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Análisis. La estafeta de un estadista

Eduardo Mora Tavares| El Universal
Miércoles 11 de diciembre de 2013

En el homenaje de la comunidad internacional y el pueblo sudafricano al fallecido ex presidente Nelson Mandela se dio un encuentro breve, pero inusual, que de inmediato fue noticia mundial.

El presidente estadounidense Barack Obama dio la mano a su homólogo cubano Raúl Castro e intercambió con él unas palabras. El saludo fue significativo, si se considera que Estados Unidos y Cuba no tienen relaciones diplomáticas desde 1961 y sus intereses bilaterales son representados por Suiza.

Si bien estaba el antecedente de un saludo similar de Fidel Castro al presidente Bill Clinton en la Cumbre del Milenio de la ONU en Nueva York, en el año 2000, del que no hay una fotografía pública, y el saludo que se dieron Fidel Castro y el vicepresidente estadounidense Richard Nixon en Nueva York, en abril de 1959 —del que sí hay fotografías—, es la primera vez que ocurre entre los jefes de Estado de los dos países enfrentados, delante de miles de personas, en una ceremonia transmitida por televisión a todo el mundo.

Debe recordarse que la confrontación entre Cuba y EU se da casi desde el primer año de la Revolución cubana, cuando ésta comenzó a afectar intereses económicos estadounidenses, y llevó a EU a imponer un embargo económico a la isla, que aún se mantiene.

Esta confrontación tuvo episodios graves: la fallida invasión de los anticastristas entrenados por EU a Bahía de Cochinos (abril de 1961); la posterior crisis de los misiles nucleares soviéticos en Cuba (octubre de 1962), cuando el mundo estuvo a un tris de una guerra nuclear, y los frustrados intentos de la CIA de asesinar al líder cubano y derrocar a su régimen.

Si bien tanto la Casa Blanca como el propio Raúl Castro restaron importancia al saludo, diciendo la primera que no fue “planeado”, y explicando el segundo que “somos personas civilizadas” —el apretón de manos duró apenas seis segundos—, fue un momento estelar en un acto dedicado a honrar la memoria de un hombre que privilegió, por encima de las diferencias, la negociación y el diálogo, y que de ese modo, haciendo a un lado rencores y sentimientos de venganza, puso fin al régimen de segregación racial en Sudáfrica y evitó una guerra civil.

El saludo Obama-Castro no conducirá ni al fin del embargo estadounidense a Cuba, ni a la democratización de la isla, ni siquiera al restablecimiento de las relaciones diplomáticas, todo lo cual requiere un proceso diplomático y político de mayor alcance, con cambios internos en Cuba y en la política exterior de EU, pero fue un signo de inteligencia política que puede detonar cosas.

Obama, criticado de inmediato por el lobby cubano y algunos republicanos por darle la mano a un “tirano” a quien comparan con ¡Hitler!, se cuidó de señalar en su mensaje para honrar a Mandela que algunos de quienes lo elogian no toleran a sus propios disidentes, en una aparente alusión a Cuba. Con todo, con su gesto cortés hacia Raúl Castro, Obama se colocó como un estadista digno de tomar la estafeta dejada por Mandela, quien como el Cid Campeador, sigue ganando batallas después de muerto, en este caso, en favor de la paz y el entendimiento entre enemigos.

 

eduardo.mora@eluniversal.com.mx



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