Solamente un empate
adrian.sierra@eluniversal.com.mx HOUSTON. Antonio de Nigris hubiese deseado tener la puntería y la precisión de aquella noche en Guadalajara. Del minuto 20 al 25 erró tres oportunidades y extrañó la contundencia de su debut aquel 7 de marzo de 2001 en el estadio Jalisco; la más clara que tuvo anoche, tras un rebote en el área, luego que Adolfo Bautista intentara un taconazo que fue tapado. Tenía frente a él a Tim Howard a merced del disparo de pierna derecha, pero el balón terminó en las tribunas. Instantes después chocó con Oguchi Onyewu y vino el clavado; reclamaba penal. Se hizo de palabras con el defensor, quien sólo movía la cabeza con una sonrisa irónica. ¡No!, no, no, le decía al mexicano. Eran los mejores momentos de un equipo tricolor que dominaba al rival, que llegaba con cierta facilidad al arco y que no había sufrido gran cosa en la retaguardia. Pero Estados Unidos parece sentirse muy cómodo cuando México lo domina. Es como si supiera de antemano que sus delanteros anotarán los goles y lo de los verdes terminará en un dominio estéril. Y así pasó. Cayó el primero, vino el empate y después un segundo gol y un tercero que no contó para los de las barras y las estrellas. Cuando México alcanzó al rival en el 2-2, el suspiro en la banca se escuchó en todo el estadio y a continuación el equipo pareció pactar una amnistía para llevarse a casa el empate. Respeto, lo dijo Donovan un día antes. Mucho respeto del Tri. Los otros regresos En contraste, Pável Pardo no podía tener un mejor retorno al Tri. Respondió con dos centros medidos al área estadounidense en diferentes cobros de tiro libre: la especialidad de la casa. El meta rival Tim Howard dudó en el centro y otro hombre de hierro en la era Hugo Sánchez, Jonny Magallón, no falló a quemarropa para colocar igual el tanteador, apenas cinco minutos después de que los locales habían horadado el arco de Ochoa. Los verdes estaban como empezaron, con la esperanza de una victoria por primera vez en EU desde 1999. Una década buena para ejemplificar. De Nigris ni siquiera había debutado con el Monterrey en aquel entonces. El segundo golpe fue así: A cuatro minutos para que terminara la primera mitad, Drew Moore alzó la cabeza y mandó centro a Jozy Altidore. Nombres quizá desconocidos para los mexicanos, pero que también dejaron ya su carta de presentación. De nuevo Ochoa era derrotado por aire. Ni un lance ameritaba del americanista, quien sólo se dejó caer... Por no dejar. Magallón empató cuando comenzaba el segundo tiempo. De nuevo, Pardo fue el que asistió; Carlos Salcido, otro que regresaba al Tri, peinó y el defensor del Guadalajara marcó. De nuevo a soñar. Renacía la esperanza de arrancarles un triunfo a domicilio, pero no había claridad al frente; tres delanteros que por primera vez jugaban juntos no podían comulgar en siquiera una jugada. De Nigris luchaba, eso no ha cambiado. Por arriba, por abajo; tratando de servirle de poste a un Adolfo Bautista que poco lo tomaba en cuenta. Al minuto 66 terminó todo para el ahora delantero del Ankaraspor turco; nada como aquella brillante noche en el Jalisco, cuando con un derechazo de primera intención dentro del área y luego una peinada suya que concretó Jesús Arellano, provocó dos goles que dieron un empate con sabor a victoria ante el Brasil de Romario. Con el envejecer del encuentro vino la metamorfosis usual en un partido amistoso; entró Giovani dos Santos, Fausto Pinto, Juan Carlos Cacho, César Villaluz (para jugar un solo minuto) y Sinha, el primer naturalizado en ser llamado en la era de Hugo Sánchez. El encuentro se tornó en un desorden en la media cancha, pues los estadounidenses también hicieron movimientos. Podía caer el gol para cualquier lado. En un centro a balón parado, Onyewu quedó solo frente a Ochoa
esta vez lo perdonó, su cabezazo no fue como el anterior y salió desviado. La noticia positiva es que ahora el Tri tiene dos partidos al hilo anotándole a EU en casa. Fue una noche de reapariciones: la de Sinha, la Pardo, la de De Nigris, el trotamundos que buscó la suya, todos sus tiros fueron al arco, pero erró. Eso sí, la victoria no reapareció.