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El enigma que hizo temblar a EU

Eduardo Mora Tavares| El Universal
Domingo 24 de noviembre de 2013
El enigma que hizo temblar a EU

FICHA POLICIACA. Oswald recibió un balazo de Jack Ruby el 24 de noviembre de 1963, en el cuartel policial de Dallas. (Foto: REUTERS )

El asesino de John F. Kennedy se había mostrado como un cazador mediocre en la URSS y era incapaz de cambiar las pilas de un radio, aunque como marine operó un radar en una base militar en Japón

eduardo.mora@eluniversal.com.mx 

Apenas pasadas las 11:20 de la mañana del domingo 24 de noviembre de 1963, Lee Harvey Oswald apareció por la rampa subterránea del cuartel de la policía de Dallas, Texas, custodiado por el capitán J. Will Fritz y cuatro detectives, para ser llevado en un camión blindado a la cárcel del condado.

En la rampa que conducía a Main Street se encontraban camarógrafos y periodistas. Cuando el detenido había caminado unos tres metros, Jack Ruby se atravesó entre un reportero y un detective y, con una pistola calibre .38 que tenía en su mano derecha, disparó al abdomen de Oswald, causando una gran conmoción: un pistolero ejecutaba, ante la mirada de numerosos testigos y de millones que lo veían por televisión, al hombre acusado de asesinar al presidente estadounidense John F. Kennedy.

Inconsciente, Oswald fue trasladado al hospital Parkland Memorial, donde dos días antes había sido declarado muerto JFK. Oswald murió a la 1:07 de la tarde de ese domingo. Su muerte agregó una enorme dosis de incertidumbre y confusión a la tragedia del 22 de noviembre de 1963, cuando JFK fue asesinado por dos disparos de Oswald, uno que entró por la parte trasera de su cuello y salió para herir también al gobernador de Texas, John Connally, que acompañaba al presidente en una limusina descubierta, y otro que impactó la cabeza del mandatario y literalmente lo descerebró, según el informe oficial de la Comisión Warren.

¿Había Ruby “silenciado” a Oswald para evitar que hablara sobre el magnicidio? La pregunta surgió de inmediato y algunos investigadores aseguran que pensaron desde el momento mismo en que Oswald fue presentado como sospechoso de matar a JFK, que iba a ser asesinado.

Un testigo clave

James Tague, un vendedor de automóviles en Texas que resultó herido levemente en la mejilla derecha por el rebote en el pavimento de una tercera bala que erró en el blanco, cita en su libro LBJ and the Kennedy Killing, publicado en octubre pasado, las amenazas de muerte lanzadas de inmediato contra Oswald, aunque considera que Ruby no formó parte de ninguna conspiración y mató a Oswald sólo por hacerle un bien a Estados Unidos.

Testigo del asesinato de JFK, Tague fue el tercer herido por los disparos de Oswald. El testimonio de Tague ante la Comisión Warren encargada por el presidente Lyndon B. Johnson de investigar el crimen, obligó a cambiar la hipótesis inicial de los investigadores oficiales cuando su trabajo llevaba meses de avance en 1964.

Esa hipótesis primera, ofrecida por el poderoso director del FBI, Edgar Hoover, enemigo declarado del fiscal general, Robert Kennedy, señalaba que una bala hirió a Connally y otras dos a JFK. La que pegó a Tague, en consecuencia, no podía ser una cuarta bala. Surgió entonces la teoría de la “bala mágica”: una bala hirió a JFK y a Connally y quedó casi intacta; otra mató a Kennedy y una tercera pegó en el pavimento y rozó la mejilla de Tague.

Oswald apenas pudo defenderse durante su corta detención (menos de 48 horas) de las acusaciones en su contra: matar a JFK y luego, en su huida, al patrullero J. D. Tippit. Oswald negó haber disparado contra el presidente y aseguró que era un patsy (chivo expiatorio). Las conclusiones de la Comisión Warren lo señalaron como el asesino solitario de JFK. Pero las dudas persisten cuando han transcurrido 50 años del magnicidio.

