Los reinos árabes abrazan a Egipto
EL CAIRO.— El golpe de Estado y los sangrientos disturbios en El Cairo suponen una frustrante experiencia para Estados Unidos y los países europeos. No tanto porque les gustara la forma de gobierno de los Hermanos Musulmanes, sino porque están constatando que el nuevo gobierno ignora sus preocupaciones sobre lo que está ocurriendo, a pesar de sus generosos suministros de armas y ayuda financiera.
La postura del nuevo régimen egipcio respecto a Washington y Bruselas no tiene sólo que ver con la ola de nacionalismo que agita al país, sino también con las promesas de las monarquías con petrodólares de intervenir si se retiran los donantes occidentales. “Quienes anunciaron o amenazan con recortar su ayuda a Egipto deben saber que los Estados árabes e islámicos son ricos y no dudarán en ayudar a El Cairo”, dijo el ministro de Exteriores saudita, el príncipe Saud al Faisal.
No es ninguna coincidencia que el rey saudita Abdulá fuera el primer jefe de Estado en felicitar al presidente interino, Adli Mansur, tras el derrocamiento de Mohamed Mursi por parte del ejército. Y es que los Hermanos Musulmanes, la agrupación por la que fue escogido Mursi, está considerada por los monarcas árabes como una amenaza para sus propias aspiraciones.
Esta postura puede parecer paradójica, ya que el estilo de vida conservador que los monarcas islámicos del Golfo imponen a sus súbditos coincide con el que promulgan los Hermanos Musulmanes.
Pero los Hermanos Musulmanes propugnan un modelo contrario a las monarquías hereditarias y que aspira a estar al servicio de Alá, una idea atractiva para muchos jóvenes árabes del Golfo. La casa real de Arabia Saudita apoyó al jefe militar egipcio, Abdel Fattah al-Sissi, incluso después de que la semana pasada murieran unas 600 personas tras una actuación policial.
Según el rey Abdulá, lo que está ocurriendo a orillas del Nilo es “una lucha contra el terrorismo, contra el abandono del camino correcto y contra la división”. El monarca aconseja además a los Hermanos Musulmanes que se “arrepientan de sus errores”.
El resto de monarcas árabes han secundado las palabras de Abdulá. Tanto Kuwait como los Emiratos Árabes Unidos han prometido ayuda financiera al gobierno de transición egipcio. El único que sigue otro rumbo es el emirato de Qatar, que perdió con el cambio de poder en El Cairo. Tras la “primavera árabe”, la monarquía del emirato centró su política exterior en apoyar a los entonces fortalecidos Hermanos Musulmanes.
El joven emir de Qatar apenas manifestó su opinión tras el derrocamiento de Mursi, a principios de julio, y mantiene su suministro de gas al gobierno egipcio. Pero tras el violento desalojo de los campamentos de seguidores de Mursi, el Ministerio de Exteriores qatarí condenó la actuación del régimen contra los manifestantes pacíficos.