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Hugo: a veces me gusta ser mamón

El Universal
Domingo 26 de enero de 2003

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Ya casi al despedirnos: Hugo... ¿quién es el más grande de nuestro futbol?

El más grande mmm... hay varios. Horacio Casarín... Enrique Borja... Héctor Hernández... Antonio Carbajal... Nacho Calderón... mmm...

Ya mencionaste a cinco y todavía no hablas de Hugo Sánchez se le preguntó, se le provocó.

Bueno, eso no está en mi decirlo.

¿Y qué dices a quienes lo dicen?

Se los agradezco de verdad. Mira, desde niño ese fue mi propósito, ese precisamente. Ese era mi sueño, esa mi meta.

Hugo Sánchez Márquez. Y su sonrisa de niño. Y su estilo. El, que es... como es. El, que entonces, después de hablar de casi todos los grandes, recordó: "Yo tenía como nueve años. Una tarde jugaba mi papá con sus amigos al dominó. Entré después de un partidito, una cascarita de fut. Me cargó, me sentó en su pierna, les dijo de mi: `El será el mejor jugador que haya habido en la historia de este país`. No le respondí nada, pero lo pensé: `Ya verás cómo lo voy a hacer realidad, y no voy a parar hasta que no lo veas y no lo vean ellos` y... aquí estamos".

Ahí estaba. En su oficina junto al vestidor Puma. Él y su piel bronceada, el pelo chino, sin canas. Y su voz que no subió de volumen, que, dicen sus jugadores, nunca llega al grito que lastima, que hiere. Un tono con el que, sin embargo, dijo lo que dijo: Que los presidentes de la República lo han querido utilizar. Que el que lo ha decepcionado es Vicente Fox porque pensó que con él sí cambiarían las cosas y también trató de manipularlo con engaños. Que sin embargo, ninguno de ellos ha sabido aprovecharlo.

Hugo Sánchez. En la entrevista con EL UNIVERSAL habló de la cangrejocracia , de la sangre que sale de la boca de quienes no soportan el triunfo de otros, de la desgracia de los mexicanos: no sabemos unirnos si no es ante las desgracias.

Él, en sus palabras: "Sí, me gusta ser mamón de vez en cuando".

Él, amable, correcto en la charla, sencillo al recibir al cronista al ofrecer un Gatorade que él mismo fue a sacar del refrigerador y a lo largo de la conversación. Él, con su muy peculiar sinceridad, sin molestarse aún cuando se le preguntó si no podía o no quería dejar de hablar como uno de esos majos que pululan por las calles de Madrid.

Hugo... el personaje que no puede, no quiere pasar desapercibido. Hugo, el que fuera formidable futbolista. Hugo, siempre polémico, y, guste o no, siempre noticia.

"¡Hugo... Hugo... Hugo... Hugo...!" le gritaban los escolapios de un colegio de Morelos que como premio a su aprovechamiento acudieron al estadio del Pedregal. Los niños vieron el entrenamiento. Esperaron pacientes, pidieron autógrafos a los jugadores. Y cuando el ídolo bajaba por la escalinata rumbo al vestidor, lo aclamaron, corrieron a su encuentro, le pidieron fotos, y luego se fueron complacidos.

Hugo Sánchez Márquez. El que llega antes que ninguno de sus dirigidos a las prácticas, el último en retirarse. El que el día de la entrevista, después del trabajo, hablaba en el centro de la cancha con sus dos asesores, con sus asistentes, mientras los reporteros entrevistaban a Pumas jóvenes y no tanto, destacados o en ciernes. Luego, él acudió al encuentro de los periodistas, de los cuestionamientos. Y a todo respondió. Y a todos vio de frente. Ahí, casi 20 minutos con ellos.

Y ahí estaba él, en su oficina. Bebía de su refresco, apagaba la música, platicaba del poco profesionalismo de algunos comunicadores, de la televisora en la que no hablan de su trabajo, pero le dicen prepotente, engreído, mamón, "de todo, menos guapo".

Hugo, el que dice que no le perdonan el triunfo.

