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En memoria de Joselito el niño prodigio del toreo

El Universal
Martes 06 de septiembre de 2005

Un toro mató a Joselito en Talavera de la Reina! Noticia que se consideraba inverosímil, por desgracia tan veraz como es el día y la noche; sin embargo, cuando corrió como reguero de pólvora en los corrillos taurinos españoles, infinidad de aficionados pensaron que se trataba de una broma de mal gusto.

Era el 16 de mayo de 1920 en el festejo de feria en Talavera de la Reina.

El quinto toro, del hato ganadero de la Viuda de Ortega , de nombre Bailaor , con características menores a lo normal y defectos visuales muy marcados en su lidia (burriciego, toros que ven de lejos y no de cerca). Al torearlo de muleta lo arrolló José se fue de la cara del burel y se le puso en la distancia que embestía con tan mala fortuna que le infirió una cornada penetrante de vientre y le extrajo los intestinos.

Se asustó tanto inconmensurable y poderoso torero sevillano al observar los intestinos fuera de la cavidad abdominal. Sí, una cornada impresionante que no "representaba", en apariencia, una gravedad extrema, pero el shock traumático resultó determinante en el fatal desenlace que produjo el sentido óbito, que provocó luto nacional en España.

José Gómez Ortega Joselito jugaba con los toros y bien conocida es la frase de su madre que sentenciaba: "Para que un toro coja a José, necesita aventarle el pitón".

Cierto, los aficionados estaban sorprendidos, pero más incrédulos se mostraban los propios toreros que calibraban perfectamente los alcances y el nivel de un figurón del toreo como lo era Joselito .

En la fiesta de toros nadie está excluido de un percance y el peligro siempre está vigente en el enfrentamiento de un hombre y un astado bravo, sin importar el tamaño que tenga el animal. Ahí radica la importancia, la pureza y la seriedad de la profesión taurina. El toro no admite con polendas de nadie. A todos embiste igual.



Era un predestinado

José Gómez Ortega Joselito , nació el 8 de mayo de 1895 en Gelves en la Huerta de El Agarrobo, en Sevilla. Hijo de Fernando Gómez El Gallo , capitán de cuadrillas de gran renombre y que realizó campañas de mucho éxito en México.

Era un predestinado. Sí, un niño prodigio. A su corta edad mostró una intuición poco normal, sobre todo por ser un imberbe. Sorprendía esa actitud, no de un niño, sino con una aptitud ya de un hombre.

De infante, ocho años, toreó en el campo una becerrilla. Le revolcó al grado que ya no la quiso lidiar. Al crecer estuvo en la escuela, al aire libre, de La Alameda de Hércules, donde toda la chiquillería del barrio jugaba al toro y Joselito los aventajaba por mucho. Ya mayorcito mató un eral y no le dejaron matar el otro que se consideraba ya muy hecho, cuajado para la edad del niño. Cuenta la historia que lloró de rabia. Se sentía seguro de que podría con él y matarlo.

Debutó el 13 de junio de 1908 con menos de 13 años de edad, en Jerez de la Frontera, matando erales de Cayetano de la Riva , junto con José Puerta y José Gárate. De inmediato impactó por el desparpajo para caminar, andarles a los bureles, entenderlos y, de siempre, poderles.

Corte de torero largo en su trazo, los llevaba muy bien con el capote y poco a poco se fue afinando, advierte la Enciclopedia Cossío: "Banderillero de facultades prodigiosas, con una muleta que imponía condiciones a los ejemplares y un matador fácil por su efectividad. Torero completo de los pies a la cabeza".

Su trayectoria novilleril fue dinámica y meteórica. Su mejor año en 1912, cuando debutó en Madrid, el 13 de junio, en la plaza de la carretera de Aragón. Era una corrida de toros y dejó pasmados a todos por su competencia lidiadora. Ese mismo año lo hizo en Sevilla, días después, el 23 de junio. En los dos importante escenarios alcanzó alturas insospechadas, causando sensación.

Ese mismo año, a la edad de 17, tomó la alternativa el 28 de septiembre de 1912, de manos de su hermano Rafael Gómez El Gallo , a quien también se le aplicaba el mote de Divino calvo . El toro del doctorado se llamó Caballero y pertenecía al hierro de Moreno Santamaría.

El título lo confirmó en Madrid, ese mismo año, el 1 de octubre, o sea días después. También su hermano le cedió los trastos a ese imberbe para que matase al burel bautizado como Ciervo de la prestigiada divisa del Duque de Veragua , un ejemplar de la rara pinta, jabonero claro, muy serio, bien armado y con cara rizada que asustaba.



Siempre de mandón

José Gómez Ortega Joselito , señala la leyenda, es de esos casos raros de que siendo un novillero puntero al tomar la alternativa, conservó el sitio. Llegó, como todo predestinado, a la alternativa en plena sazón. No hubo cambio para él del novillo al toro, el cual existe y es muy marcado. O sea, su intuición torera, base de su carisma, reunía perfecta madurez.

