El parto en Israel de una joven siria
SOLIDARIA. Una enfermera atiende a la mujer siria y su bebé en el hospital Ziv de la ciudad israelí de Safed. (Foto: ESPECIAL )
JERUSALÉN.—Esta emoción aún no la habían vivido. En el hospital Ziv en la ciudad israelí de Safed (Tzfat en hebreo), ya están acostumbrados a atender a heridos llegados del otro lado de la frontera, del infierno de la guerra civil en Siria… pero el parto de una mujer siria en sus instalaciones… eso ya es otra cosa.
Pues esta semana se hizo historia, al nacer por primera vez en un hospital israelí, el Centro Médico Ziv, un bebé sirio de 3 kilos y 200 gramos, cuya madre, una jovencita primeriza de 20 años, pidió expresamente ayuda a Israel cuando de hecho ya estaba en medio del trabajo de parto.
Una ambulancia del ejército israelí la trasladó desde la frontera en la zona de Kuneitra en la que vive hacia el hospital en Safed, avisando a los paramédicos militares de al Ziv ya en el camino cuál era su situación.
La dinámica ya es conocida por los más de 150 heridos sirios que recibieron tratamiento en el mencionado hospital. Alguien se acerca a la línea de frontera con la esperanza de que pase una patrulla y cuando los soldados se hacen ver y distinguen a gente que necesita asistencia, se acercan y transportan al herido hacia el lado israelí.
Pero esta vez, al contactarse los soldados con el hospital, no pedían hablar con la sala de Trauma y Medicina de Emergencia para informar cuál es la entidad de la herida y qué órganos parecen afectados, sino algo muy diferente. Hablaron con la sala de partos y anunciaron: “Estamos en camino con una parturienta. Será su primer hijo... y ya tiene siete centímetros de apertura del cuello uterino”.
“Por supuesto que es algo mucho más refrescante y alegre que todo lo demás que hemos visto”, manifestó a EL UNIVERSAL el doctor Óscar Embón, Director del Hospital, recordando que al atender a los numerosos heridos de la guerra civil en Siria que llegaron al Ziv, se han topado allí “en general con casos graves, con chicos mutilados, con grandes tragedias”.
“Y de pronto tenemos esta alegría, no una enfermedad, tenemos un parto con un bebé que nació sano… es hermoso”, resumió.
Según un comunicado publicado por el hospital, la joven madre contó que en la aldea en la ella reside, en la zona de Kuneitra, hay toque de queda y no se logra acceso alguno al hospital. “No había ninguna partera en la aldea que pudiera ayudarme”, contó la mujer , señalando que en su calidad de enfermera ya sabía claramente que no pocos heridos sirios habían recibido tratamiento en Israel. “Cuando sentí las contracciones, pedí que me llevaran a la frontera, con la esperanza de que el ejército israelí me permita recibir ayuda médica. Afortunadamente, una patrulla israelí me divisó, notó que yo estaba sufriendo de fuertes dolores, me recogió y me transfirió a un hospital en Israel”, contó.
La joven siria confesó que temía llegar a Israel, pero que “lo que más me preocupaba era mi bebé por si surgían complicaciones en el parto”. Respiró aliviada no sólo porque su pequeño nació sano y bien, sino por el trato que recibió.
Según el comunicado del hospital la joven dijo que “los médicos y parteras me trataron con dignidad y sensibilidad y todo fue exitoso en el parto”. La joven agregó: “No siento que estoy en un país enemigo, todos me ayudan y me cuidan”.
Para el doctor Embón, la condición de enemigos puede ser más apropiada para las relaciones entre regímenes, no entre pueblos.
Estima que si la situación fuera inversa y alguien de Israel necesitara ayuda médica en Siria, probablemente no la recibiría de la misma forma.
“Pero a mí eso no me importa. Tenemos que hacer las cosas bien. Y si ayudamos, sea a heridos o a una joven que va a dar a luz, estamos haciendo algo que vale la pena”, aseguró.