"Y no nada más a mi. Duele, da rabia, pero en nuestro país no se perdona a quienes por sus méritos, por su trabajo, por su esfuerzo, tienen logros en el arte, el deporte, la ciencia, la cultura, la política, o en la escuela, o en la oficina. Los triunfadores hacemos que salga sangre de la boca de los amargados, de los acomplejados, de los que padecen el síndrome del cangrejo.

Sánchez Márquez y su teoría, la de la cangrejocracia , a partir del cuento aquel de que cuando se atrapa cangrejos en otros países se les pone en un bote y se tapa para que no escapen, pero en México no es necesario pues cuando uno de los animales está por salir, otro se encargará de impedírselo, de jalarlo, y a éste, aquél, y al que sigue y...

Hugo. Recuerda aquellos primeros días en España, con el Atlético de Madrid. "Sí, me gritaban "¡indio cabrón te irás al paredón! Pero era por la pasión deportiva. Después... ya sabes lo que pasó".

Por cierto... ¿no puedes, no quieres dejar de hablar como madrileño?

Bueno... hay palabras que se pegan, como joder , como cojones . Otros las usan aquí pero no les dicen nada. Y déjame decirte que yo me siento muy orgulloso cuando voy a España y me dicen que no se me puede quitar el hablar cantado de `¡quihúbole manitoooo!`. Por otra parte, lo de cesear, lo de pronunciar distinto la zeta y la ce y la ese ayuda a escribir con buena ortografía.

Hugo Sánchez tan como es, tan lo que dice: "No, no me interesaría la Presidencia de la República, no me gusta la política, y luego con la mentalidad que hay aquí. Tampoco buscaría presidir a la Federación Mexicana de Futbol... ¿tu crees que me dejarían afectar todos los intereses creados que hay?"

Y: "Sí, lo digo de frente. Los presidentes de la República que he conocido, que he tratado, no me han sacado el debido provecho para el bien del país en lo que pueda servir. Me han querido utilizar pero no me he dejado.

¿Cómo te han querido utilizar?

Pues en promociones, para campañas, para su propaganda. Pero lo que más me ha decepcionado fue pensar que las cosas sí iban a cambiar y lo que me hizo Fox. Estaba por entrar a la Presidencia. Su empresa consultora me buscó, me llamaron para que entregara un proyecto de cómo dirigiría al deporte nacional. Yo mandé un resumen, pensé que si nombraban a otro podrían fusilarse mis ideas. Y resultó que había una tercia en la que el único deportista era yo. Estaba Nelson Vargas y alguien más. No me quise prestar, me di cuenta que no se me invitaba a ayudar a mi país sino que querían aprovechar mi popularidad para la de otros. Por cierto, resulta que ahora varios de los puntos que puse en mi proyecto se están llevando a cabo.

Hugo. No se altera. Aclara que cuando se vio incluido en otra tercia, para dirigir a la Selección Nacional, renunció, pero a la candidatura, no a la posibilidad de llegar al cargo.

Oye... ¿y sí te cae tan mal Ricardo Lavolpe?

Hay personas que son malas. Y no soporto a quienes no dan el trato humano a los demás, humillan a sus subordinados. Yo lo que quiero hacer ver es que hay que respetar, que los jugadores merecen respeto. Como también quiero que se entienda que para triunfar hay que luchar, que prepararnos, que es de todos los días, de tiempo, de esfuerzo, de mentalidad de equipo, que si todo fuera gritar `¡Sí se puede!`, pues...

Hugo, sin prisa, sin pausa: "Pero en el futbol, en el deporte en general, en todo, es que no sabemos trabajar en equipo, no damos su lugar a quienes hacen méritos, nos unimos sólo ante las desgracias, sólo para recoger los escombros de la destrucción, no para construir. Por eso hay tantos que quieren ver jodido al que destaca".

Él, quien emocionado recuerda la última vez, hasta ahora, en la que ha llorado. "Cuando nacieron mis hijas". Y aclara que nunca pensó en serio en bautizarlas como "Huguiña y Realma", lo dijo por jugar, por dar de qué hablar a quienes por todo lo atacan. Para acabar pronto, porque "me gusta ser mamón... de vez en cuando".

Hugo Sánchez. Se dice triunfador. Lo es. Y ya casi al despedirnos se le preguntó por el más grande de nuestro futbol, y ya llevaba cinco nombres, pero no había mencionado el suyo.



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