Lo + de 2013. Egipto, rebelión y sangre
ENOJO. Simpatizantes de Mursi lanzan piedras contra la policía, en noviembre. (Foto: MOHAMED ABD EL GHANY REUTERS )
maria.galvan@eluniversal.com.mx
Manifestaciones masivas, un presidente caído y sangre derramada. El escenario parece ser el mismo, aunque los actores están justo del lado opuesto de donde se encontraban hace dos años. La constante: un país, Egipto, en crisis y dividido.
Para una de las naciones representativas de la Primavera Árabe, 2013 fue un año turbulento. Los Hermanos Musulmanes, que en junio de 2012 vieron a uno de los suyos, Mohamed Mursi, imponerse en las presidenciales del país que cerraron el capítulo de la dictadura de Hosni Mubarak, son hoy un grupo ilegalizado, mientras que los militares, que sufrieron un duro golpe con la renuncia obligada de Mubarak en 2011, están de regreso en el poder.
Tras la aprobación de una Constitución en 2012 que la oposición criticó como “hecha a medida de los Hermanos Musulmanes”, el 30 de junio de 2013, furiosos por la reducción a las subvenciones a los alimentos y carburantes, cientos de miles de personas tomaron las calles y exigieron al presidente dejar el cargo. Las protestas estuvieron encabezadas por Tamarud (rebelde o rebelión, en árabe), un movimiento primordialmente juvenil.
Los militares dieron a Mursi un plazo de 48 horas para solucionar la crisis y el 3 de julio se hicieron del poder, encarcelando a Mursi y suspendiendo la Carta Magna.
Se nombró un gobierno interino, hasta hoy encabezado por Adli Mansur —entonces presidente del Tribunal Constitucional—, aunque para muchos, el hombre fuerte de Egipto es el presidente del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, Abdul Fatah Al-Sisi.
Pero los simpatizantes de Mursi y de los Hermanos Musulmanes rechazaron al nuevo gobierno y exigieron la restitución del derrocado mandatario. El 14 de agosto, el ejército irrumpió en las acampadas masivas en plazas cairotas, desatando enfrentamientos que, según el gobierno, dejaron 595 civiles muertos, cifra que los islamistas elevaron a más de 2 mil.
Este hecho desató las críticas internacionales y fracturó más al país, lo que quedó evidenciado con la renuncia de Mohamed el Baradei (premio Nobel de la Paz 2005) como vicepresidente de Relaciones Exteriores.
El gobierno interino declaró toque de queda, que se extendió por tres meses. El 23 de septiembre, la Justicia declaró ilegal a los Hermanos Musulmanes, a quienes tachó de “amenaza” a la unidad y seguridad nacionales. Muchos de los líderes del grupo están hoy presos.
La violencia continúa en el país, donde los opositores denuncian un clima de persecución que va más allá de los islamistas y que llega hasta los medios de comunicación y las mujeres, decenas de las cuales cumplen penas en prisión por haber participado en las manifestaciones. La situación empeoró más cuando, en noviembre, el gobierno aprobó una ley que prohíbe las protestas o reuniones públicas de más de 10 personas sin permiso policial.
El juicio contra Mursi —acusado de instigar las protestas que en diciembre de 2012 se saldaron con la muerte de una decena de personas— fue reprogramado para enero. Mientras tanto, la “hoja de ruta” sigue su curso. La Asamblea Constituyente ultima los detalles de la nueva Constitución, que deberá ser sometida a referéndum, tras lo cual, si es avalada, se convocaría a elecciones.
Según los detalles revelados del borrador, el ejército verá fortalecido su rol, los partidos de “base religiosa” quedarán prohibidos y se eliminará la cláusula que reconoce la jurisprudencia de la “sharia” o ley islámica como fuente de derecho.
Analistas estiman un 2014 turbulento. “Los militares no podrán solucionar los enormes problemas sociales y económicos de Egipto... Ningún poder podrá, sólo con la fuerza, hacer frente a este desafío”, señaló el politólogo francés Sami Nair en un artículo reciente.