CIUDAD DEL VATICANO (EFE y AP).— El papa Francisco saludó y abrazó ayer durante más de una hora uno a uno a todos los enfermos y discapacitados que abarrotaron el Aula Paulo VI y tuvo una caricia, una palabra o un beso para cada uno de ellos, la mayoría en silla de ruedas.

El Pontífice argentino se reunió con numerosos enfermos y con miembros de la Unión Nacional Italiana del Transporte por Enfermedad a Lourdes y a Santuarios Internacionales (Unitalsi, en sus siglas en italiano) en el aula Paulo VI del Vaticano, con ocasión del 110 aniversario del nacimiento de la asociación. Tras su discurso, el Papa bajó del estrado y una gran avalancha de gente —en el aula se encontraban unos mil enfermos y discapacitados— se acercó a él, poniendo a los servicios de seguridad vaticanos en aprietos.

Francisco recorrió cada fila de la sala y saludó uno a uno a todos los enfermos, la mayoría de ellos en silla de ruedas, que lo abrazaron , besaron y a los más graves les colocó sus manos en la cabeza durante un rato.

Muchos le entregaron cartas, le enseñaron fotos, le regalaron libros y le hicieron confidencias. “Bendice a nuestros hijos”, exclamaron algunos padres de niños enfermos. Un menor de unos 8 años le entregó un solideo blanco que Francisco se colocó en la cabeza y le regaló el suyo. E Papa dijo a los enfermos que no se avergüencen de ser “un tesoro precioso para la Iglesia”.