¿Formó Oswald parte de una conspiración? ¿Fue, en efecto, un chivo expiatorio? ¿Alguien más disparó contra JFK? La extraña vida de Oswald lo hacía parecer el asesino perfecto del presidente.

Su operación de un radar en una base secreta de EU en Asia; su deserción y su residencia en la Unión Soviética; su matrimonio con la rusa de 19 años Marina Nikolaevna Prusakova; su regreso a EU; sus nexos en Texas con George de Mohrenschildt, vinculado a la CIA; sus simpatías con grupos procastristas en Nueva Orleáns y su viaje a la Ciudad de México semanas antes de asesinar a JFK para solicitar una visa y viajar a Cuba y a la URSS, sólo aumentaban los ingredientes para cultivar teorías conspirativas.

Una obra clave para entender al asesino de JFK es Oswald’s Tale. An American mistery, del escritor Norman Mailer, publicada en 1995. Para Mailer no es importante preguntar si Oswald tenía las habilidades para disparar certeramente, con un viejo rifle desde un sexto piso, contra una persona en un vehículo en movimiento, sino si tenía el alma de un asesino. Mailer dice que sí la tenía y que lo hizo porque no podía desaprovechar la oportunidad que el destino y la historia le dieron al colocarlo en la ventana del Depósito de Libros de Texas, en Dallas, donde trabajaba.

En su reconstrucción novelada de la vida del asesino de JFK, Mailer sostiene que Oswald era un marxista que devino en nihilista, frustrado y decepcionado por la realidad de la URSS y de su propio país. De acuerdo con Mailer, Oswald mató al presidente con un sentido de misión para posibilitar un mundo nuevo. De ese modo, Oswald se convirtió en el “antihéroe”, en “el primer fantasma que causó un terremoto cuyas réplicas aún se sienten en EU”.

Oswald, de hecho, había contado a Marina que había huido a la URSS porque no le gustaba la guerra, no quería ser parte de eso. En la obra de Mailer, Marina recuerda lo que a Lee, o “Alik”, como le llamaban en Rusia, le disgustaba de EU: el desempleo, la discriminación, y lo caro de la educación y de la atención médica. Pero Oswald admitía que en EU había más democracia: cualquiera puede decir lo que quiera en radio y televisión y las tiendas tienen todo lo que necesite la gente si tiene dinero.

El paso de Oswald por la URSS, donde vivió de octubre de 1959 a junio de 1962, fue tormentoso. Cuando se le negó el permiso para residir, se cortó las venas en su hotel, aunque superficialmente. Luego consiguió dinero (5 mil rublos de la Cruz Roja), empleo (con un sueldo de 700 rublos mensuales) y departamento para él solo en Minsk, donde se enamoró y se casó con Marina. Oswald trabajó en la fábrica de radios Horizon, compró un rifle y se afilió a un club de cacería. Quienes lo conocieron allí dicen que Oswald era un cazador mediocre que no mataba nada. Tampoco era un James Bond porque no podía poner pilas a un radio. Nunca hizo nada que pudiera inquietar a la KGB.

En sus primeros días en Moscú apenas si se atrevió a caminar unas cuadras para comprar un helado en una tienda de niños. Le gustaba la música de Tchaikovsky y quería tener un hijo al que pondría por nombre David y que, decía, un día podía ser presidente de EU. En realidad, tuvo dos hijas: June, nacida en Rusia el 15 de febrero de 1962, y Audrey Marina Rachel, nacida en Texas el 20 de octubre de 1963.

