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De ´prietitos´ a gendarmes

José Ángel Parra| El Universal
Miércoles 19 de abril de 2006
Aunque en realidad nadie sepa el día exacto de la fundación de ese humilde equipo, Atlante cumple 90 años de existencia en medio de una dura crisis por la falta de figuras en la institución y la poca afición que asiste a los duelos de los Potros de Hierro en casa, el Estadio Azteca

El Atlante cumple 90 años, aunque en realidad nadie sepa el día exacto de la fundación de ese equipo humilde que llegó a romper la hegemonía que tenían los clubes de la colonia española en el futbol de México. En venganza, esos mismos rivales les pusieron su primer apodo en tono peyorativo: "Los Prietitos".

Las imágenes las evoca José Manuel Núñez Ochoa, quien platica las vivencias transmitidas por su padre, el general Núñez, quien fuera jefe del Estado Mayor de Lázaro Cárdenas y por instrucciones directas del presidente, después fue propietario de aquél equipo entrañable, dueño de una historia que se extiende ya a lo largo de nueve décadas.

Con credenciales de policías

El Atlante pasó a manos del general José Manuel Núñez en 1935. A la sazón, el militar era jefe de la policía del DF, pero en México, el futbol todavía no era profesional... al menos abiertamente.

"En 1942 -relata-, el general dio credenciales de policías a sus jugadores, porque estaba consciente de que tenían sueldos bajos, porque no existía el profesionalismo en el futbol nacional. Era un amateurismo disfrazado. La mayoría de los jugadores del España tenían prerrogativas con negocios de españoles y el Asturias no se diga. Además, todos los necaxistas trabajaban en la Compañía de Luz".

"Entonces, en pro del Atlante, al general se le ocurrió conseguirles credenciales de policías, para que cobraran un poco más. Tengo por ahí las nóminas de 1940, en las que muchos obtenían 25 pesos quincenales; otros 50 y los estrellas, como Martín Vantolrá y Raúl Pipiolo Estrada, recibían 200 pesos quincenales, un dineral...".

Recientemente, Núñez Ochoa fue distinguido con un reconocimiento de la directiva azulgrana en el Estadio Azteca, previo al partido contra los Pumas, al lado de otros atlantistas, como Walter Ormeño, Aarón Padilla padre -quien sólo jugó un año como azulgrana- y Gustavo Flaco Beltrán. El hijo del general, quien fue aguador de los Potros en los tiempos de su padre, llevó a Maximiliano Núñez, de 13 años, uno de sus 26 nietos.

"Y por primera vez en mucho tiempo se ganó el partido, porque en otras ocasiones nos embarraban la celebración con una derrota", recalca José Manuel, quien ayer asistió a la develación de la placa conmemorativa del 90 aniversario, realizada en las calles de Sinaloa y Valladolid.

Capitalino o nada

Pero el aniversario llega en medio de una crisis, evidenciada por ausencia de aficionados en el Estadio Azteca y rumores sobre la posible partida a la provincia, como le sucedió al Necaxa.

"El futuro del Atlante debe estar en la capital o en sus alrededores, léase Neza, donde se han identificado mucho con el equipo. No me gustaría que se convirtieran en los ´hipocampos´ de Acapulco. Si Atlante sale del DF, mejor que desaparezca. Nació capitalino y debe morir así", expone Núñez, al tiempo en que lamenta la salida de figuras, hecho que también ha mermado al plantel, de ahí sus dudas para clasificar a la Liguilla.

"No quiero ser optimista, aún hay que ganarle al América. Júralo que me va a dar hepatitis si el Atlante no gana".

Rica historia

El Atlante consiguió su primer título en la temporada 1931/32, cuatro años después de su ingreso a la Liga Mayor, en 1927.

El Atlante esperó nueve años para conseguir su segundo título, pero tiene el honor de ser el primer Campeón de Campeones del futbol mexicano, pues ganó la Copa México en 1942 y ese mismo año venció al España por el título absoluto.

Uno de sus jugadores emblemáticos de la era amateur era Juan Trompo Carreño, un goleador nato de extracción humilde, quien fue titular con la Selección Mexicana que jugó el Mundial de 1930 en Uruguay.

En la era profesional ganó dos títulos de Liga: 1946/47 y 1992/93, dos Copas (1950/51 y 51/52) y un Campeón de Campeones (1951/52).

En el Atlante jugó Horacio Casarín, el gran ídolo de los 40 y 50.



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