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El estigma gitano en Italia

Jorge Gutiérrez Corresponsal| El Universal
00:11Roma | Domingo 10 de noviembre de 2013
Un  gitano come con su esposa y unas jvenes, en el  campamento Castel Romano

AISLADOS. Un gitano come con su esposa y unas jóvenes, en el campamento Castel Romano. (Foto: FOTO JORGE GUTIÉRREZ )

La etnia Roma intenta sobrevivir en un país donde muchos los discriminan y los consideran delincuentes, señalan expertos

Muy a menudo en Italia los gitanos -llamados zingari- son objeto de actos de hostilidad, intolerancia, xenofobia, racismo y en ocasiones de violencia -algunos de sus campamentos han sido incendiados por gente que no los soporta- por ser nómadas, por asentarse en terrenos que no son de su propiedad y porque la actividad de algunos es el robo y el secuestro.

La etnia Roma -Sinti, Camminanti Siciliani, Calderasa son las otras- es la más numerosa en el país, en parte por la reciente y masiva inmigración de los Roma ex-yugoslavos y rumanos con cuya llegada, si bien no existen datos oficiales, los gitanos podrían sumar unos 140 mil, "número muy inferior a los 5 millones de Rumania y los cientos de miles de Francia", señalan Opera Nomadi y Caritas, dos instituciones que se ocupan asistirlos e integrarlos.

Esta última inmigración, iniciada en 1989, terminó por agudizar la hostilidad en su contra, que no es nueva. "Su diversidad, considerada marca de identidad, es la causa de su opresión y persecución", explica el antropólogo Leonardo Piasere, quien recuerda que en el pasado "era lícito matarlos o hacerlos esclavos, tendencia que culminó con los 500 mil gitanos exterminados por el nazismo".

"Me llamo Zaiko Zedovic, mi padre es el portavoz de los gitanos que vivían en este campamento de Tor de Cenci", dice a EL UNIVERSAL Zaiko, asegurando que su familia también fue desalojada de este asentamiento romano. "Nos reubicaron porque la gente decía que viviamos en la basura, cuando lo cierto es que el camión nunca pasaba a recogerla y por esto, por la poca agua que llegaba y porque sólo algunos tenían luz, los niños se enfermaban".

En Tor de Cenci, según Zaiko, vivían unos mil 500 gitanos, "todos Roma, mitad bosnios y mitad italianos, como yo, que nací en Roma. Ahora estamos en Ciampino y en Castel Romano (zonas cercanas a Roma), porque los vecinos nos acusan de que lo único que hacemos es robar". De la policía, dice que "cuando llegó destruyó nuestras casas y muchas de nuestras cosas".

Con el estigma de que los gitanos se dedican a robar, Zaiko dice que "la gente de Bosnia nos ha creado problemas, son los que roban, porque como no saben italiano no consiguen trabajo y roban para poder vivir, pero la verdad es que para muchos italianos somos mierda; dicen que vivimos una vida de mierda. Esto es una forma de racismo y no sabemos qué hacer de nuestras vidas, porque lo que quieren es echarnos de Italia".

En el campamento de Castel Romano, donde sólo con un permiso de la alcaldía se pueden hacer entrevistas y fotos, los gitanos reubicados viven en una especie de colonia con pequeñas casas de madera, bastante dignas, controladas por la policía. A un lado está instalado otro campamento, no autorizado, donde los gitanos viven en viejos campers, entre la basura y sin ningún servicio.

"Sí, le permitimos tomar fotos, pero hable de nuestros problemas y bien de nosotros", dice el jefe gitano mientras come con su esposa y unas jóvenes, agregando que su situación es "muy diferente a la de los que viven a lado. Por eso le pido hablar de nuestros problemas", explica a este corresponsal.

El drama de muchos gitanos en Italia se debe, según Piasere, a la caída del socialismo real, que hizo llegar miles de Roma. "Se establecieron en la periferia de las ciudades, en casas rodantes o de cartón, sin ningún servicio. Pedían limosna o robaban y otros trabajaban en negro, en fábricas o en la construcción, donde los explotan al máximo". Esos, dice el experto, son algunos de los motivos por los que los italianos "consideran indeseable su presencia y no respetan los derechos humanos de esta minoría cuyas características culturales crea problemas de convivencia con la población".

La Comisión de derechos humanos del Senado italiano señaló en un reporte de 2012 que los Roma sufren "discriminación de autoridades nacionales y locales", que las condiciones de 40 mil Roma y Sinti, en asentamientos informales, "son tan dramáticas que se toleran sólo si se decide no verlas" y que la prensa y muchos políticos "los consideran delincuentes, como han denunciado organismos internacionales pro derechos humanos".



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