Filipinas: saqueos y caos tras paso de tifón
MANILA (Agencias).— A dos días del paso del tifón Haiyan por Filipinas, en el país reinaba ayer el caos y la ciudad de Tacloban fue escenario de saqueos por parte de personas desesperadas en busca de alimentos, medicinas y otros artículos.
Mientras tanto, los equipos de rescate continuaban con la búsqueda de supervivientes de uno de los peores tifones de la historia, que se cree ha causado la muerte de 10 mil personas sobre todo por la subida del mar, que inundó las ciudades. Oficialmente hay 552 muertos.
Haiyan llegó hoy, debilitado, a Vietnam, donde ya hay cinco muertos. Las autoridades evacuaron a 600 mil personas en la zona litoral central y norte del país. El tifón se dirigía a Chinam que está en máxima alerta; las autoridades confirmaron seis desaparecidos en el mar, ayer, y ocho muertos en Taiwán, el sábado, arrastrados por olas de hasta 8 metros.
El tifón se debilitó considerablemente después de impactar Filipinas, donde cortó el suministro eléctrico, las comunicaciones, dañó los aeropuertos y bloqueó las carreteras con escombros al azotar el este y centro de Filipinas, lo que complica mucho las labores de rescate y dejó a cientos de miles de afectados sumidos en montañas de ruinas.
El secretario de Defensa de Estados Unidos, Chuck Hagel, ordenó al Comando del Pacífico movilizarse para apoyar a Filipinas en las tareas de ayuda humanitaria, al tiempo que el presidente Barack Obama expresó su tristeza por la destrucción provocada por el tifón.
La Comisión Europea ha puesto a disposición de Filipinas tres millones de euros en ayuda humanitaria, mientras Bélgica envió expertos en ayuda sanitaria y humanitaria, al tiempo que Rusia ofreció enviar 50 efectivos y Alemania anunció un paquete de ayuda de 500 mil euros.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, urgió a la comunidad internacional a seguir mostrando su solidaridad a los filipinos.
“No desesperen, la ayuda está en camino”, prometió el presidente del país, Benigno Aquino, a sus ciudadanos en una visita a Tacloban.
El jefe de policía de Tacloban llegó a hablar de 10 mil muertos, pero el presidente no quiso confirmarlo. “Las cifras son alarmantes”, dijo Aquino, “pero nuestra prioridad son los supervivientes”.
El mandatario criticó a las autoridades locales y regionales por el alcance de los daños pese a que días antes ya se había advertido de la peligrosidad de Haiyan, que se estima ha sido el peor tifón desde 1979.
Las autoridades de gestión de castástrofes de Samar Este, ubicada al este de Tacloban, hablaron de 300 muertos y d0s mil desaparecidos. También en las islas más al oeste el grado de destrucción era tremendo. Localidades enteras quedaron arrasadas, como Concepción y Sara, en la provincia de Iloilo.
“Hemos ordenado que se entierre a las víctimas y lo haremos en fosas masivas porque (los cadáveres) son un peligro para la salud”, dijo Aquino. Los equipos de rescate enfrentaban ayer una tarea ingente porque los aeropuertos están destruidos, los puertos dañados y las calles intransitables. Las localidades apartadas siguen incomunicadas aunque por la tarde pudo repararse una torre que devolvió la señal de móvil a Tacloban, según escribieron en Twitter los residentes.
En toda la provincia de Leyte, la más afectada, se produjeron saqueos, señaló Roger Mercado, gobernador de la adyacente provincia de Leyte Sur. Cientos de policías de Manila fueron enviados a Tacloban, de unos 220 mil habitantes, para ayudar a restaurar el orden en las zonas devastadas, señaló el portavoz Reuben Sindac.
“Todo es un caos ahora en Tacloban”, indicó Mercado en una entrevista televisiva. “Hay saqueos y la gente incluso está destruyendo los cajeros automáticos para sacar dinero”. Los dueños de las tiendas están pistola en mano en la puerta para ahuyentar a los saqueadores, dijo. También fue saqueado un convoy de camiones con bienes de ayuda cuando estaba a 20 kilómetros al sur de Tacloban, informó el jefe de la Cruz Roja, Richard Gordon. Los paquetes iban a servir para abastecer a cinco mil familias, lamentó.
Las imágenes desde Leyte mostraban el nivel de destrucción. A lo largo de kilómetros no se veía más que escombros donde antes había cabañas y casas. Grandes barcos cargueros fueron arrastrados hasta la costa por el inmenso oleaje. En las calles había cadáveres por todas partes cubiertos con lonas.
La gente, en algunos casos descalza, buscaba comida entre las ruinas. Las familias con niños pequeños se reúnen bajo lonas que han instalado como techo improvisado.
“La tormenta fue enorme, había ventanas estallando, tejados volando, desperdicios... En mi vida he visto nada igual”, dijo Lynette Lim, cooperante de la ONG Save the Children. “Se veía cadáveres por las calles. Las familias volvían a sus casas... pero no había nada”, asegura la cooperante.