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Francisco, contra liberalizar las drogas

José Vales Enviado| El Universal
Jueves 25 de julio de 2013
Francisco, contra liberalizar las drogas

FELIZ. Fieles católicos saludaron al Papa en la Basílica de Aparecida . (Foto: NACHO DOCE REUTERS )


APARECIDA, Sao Paulo.— “Con frecuencia se abre camino en el corazón de muchos una sensación de soledad y vacío, y lleva a la búsqueda de compensaciones, de estos ídolos pasajeros”. Esa fue la frase y el pasaje fundamental de la primera homilía ofrecida por el papa Francisco ante una multitud a la que poco le importaron las lluvias incesantes y las bajas temperaturas para aguantar desde la noche anterior, a fin de ver al jefe de la Iglesia católica en la Basílica de Nuestra Señora de Aparecida.

Así comenzó el Santo Padre su tercer día en Brasil y lo terminó en el hospital San Francisco de Asís, un centro de recuperación para jóvenes con problemas de drogadicción, donde Francisco condenó cualquier tipo de despenalización de las drogas. “No es dejando libre el uso de las drogas que se va a reducir la dependencia química”, sentenció, mientras el frío y la lluvia incesante conspiraban contra todos.

Fustigó a los “mercaderes de la muerte” y dijo que “la plaga del tráfico de drogas, que siembra dolor y muerte, exige de toda la sociedad un acto de coraje... pero no es liberalizando el uso de las drogas, como se discute en distintas partes de América Latina, como se logrará disminuir la influencia de la dependencia química”.

En Aparecida, Francisco celebró la primera misa multitudinaria de las varias que va a oficiar en su estadía en Brasil, ante más de 200 mil personas. Y dijo que regresará en el 2017, en septiembre, cuando se cumplan 300 años de la aparición de la Virgen patrona del país.

Desde las últimas horas de la noche del martes, la capital católica brasileña mostraba una fisonomía particular para la época. Miles de fieles ya ocupaban su lugar dentro y fuera de la basílica a la espera de ver y escuchar al primer Papa sudamericano.

“Es verdad que hoy más o menos todas las personas, también nuestros jóvenes, experimentan la fascinación de tantos ídolos que se colocan en el lugar de Dios y parecen dar esperanza: el dinero, el poder, el éxito y el placer”, fue el párrafo más fuerte de la homilía.

El Santo Padre llegó después de las nueve de la mañana a bordo de un avión a la ciudad de San José Dos Campos y de allí fue llevado en helicóptero militar hasta las cercanías del santuario, donde lo aguardaba la fervorosa multitud que resistió todo, incluso la mala organización policial que no dejaba a los fieles ocupar las sillas vacías en el exterior de la basílica y que generó momentos de tensión entre feligreses y efectivos.

A bordo del papamóvil, y acompañado de su amigo el padre carioca Alexander Aoui, Francisco recorrió varias avenidas y ordenó frenar la marcha en varias ocasiones para bendecir en la frente, besar a niños y niñas y responder con una sonrisa, lo más grande posible, a los feligreses.

Una vez en el púlpito, volvió sobre el objetivo central de este viaje, los jóvenes. “El arrojo y generosidad que caracteriza a los jóvenes, hay que acompañarlo en el proceso para que se conviertan en protagonistas de la construcción de un mundo mejor”.

Emocionado, Francisco bendijo la imagen de Nuestra Señora de Aparecida. Pidió perdón por no hablar “brasileiro” y almorzó en el convento del Bom Jesús. Luego visitó a un grupo de monjas de clausura y regresó a Río de Janeiro.

En la tarde, el Papa visitó y bendijo la inauguración del nuevo hospital San Francisco, en la Tijuca, zona norte de Río. Siguió sin escuchar las recomendaciones de los expertos en seguridad y, a pesar de la lluvia, volvió a recorrer el trayecto con la ventanilla abierta y con la mano afuera saludando permanentemente a la gente.

Acompañado del arzobispo de Río, monseñor Oraní Tempesta, llegó al hospital, donde saludó a los internos, drogadictos en su mayoría, y charló con muchos de ellos para cerrar su ardua jornada, marcada por un intercambio mutuo de cariño.

“Dejé el santuario de Aparecida para visitar un santuario del sufrimiento como éste”, dijo el Papa tras recibir el saludo y el testimonio de varios pacientes, a quienes invitó a no dejar que “les roben la esperanza, pero tampoco robemos la esperanza”.

Hoy, el Papa recibirá las llaves de la ciudad y visitará la favela Videgail, donde oficiará una misa, para luego encontrarse con la colectividad argentina en la catedral. Al caer la noche saludará a los jóvenes de la Jornada Mundial de la Juventud, en Copacabana, donde todo parece indicar que se extenderá la corriente de alegría y cariño que lo recorre todo, ya sea en Aparecida o en Río.



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