Sánchez, una familia en marcha
Se disfrutan los sabores, los sonidos, la charla en la casa de Zacatecas número siete. La industrial Tlalnepantla descansa en la tarde del sábado. También la familia Sánchez Guerrero que aquí basó su impulso para llegar a la élite de la caminata mundial. ¿Y qué si antes tuvieron que vender tamales, estopa, chicles, laborar de empleados domésticos, de boleros? Las situaciones del pasado dan risa hoy, ya lo dijo Joel, el medallista olímpico de bronce en los Juegos de Sydney. Cuando vivíamos en Barrientos teníamos que saltarnos una barda de dos metros todos los días para salir de la colonia, pasábamos vías y trenes; fue así durante mucho tiempo. Llegábamos a Tlalnepantla pues allá no había transporte y en Periférico pasaba el pesero que iba a Observatorio. A las cinco de la mañana los perros ladraban y la gente se asomaba para ver quién andaba por ahí a esas horas recuerda Rosario. Joel, de incansable charla, analiza: Para ser mejor debe haber algo atrás. La pregunta es ¿cómo? Y viene la filosofía de los padres que poco a poco vas aclarando, a lo mejor los consejos o las palabras son simples. Mi papá tenía una palabra que para nosotros se hizo única, mágica: ¡Tú chíngale! Te indica trabajo y éste te transforma, te va haciendo hombre. Y lo juntas con la frase de tu madre: "Hazlo bien". Así, sin palabras rebuscadas, el secreto de los Sánchez Guerrero. Añade Joel: Y luego tienes que disfrutar el esfuerzo, y las competencias te lo permiten. Esta es la formación que te lleva al éxito. La frase se convirtió en filosofía de vida... Víctor: En mi vida encontré muchos obstáculos, muchas trampas, favoritismos. El secreto es encontrar lo que te hace salir de tus cánones. Una vez llegué bien cansado, me tiré a descansar y mi papá me regañó "nunca digas ya me cansé, ¡tú chíngale!". No había escapatoria al trabajo, no en ese afán por llegar a los primero sitios. Y como un eco las razones paternas: "En la caminata está su futuro, busquen ahí lo que yo nunca les pude dar". Juan José: Cuando vuelvo al pasado me da un poco de tristeza, por los tiempos difíciles, pero luego te da alegría, porque seguimos vivos y estamos juntos... Don Jesús vive satisfecho. Franco, tesonero, el hombre no dejó que la pobreza agriara su carácter. Todos los muchachos me salieron muy buenos. Nunca batallé con ellos. A Rogelio le digo que no sea como un caballo desbocado: esto no es de aventarse a lo loco. Está muy fuerte, como todos los demás. Y no me lo explico, porque de niños nunca comieron cosas buenas dice con un brillo especial en sus ojos inquietos. Padres e hijos agradecen al ejército, que sirvió de ancla a la familia. Cuando Víctor, Joel, Juan José y José Juan entraron a trabajar a la Secretaría de la Defensa, la situación económica cambió en casa. No había abundancia, pero sí lo necesario para dedicarse por completo a ese trabajo. Y a la caminata... Acostumbrados a oficios diversos, los Sánchez cumplieron acuartelamientos, fueron a primarias a dar clases de actividad física; los entrenamientos eran también obligatorios. Lo siguen haciendo; cumplen las recomendaciones "no anden en mítines, no se metan en problemas, ustedes están para el deporte solamente". Ahora Joel es subteniente de administración; Víctor, sargento primero y Rogelio, sargento segundo en la Subdirección de Educación Física y Deportes, en el Colegio Militar de Popotla. Don Jesús se ríe del ayer. ¿Fue a Sydney? ¡Qué voy a andar yendo! Tengo miedo a los aviones, ni en un barco me subo, me gustan más los burros. Vimos la competencia de Joel por televisión y la grabamos: la tenemos completita y cuando nos da ganas, la vemos otra vez. Goza del mañana: Ese muchacho que ven ahí, Rogelio, va a ser campeón olímpico. Si mejora su mentalidad, lo logrará. Se van a acordar de mí... Yo voy a durar como 10 años, no más: estoy muy trabajado. Que Dios me dé licencia y vamos a ver: Atenas... Que opine Rogelio: Esto es a largo plazo, a Joel se le dio la medalla después de 15 años. Y es un esfuerzo de diario, como el trabajo. Juan José también tiene la mira en el podio olimpico. Ya llevo 15 años en la caminata, yo creo que le he dado dos o tres vueltas al mundo porque entrenamos unos 25 kilómetros diarios... En el 96 me retiré, pero el triunfo de Joelito nos levantó, nosotros también queremos ganar. Todos queremos ganar nuestra medallita, ser alguien. El gran triunfo me está esperando todavía. No es la edad lo que cuenta, sino el trabajo. Una esperanza más se levanta: Rosario Cuando ves que se puede, como lo hizo Joel, cambia uno mentalmente, ahora entreno dos veces al día y sabes que es cansando, pero vale la pena... Sí, es una familia en marcha... Doña Maria de Jesús comparte su orgullo abiertamente: Son buenos hijos, no me puedo quejar. Lo más bonito es verlos ganar, cuando los veo llegar me emociono... Cuando Joel ganó la medalla hicimos pozole, tamales y atole. Hicimos una buena pachanga. La señora Sánchez acompaña a sus hijos a las competencias dentro del país: Veracruz, Poza Rica, Jalapa, Zapopan... Al extranjero no ha ido. ¿Quién me paga el pasaje? Yo a veces no salgo por cuidar a Martha, ¿quién me la cuida? Estamos solas yo y ella, hasta que nos enterremos. Insolente suena la voz de Shakira en la radio cuando doña María de Jesús comparte otro de sus grandes desconsuelos: Víctor platicaba que iba a seguir en la caminata, pero luego agarró la borrachera. Cuando él viajó por primera vez le preparé su maleta, estaba muy emocionada, le dije que se cuidara, no me acuerdo ni a dónde fue, la mente se me va... De entonces a la fecha han pasado 17 años. Víctor es ya entrenador, tiene sus propias ilusiones forjadas. Dinero, en abundancia, no me ha dado la caminata, pero me ha enseñado a vivir, a no temer y a disfrutar lo que tienes. Esa es la virtud del deporte. A lo mejor seríamos obreros, pero el deporte cambió nuestro sistema de vida. A los 34 años, Joel alcanzó su plenitud deportiva. Físicamente luce un cuerpo juvenil, que corona con indeleble sonrisa. Los ojos del andarín se agrandan, su rostro endurece al recordar: En esta época globalizadora, mi logro ya no fue con esa imagen del guerrero azteca. No, nosotros representamos a un México diferente, salimos desde abajo, hemos aprendido de la vida, del trabajo, traemos la fuerza en la sangre. Y seguimos aquí, vivos...