Ya de matador de toros empiezan a surgir las competencias en principio, con Ricardo Torres Bombita , Rafael González Machaquito , Vicente Pastor, en cierta forma con su hermano Rafael El Gallo y posteriormente con el Califa Leonés Rodolfo Gaona y, desde luego, con su paisano El Pasmo Juan Belmonte.

Se formó una trilogía que acaparó la atención popular. Tres ases de polendas con disímbolos estilos, que daba ese margen para la controversia impregnada de pasión.

Hubo temporadas como las de 1914, 15, 16 y 17, en que la fiesta brilló intensamente y floreció, entonces, lo que los aficionados dieron en llamar la época de oro del toreo.

Sevilla y Madrid, escenarios determinantes en las contiendas de José y Juan, como se decía allá.

Inclusive, por ahí se cuenta el paisaje de la despedida de Bombita en Madrid. Ricardo estuvo muy bien, y después de matar a su segundo enemigo se acercó a Joselito para decirle: "Yo ya he terminado mi vida de torero. No me ofrezcas banderillas en el último toro".

Joselito hizo caso omiso a la advertencia y en el sexto le ofreció los garapullos. Bombita no le quedó otra que aceptar el reto. Clavó de mala manera las jarras, en cambio, el de Gelves, colocó uno de los mejores pares de que se tengan memoria en ese tiempo.

En su fecunda trayectoria Joselito inmortalizó una serie de toros que se recuerdan todavía como lecciones intensivas de bien torear, como al toro Almendrito de Santa Coloma en Sevilla, mismo escenario en la que inmortalizó al burel Napoleón . Como debe consignarse que el 30 de septiembre de 1915, en una de las muchas encerronas que protagonizó, por vez primera en la Real Maestranza se concedieron orejas a un torero, tras la inigualable faena a Cantinero de Santa Coloma . Sentó un precedente que sigue latente hoy en día.

Bajó un poco su actividad en 1918 debido, principalmente, por una cornada que le infirió un toro en Zaragoza; enfermó en San Sebastián y tardó en sanar.



No vino a México, sí a Lima

En la obra Historia del Toreo , de Daniel Tapia, se reseña que en 1919 alcanzó éxitos de gran importancia en las plazas de Madrid, Bilbao y Valencia. Ese mismo lapso incursiona en el invierno en América. Concretamente actuó en Lima, Perú, donde sumó una serie de festejos importantes, 10 corridas con triunfos convincentes. Sencillamente, dignos de su jerarquía.

No estuvo en México, donde su padre, Fernando Gómez El Gallo hizo campañas de verdadera trascendencia como capitán de una cuadrilla que llegó para darle batalla, profesionalmente hablando, a la cuadrilla de Bernardo Gaviño.

Es, por tanto, una de las figuras españolas de más prosapia que no haya pisado ruedos mexicanos, en especial la plaza de toros "El Toreo", siendo una de las causas directas y terminantes el decreto de prohibir las corridas en el Distrito Federal que signó Venustiano Carranza, que duró un lapso de cuatro años, de 1916 a 1920. Sí, era su mejor momento y por aquí se suspiraba verle alternar con Gaona y Belmonte. No tuvo ese privilegio el aficionado taurino mexicano.



La cita con la muerte

Precisamente, la temporada de 1920 la inició en la Real Maestranza el 4 de abril. Después fue a Madrid, en una de las pocas tardes en que no hubo suerte. Los toreros, cuando alcanzan la cúspide, ya no se les perdona nada y los enemigos surgen gratuitos y los que aplaudieron con frenesí, se convierten en los más fieros detractores. Así fue, así es y así será el apasionante espectáculo.

La tarde del 16 de mayo, no figuraba Joselito en la programación de Talavera de la Reina. La combinación primitiva la integraban Rafael Gómez El Gallo , Ignacio Sánchez Mejías y Larita . Joselito , tras su labor gris en Madrid, se empeñó y le ilusionaba actuar en Talavera, la empresa era de unos amigos, y fue incluido. Se marcó, como todo en esta vida, su signo de tragedia.

Bailaor , burriciego, sólo veía de lejos. El poderoso torero se fue de la cara de la res, donde le pudo haciéndolo a la voz. La muerte en acecho esperó que José se pusiese en la distancia justa donde el burel lo distinguió (lo vio), embistió y arrollándolo le infirió la mortal cornada por necesidad.

Nadie lo creía, pero era cierto, un toro mató a José Gómez Ortega Joselito , un portento de lidiador, todo un monstruo sagrado y un genio de la fiesta cuya grandeza queda nítidamente asentada en el pésame que envió el cordobés Rafael Guerra Guerrita a su hermano Rafael Gómez El Gallo .

"Impresionadísimo y con verdadero sentimiento te envío mi más sentido pésame. Se acabaron los toros"... ¡Todo está dicho!



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