"Se perdió lo bonito del futbol"
Pasaron cinco temporadas de Víctor Manuel Piñal con el Marte, hasta que llegaron a campeones en 1942-43. Luego, la dispersión: el Pirata Fuente se fue a Veracruz, Lobo se fue al España. Y así. En su recuento de los tiempos mejores, piensa Piñal en el día que jugaron contra Costa Rica. El Marte metió el primer gol, empataron los ticos, vía la Ardilla Arnay... Y el del gane fue de Piñal. Caminaba yo por el lado derecho cerca de Borbolla y del Gitano López. Cuando cerca del marco estaba yo queriendo pasar el esférico a López, Borbolla se adelantó... Toqué la bola con el talón, la voltee a la izquierda y tiré al marco desde fuera del área. En la portería contraria estaba Evaristo Murillo. Eran otros tiempos, don Víctor... No había eso de ir por el puntito y replegarse para salvar un mal partido. Había entonces la idea de hacer bien las cosas y disfrutar el juego. Bonilla era el creativo, la cabeza, lo que después se convirtió en el 10: un líder. Dice Víctor Manuel Piñal: Casi todas las jugadas salían del centro medio, que era el que repartía. Los medios teníamos el trabajo de defender y atacar, y a veces hasta se prestaba para que metiéramos algunos goles. Para explicar cómo jugaba, Piñal acude a estos referentes: Cristóbal Ortega y Ramón Ramírez... Dominaba él las dos piernas; era de los constructores... El interior podía ser muy bullidor y goleador pero lo era por los pases que le poníamos los medios. Eran clásicas las guerras futbolísticas entre mexicanos y extranjeros: el Marte contra el España o contra el Asturias. Por ejemplo. Se lee en El Universal del lunes 26 de abril de 1943: "Nunca como ayer se ha visto un ambiente tan hostil para un equipo de football. Los nuevos campeones tuvieron que luchar en su postrer partido no sólo contra el América, sino también contra el Atlante y los quince o veinte mil espectadores reunidos en el Parque Asturias". Por el América alienaron: Mollinedo; Santín y Franck; Carmona, Sánchez, Alvarez; Matamoros, Lores, Vial, García Cortina y Romero. Ya cuando íbamos ganando 3-1, nos abrazamos y nos sentimos emocionadísimos... Los vestidores del Asturias bullían... La gente nos echaba porras mientras nos estábamos bañando. Nos dieron un té con un poco de coñac. Más que nada eran cerveceros, por lo fresco. La algarabía de todos... Luego de dos horas, salimos... ¡Marte, Marte, ra-ra-ra! Agarró cada quien su veliz y nos fuimos a nuestras casas. Y en las casas, el recibimiento... Se sabía el resultado porque lo habían oído por radio. Llegué a la colonia y todos los cuates me estaban esperando... Tomé el camión en Vista Alegre... ¡Adiós, Víctor! ¡Felicidades! Hubo un baile de campeones en el Colegio Militar. Contrataron a dos orquestas. Piñal llevó a su novia, Cristina. Pegó en los camiones invitaciones al baile... "Baile de campeones del club Marte" En ese tiempo no me fijaba en él, para que le voy a decir mentiras. Ya cuando nos conocimos empecé a observarlo en el campo. Su madre tenía una tienda por San Lázaro, cerca de una terminal de camiones a la que a veces llegaba Víctor Manuel Piñal en su potente autobús... Así se conocieron. Y ahí nació un amor de más de medio siglo. En su recuento de los tiempos mejores, piensa Piñal en el día que jugaron contra Costa Rica. El Marte metió el primer gol, empataron los ticos, vía la Ardilla Arnay... Y el del gane fue de Piñal. Caminaba yo por el lado derecho cerca de Borbolla y del Gitano López. Cuando cerca del marco estaba yo queriendo pasar el esférico a López, Borbolla se adelantó... Toqué la bola con el talón, la voltée a la izquierda y tiré al marco desde fuera del área. En la portería contraria estaba Evaristo Murillo. Eran otros tiempos, don Victor... No había tanto golpe ni tanto reclamo a los árbitros... Para nosotros el árbitro era una autoridad... Y hoy en día el jugador está bien pagado, muy bien cuidado... Antes éramos amateurs, llegamos a ser semi-profesionales. Antes era una afición, ahora es una profesión... Entonces de veras le teníamos amor a la camiseta. Me buscaron del Moctezuma, el América me quería llevar para allá. No acepté. Me decía: "Yo, mi Marte..." Fue usted un jugador limpio. Sí. La única falla que tuve, y me dio gran vergüenza, fue por un altercado con el argentino Mateo Nicolau. Algo me habrá dicho que le recordé a la familia, se me vino encima y le di un manazo que lo tiró... Luego por atrás llegó el Dumbo López y me pegó con el puño, cuando quise reaccionar ya se había echado a correr. Y esa vez me expulsaron del campo. En un periódico comentaban que si yo era un caballero jugando, cómo es que me había vuelto un energúmeno. ¿No siente usted que se haya desvirtuado lo que es la esencia del