El hecho de que Oswald hubiera sido operador de radar en la base estadounidense de Atsugi, Japón, de donde partían los aviones U-2 que espiaban a Rusia y China, lo hacía interesante para la KGB, aunque al parecer la agencia rusa comenzó a espiarlo con micrófonos ocultos en su casa cuando manifestó su deseo de volver a EU. Alguna vez Marina le preguntó a Oswald si era un espía y él le respondió: “Y qué si lo fuera”. Luego le dijo a ella que sólo estaba bromeando. Oswald era un enigma.

A su regreso a EU, Oswald recibió apoyo económico de Mohrenschildt, otro personaje enigmático que presuntamente pasó el invierno de 1960-1961 en Guatemala, donde entrenó a anticastristas de la fallida invasión de Bahía de Cochinos en abril de 1961. Oswald mostró sus simpatías por la revolución cubana y distribuyó panfletos del grupo procastrista Juego Limpio para Cuba en Nueva Orleáns. Se ofreció igualmente como voluntario al Partido Comunista de EU.

Algunos analistas creen que Oswald, quien trabajó para Jaggars-Chiles-Stovall, una compañía que hacía mapas fotográficos para el ejército, era un provocador. En marzo de 1963 Oswald compró por correo, por 12 dólares, un rifle Mannlicher-Carcano de 6.5 mm con el que según la Comisión Warren mató a JFK. También compró un revolver Smit&Wesson calibre .38 con el que mató a Tippit. El 10 de abril de 1963 intentó asesinar al general retirado anticomunista Edwin Walker.

El paso por México

Semanas antes del magnicidio, Oswald viajó a México. De acuerdo con el recuento de Mailer, salió de Houston el 26 de septiembre, cruzó la frontera por Nuevo Laredo y llegó a la Ciudad de México un día después. Se alojó en el Hotel del Comercio de la colonia Buenavista y el mismo día 27 de septiembre se presentó en el consulado cubano para obtener una visa para viajar a Cuba por 15 días para luego ir a la URSS. Fue atendido por Silvia Durán, con la que se alega tuvo un affair, que ella niega, y por el cónsul Eusebio Azcue, quien le dijo que debía llenar una solicitud y llevar 5 fotografías tamaño pasaporte.

Cuando volvió al consulado, le explicaron que la mejor manera de agilizar los trámites era obtener la visa rusa, proceso que le dijeron tardaría varias semanas. Oswald fue a la embajada rusa que estaba a dos cuadras, donde lo atendió Valery Kostikov, a quien le dijo que quería una visa para volver a Rusia. Kostikov llamó a otro funcionario, Oleg Nechiporenko, quien le explicó que el trámite debería hacerlo en EU, su país de origen, y que eso podría tardar cuatro meses. Oswald se enfureció y dijo que para él “todo podría terminar en tragedia”.

Oswald se fue disgustado y volvió el sábado 28 a la embajada soviética. Lo atendieron Pavel Yatskov y Kostikov. Oswald dijo que quería salir de EU porque el FBI lo vigilaba y sacó una pistola que puso en el mostrador. Kostikov tomó la pistola, se la pasó a Pavel y éste le quitó las balas. Luego apareció Nechiporenko, quien repitió la argumentación negativa. Le devolvieron la pistola y las balas pensando que si estaba amenazado la necesitaba y Oswald se fue de la embajada rusa. El domingo 29 de septiembre, Oswald fue a una corrida de toros y el lunes 30 llamó a Nechiporenko para preguntarle por la visa y éste le dijo que no la tenía. Decepcionado, Oswald fue a la terminal de autobuses y compró su boleto para volver a EU.

Tras la humillación de los representantes de los países socialistas, Oswald partió el miércoles 2 de octubre de la Ciudad de México hacia Texas. Semanas después, se encontraría con la historia y la muerte en Dallas. Al morir tenía sólo 24 años.

Según Anthony Summers, autor de Not in Your Lifetime. The assasination of JFK, (2013) la figura de Oswald permanece “en la niebla de una investigación incompleta y la ausencia de una voluntad oficial seria de descubrir la entera verdad”.



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