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“Seremos la guardia pretoriana del Papa”

José Vales Enviado| El Universal
Lunes 22 de julio de 2013
Seremos la guardia pretoriana del Papa

PREPARATIVOS. Trabajadores ultiman detalles del escenario desde el que hablará Francisco en Guaratiba, al sur de Río de Janeiro. (Foto: ENRIC MARTI AP )


RÍO DE JANEIRO.— La temperatura se ubica en los 32 grados centígrados y ni el cielo plomizo alivia las condiciones de un invierno por demás extraño. Demasiado caliente por donde se lo mire. Las calles siguen siendo una hoguera de furia contra todo lo que huela a política, gastos desmesurados e ineficiencia. Nada nuevo des de hace un mes, aunque tanta fiebre social parece haber dado paso en las últimas horas al calor humano que se esparce por la ciudad del carnaval en todos los idiomas posibles, a través de la voz y la energía de millones de jóvenes llegados de todo el mundo a la espera de su encuentro con el Papa, Francisco.

Todo parece alterado en este paraíso de la vida al aire libre. Los afiches de la Copa de las Confederaciones, que marcó el aumento de la temperatura social en el país, dieron lugar al logo oficial de la JMJ Río 2013 (Jornada Mundial de la Juventud) y a la imagen sonriente, afable, de mirada límpida y por demás cálida del primer jesuita en llegar a Papa, en un mundo que cada vez con más urgencia necesita ser inoculado con algunas de las pocas cosas que Francisco traerá esta tarde como todo equipaje. “Fe, esperanza, humildad, tolerar al otro y saber escucharlo y, por sobre todo, trabajar por el prójimo, viendo preferentemente en el prójimo al pobre y al que más sufre”.

“Llegamos de Belén do Pará, somos un grupo de 26 chicos y chicas de una parroquia que desde el año pasado nos preparábamos para venir. Cuando escuchamos por primera vez a Francisco, reforzamos la idea de venir, porque busca el valor y la grandeza de las cosas sencillas. Las que preocupan a gente de a pie, como nosotros”, dice con vehemencia Tatiana Freitas, de 19 años y cursando el primer año de Ciencias contables, mientras “reconoce” el terreno donde será el encuentro con el Papa, en la conjunción de Leme y Copacabana, donde todo parece dado vuelta.

Los obreros apuran la construcción del monumental escenario, mientras los técnicos prueban una y otra vez el sonido. Todo mientras los turistas y cariocas desarrollan su rutina de gimnasia, futbol o voleibol, sin dejar de lado el deporte más popular de la playa, beber caipirinha (aguardiente con limón y azúcar). También hay niñas en edad escolar ataviadas como monjas para una representación en plena Avenida Atlántica, ensayando la canción que prepararon para Francisco.

En el otro extremo de la ciudad, en Jacarepagua, fueron concluyendo las prejornadas. En el centro de la ciudad nada huele a domingo. La postal desierta de cada fin de semana se vio alterada por la policía militar que ya ocupa sus posiciones para custodiar la integridad del Papa, que en poco más de 100 días y con un puñado de señales de humildad, despojo personal y austeridad está revolucionando a la Iglesia católica.

“No soy católico. Pertenezco a la Iglesia adventista, pero este papa me despierta mucho respeto. Predica con el ejemplo y eso es admirable”, resume Josimar, mesero en Leme.

El temor no esta ausente ni en las autoridades ni en la calle. “Nosotros seremos la guardia petroriana de Francisco... Acá está tu custodia”, afirma Camila Donaires, una de miles de jóvenes llegadas desde Argentina para acompañar “a nuestro padre Jorge, que se lo cedimos al mundo para que se convierta en Francisco, el papa de los pobres”.



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