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De la Colina del Diablo al espionaje de la NSA

FLORENCIA MARTÍN • DPA| El Universal
Jueves 31 de octubre de 2013
De la Colina del Diablo al espionaje de la NSA

ABANDONO. Antenas de la NSA sobresalen en la Colina del Diablo, en Berlín. (Foto: ARCHIVO REUTERS )

EU usó predio para monitorear el lado comunista en Berlín; el sitio ya está abandonado, pero las escuchas siguen

BERLÍN.— Fue una de las principales centrales europeas de espionaje en épocas de la Guerra Fría. Hoy, las cuatro cúpulas blancas se alzan en un horizonte gris y desierto por encima de los techos de Berlín. El sitio está destartalado, abandonado, sólo se oye el viento. Nadie pensaría que desde esas instalaciones Estados Unidos interceptó durante décadas comunicaciones del bloque del este.

El predio, ubicado sobre la mayor elevación berlinesa, a 120 metros de altura, se llama Colina del Diablo (en alemán: Teufelsberg). El curioso nombre hace referencia a un lago cercano, no a las actividades de espionaje que se realizaban allí, ni a la peculiar historia del lugar, donde en plena década de los 40 el régimen nazi tenía pensado erigir un campus de estudios que formaría parte de la “capital mundial Germania”, a cargo del arquitecto Albert Speer.

Pocos años después, al ser Alemania vencida en la Segunda Guerra Mundial por las potencias aliadas, los planes cambiaron radicalmente: los estadounidenses sepultaron las ambiciones del Reich imperial y comenzaron a operar, en 1957, desde esa misma colina. El objetivo: espiar al enemigo comunista.

En un principio, el lugar iba a ser utilizado únicamente para monitorear vuelos que comunicaban Berlín occidental con la República Federal de Alemania. Pero EU se dio cuenta de que eran coordenadas ideales para establecer una base operativa de escuchas: el Berlín soviético estaba a un paso y los equipos permitían monitorear el tráfico aéreo y comunicaciones de hasta 600 kilómetros detrás del Telón de Acero.

No era la única central de escuchas. Formaba parte de la red de espionaje Echelon, un programa operado por los servicios de inteligencia de EU, Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda y Canadá. En 1989, poco antes de la caída del muro, el semanario Der Spiegel contó 17 centros de vigilancia en territorio alemán.

En el 2000 crecieron sospechas de que existían instalaciones en Baviera, conocidas por los servicios secretos alemanes bajo el nombre clave “Hortensia III”, donde se realizaban tareas de espionaje económico. Un año después, un informe presentado por el vicepresidente del Parlamento Europeo, Gerhard Schmid, señaló que “el espionaje financiero no está permitido como fin. Pero todos los servicios de inteligencia tratan temas económicos como el seguimiento de los mercados financieros y de materias primas... La Guerra Fría mutó en una guerra comercial”.

La base bávara, operada por EU desde 1952 (y desde 1971 por la NSA), fue clausurada hace unos años. La existencia del programa Echelon, del que formaba parte la gran Colina del Diablo, también fue confirmada en 2001 por el Parlamento Europeo. En el marco del programa se interceptaban llamadas telefónicas, faxes y datos transmitidos por internet.

El informe parlamentario destacó que los servicios de espionaje extranjeros tenían acceso a comunicaciones intercontinentales mantenidas vía satélite o por canales submarinos. “Por eso la comunicación dentro de Europa casi no se ve afectada”, apuntó Schmid. “En cambio, la comunicación hacia los países africanos, hacia los Estados árabes o hacia Latinoamérica, sí”.

A juzgar por las revelaciones de este año sobre las escuchas efectuadas por la NSA al teléfono de la canciller Angela Merkel, los servicios de inteligencia estadounidense no vieron por qué limitarse a las regiones de ultramar. Mantuvieron sus tecnologías en Alemania a la orden del día. Y operativas.

En 1992, poco después de la disolución de la Unión Soviética, los estadounidenses se retiraron de la Colina del Diablo. Hoy en día los berlineses van a la colina para pasar su tiempo libre en la naturaleza. La Colina del Diablo parece haber sido abandonada. Las actividades de espionaje estadounidense desde suelo alemán, no.



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