muerte oficial de la reforma. “No hay razón para que los republicanos sigan retrasando el voto de una iniciativa de reforma que es un imperativo moral”, insistió Obama. Desde el martes, varios líderes religiosos y activistas protagonizan un ayuno para presionar en favor de la citada reforma.

Ayer, un grupo de 200 niños llegó desde Arizona para pedir un alto a las deportaciones que, en algunos casos, se han llevado a sus padres, y demandar una solución a una crisis humanitaria que impacta a millones tras la expulsión de 2 millones de indocumentados desde el inicio de la administración de Obama.

“Muchos de estos niños han experimentado el dolor de la separación de su madre o su padre, que los dejan al cuidado de amigos o familiares”, dijo Petra Falcón, directora de la organización Promesa Arizona.

Ayer mismo, el líder de la mayoría republicana, John Boehner, arrojaba un balde de agua fría sobre las expectativas de millones al asegurar que no permitirá que ningún proyecto de ley sea vinculado a la iniciativa de ley aprobada en junio pasado en el Senado para tratar de hacer realidad una reforma migratoria. “No tenemos ninguna intención de ir a una conferencia bicameral para discutir el proyecto de ley del Senado”, dijo.

“Los republicanos arriesgan más que antes al no apoyar un proyecto de reforma migratoria”, dijo Charles Spies, cofundador de Republicanos for Immigration Reform.