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Caroline Kennedy, la princesa heredera

Verónica Rosas González| El Universal
04:30Miércoles 20 de noviembre de 2013
Caroline Kennedy, a su llegada ayer al Palacio Imperial de Tokio, donde entreg sus cartas credencia

MISIÓN. Caroline Kennedy, a su llegada ayer al Palacio Imperial de Tokio, donde entregó sus cartas credenciales como nueva embajadora en Japón al emperador Akihito. (Foto: ISSEI KATO / REUTERS )

La embajadora en Japón es la única sobreviviente de una familia marcada por la tragedia

veronica.rosas@eluniversal.com.mx

De pequeña, solía montar en su pony que paseaba libremente por los jardines de la Casa Blanca. Era la hija del presidente de Estados Unidos y sus fotos sobre Macaroni, un regalo del vicepresidente Lyndon Johnson, hacían las delicias de los estadounidenses. Ahora, es la nueva embajadora de Estados Unidos en Japón.

Caroline Bouvier Kennedy es heredera de una poderosa dinastía política y la única sobreviviente de una familia marcada por la tragedia. Su padre, el entonces presidente John F. Kennedy, fue asesinado en 1963, cuando ella estaba a punto de cumplir seis años. Su madre, Jacqueline Bouvier Kennedy, murió de cáncer en 1994 y el 16 de julio de 1999 perdió a su único hermano, John F. Kennedy Jr. (John-John), en un trágico accidente aéreo que conmovió al país.

Caroline nació en el seno de una familia demócrata y los primeros años de su infancia los pasó en la Casa Blanca haciendo lo que todos niños hacen: jugar.

En una edición de 1961, el diario Deseret News and Telegram, de Salt Lake City, dice que “Caroline hizo su debut en televisión al irrumpir en una conferencia de prensa de su padre en su pijama rosa y con unos zapatos de su mamá... Y en otra ocasión entró a la sala de comunicaciones de la Casa Blanca. Cuando le preguntaron qué estaba haciendo su papi, dijo: ‘no está haciendo nada. Está ahí sentado sin zapatos y sin calcetines y no está haciendo nada”.

La primera dama hacía lo posible por cuidar la privacidad de sus dos hijos, pero tenían encantada a la gente. De hecho, el mismo diario indicaba en aquellos días que “los adversarios políticos de (Kennedy) en toda la nación han comenzado a especular: ‘Podríamos derrotar a Kennedy en 1964, pero ¿podríamos derrotar a Caroline?”.

Fue ella quien inspiró a Neil Daimond la famosa canción “Sweet Caroline”, confesión que hizo el artista hace no mucho tiempo.

Aquellos fueron los tiempos felices en la Casa Blanca; luego todo se vio empañado por el asesinato de su padre, a cuyo funeral asistió tomada de la mano de su madre, junto a su pequeño hermano. Imágenes que quedaron para siempre grabadas en la memoria de los estadounidenses.

Hasta hace pocos años, Caroline Bouvier se mantuvo al margen de la política. Esta dama de sociedad, casada con el diseñador Edwin Schlossberg, con quien tiene tres hijos, ha pasado la mayor parte de su vida en la mejor zona de Manhattan, rodeadade la crema y nata de la política.

Abogada egresada de la Universidad de Columbia, Caroline ha escrito siete libros, ha editado otros tantos, dirigía la biblioteca que lleva el nombre de su padre y por años ha recaudado fondos para las escuelas públicas de Nueva York, sin hacerse publicidad por eso.

En su juventud, de acuerdo con el diario The Independent, frecuentaba el famoso Studio 54, a donde iba con Andy Warhol, y también era asidua a las fiestas de sociedad en Londres.

Sin embargo, en política siempre mantuvo un bajo perfil, hasta que inició el nuevo siglo.

Caroline apoyó abiertamente la campaña presidencial de Al Gore en el año 2000 y cuatro años más tarde acompañó al también demócrata John Kerry en algunos actos de campaña.

Pero fue hasta el 2009 cuando decidió entrar al negocio de la familia y buscó ocupar el asiento en el Senado que Hillary Clinton dejaba vacante para convertirse en la secretaria de Estado del presidente Barack Obama.

Sin embargo, al final declinó.

En la campaña por la reelección de Obama, Caroline jugó un papel que muchos afirman fue determinante y el mandatario le ha devuelto el favor: Caroline se ha convertido en la nueva embajadora de Estados Unidos en Japón y en la primera mujer en ocupar ese cargo.

El pasado 12 de noviembre fue investida en una ceremonia en la que cuentan que, como pocas veces, se la vio feliz, al lado de su esposo.

The Washington Post comentó que, incluso, a algunos asistentes les recordó a su padre.

A sus 55 años, y dueña de una cuantiosa fortuna (entre 250 y 500 millones de dólares) Caroline ha decidido recoger la estafeta.

La princesa heredara de Camelot se ha embarcado en una nueva aventura, en la que su famoso apellido vuelve a resonar.



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