Mayoría de la nación rechaza entrar en otra aventura bélica
ALERTA. El portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, habla sobre la situación actual en Siria . (Foto: MICHAEL REYNOLDSEFE )
WASHINGTON.— El presidente Barack Obama agotaba ayer los últimos momentos de indecisión que lo han atenazado durante más de un año antes de ordenar el inicio de una intervención militar en Siria, que es rechazada por el 60% de los estadounidenses y supondrá un gasto de aproximadamente un mil millones de dólares al mes, según estimaciones del jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Charles Dempsey.
A la espera del informe desclasificado de inteligencia, que compartirá con la opinión pública nacional e internacional en las próximas horas, para tratar de vencer las resistencias en contra de una intervención militar de consecuencias imprevisibles, el presidente Obama mantenía una frenética ronda de contactos con los jefes de Estado y de gobierno de Francia, Reino Unido, Israel y Turquía.
Al mismo tiempo, las principales empresas demoscópicas mantenían la atención puesta en una opinión pública que se mantiene firme en su oposición a una nueva guerra de intervención, después de los mediocres logros en Irak y Afganistán, donde la población civil sigue sin ver la prometida paz y transición a la democracia prometida por EU.
A pesar del impacto que han dejado tras de sí las imágenes de mujeres y niños exterminados con armamento químico a las afueras de Damasco, el sondeo realizado por Ipsos-Reuters advierte que 46% de los estadounidenses siguen sin estar convencidos sobre los beneficios de una intervención que podría atizar aún más un conflicto regional que ya se extendió a Líbano y que ha expulsado a casi dos millones de refugiados a Jordania, Irak y Turquía.
Aunado a ello, el general Dempsey, el más renuente a una intervención militar, ha insistido en sus dudas sobre el alcance y la duración de una intervención militar quirúrgica que podría ser aprovechada por las numerosas facciones extremistas para consumar su asalto al poder.
“Debemos anticipar y estar preparados para un escenario de consecuencias inesperadas; como por ejemplo, el colapso del régimen y sus instituciones y sin una oposición viable. Podríamos conceder el poder, de forma accidental, a extremistas y perder el control del armamento químico que intentamos asegurar”, aseguró Dempsey en una carta dirigida este mismo mes a varios senadores para mostrar sus reservas a une intervención que hoy parece inevitable.
En su informe presentado al Congreso, Dempsey advertía que el costo de una guerra de tiempo y alcance limitado supondría una erogación de un mil millones de dólares, una inversión que el presidente Obama tendrá que justificar una vez que dé la orden de intervenir militarmente en Siria.