futbol, el sentido de juego, de diversión? Para mí, se perdió lo bonito del futbol. Antes no había eso de ir por el puntito y replegarse para salvar un mal partido. Había entonces la idea de hacer bien las cosas y disfrutar el juego. Era un futbol alegre: el defensa la pasaba al medio, el medio al centro medio, el centro medio al centro delantero, éste me la atrasaba, digamos, y yo se la daba a Borbolla o al Gitano López y para adelante. ¿Cómo era el fubolista de esos años? ¿Era gitano, bohemio? Era gente buena, gente decente. El que más distorsionaba en el Marte, con todo respeto, y era el mejor, era el Pirata Fuente. Siempre muy veracruzano, muy jarocho, le gustaba la música, la cerveza y el tequila. Teníamos que andarlo buscando viernes y sábado en cantinas y cabarets para el partido del domingo. Tenía una chispa, una elegancia para jugar... Tenía unas facultades formidables, era un tipo bien formado, fuerte, y aguantaba igual que daba. Para mi gusto, fue el mejor futbolista que ha dado México en su tierra... para no hablar de Hugo Sánchez, que brilló en Europa. Pero el Pirata fue ídolo, y Hugo Sánchez no. Al Pirata donde quiera que se paraba le gritaban, lo chuleaban, le aplaudían... Con nosotros era el líder. Estando él en la cancha sentíamos la confianza de que íbamos a jugar bien, o a echarle las fuerzas mayores para poder parar al equipo de enfrente. Se acuerda del día en que, en un partido contra el España, el arquero Blasco entró con el puño cerrado y le pegó no a la pelota sino al pecho del Pirata Fuente. Éste se volvió a verlo, como diciendo: "Espérate y verás". Cuando vino un corner, brincó Blasco y el Pirata entró con el pie por delante, y lo dobló... Dice Piñal: Tenía El Pirata calidad hasta para dar un golpe, nunca actuó de mala fe. Usted vio juntos a Casarín y al Pirata , ¿qué le pareció esa pareja? Desde luego los dos eran centros delanteros. Si jugaban juntos, tenían que retrasar a uno. El Pirata era más trabajador, más bullidor, que Casarín, éste rematador, hombre de área. Tenía más inspiración Fuente. Para burlar y armar juego, sí. Casarín tenía mejores posibilidades de rematar que el Pirata . Los dos brincaban mucho, saltaban mucho. Ambos fueron muy buenos. Mis respetos a Casarín, un hombre muy decente y muy querido... Hay que recordar que cuando lo lastimaron en el Asturias quemaron el parque, era un ídolo el muchacho éste. Entre los grandes también recuerdo a José María El Charro Moreno... Vino todavía a enseñar a muchos lo que era un interior izquierdo, ¡qué manera de construir y de rematar! Además, era muy elegante. Y tan bohemio como el Pirata . Por ahí, sí. ¿Qué era jugar contra esas grandes figuras? Estaba, primero, el deseo de ganarles. Si el rival era el Asturias, por ejemplo, nos decíamos: "Vamos aquí a partirnos el pecho". Cuando les ganábamos, era para nosotros una fiesta, y nos imponíamos a base de corazón, de fibra. Tuvo usted la oportunidad de ver a muchos jugadores excepcionales. ¿Quién sería para usted el mejor jugador de la historia del futbol? Hay varios, hay varios... Me inclinaría por Pelé, que era muy completo: rematador y constructor... En el campeonato mundial, ¡qué pase retrasado le dio a Carlos Alberto para el 4-1! ¿Cómo fue esto de su lesión, don Víctor? Debo dar antes el antecedente de un juego contra el Oro, en Guadalajara. Tuve un enfrentamiento con Atilio Mellone, que lastimó a nuestro arquero de entonces, Moncebáez, de una manera descarada y hasta lo mandó al sanatorio. No nos pareció. Y no sólo yo me enfrenté con él, fuimos varios. Nos hicimos de palabras... Y al siguiente partido, cuando el Oro vino a México, unos dicen que fue adrede, yo la verdad no me acuerdo ni pienso mucho en eso. Decían en la época de Lángara que dejaría de meter un gol por no lastimar a cinco jugadores; y Mellone lastimaba a cinco jugadores por meter un gol... Recibí la pelota, y cuando le pegué para dar el pase Mellone me agarró la pierna izquierda, de lo que resultó fractura de tibia y peroné. Recuerdo el año: 1946. Unos compañeros se pusieron furiosos contra Mellone, pero la cosa ya no tenía remedio. Duré siete u ocho meses enyesado... Y al despertar, el retiro estaba ahí. Tardé en aliviarme. Cuando regresé Fernando Marcos me llevó al Asturias, y ahí jugué una temporada... Pero ya no había mucho interés por mí... Y me dediqué totalmente al transporte, dejé el futbol, un poco desilusionado porque ya no recibí paga. Me dije: el futbol ya murió para mí, hay que ponerse a trabajar. Tenía yo 28 años... A partir de entonces estas fotos y estos recortes se quedaron guardados. ¿Suspira usted por esos tiempos, don Víctor? A mis años sí me da gusto recordar lo poco que me acuerdo, y veo que todavía hay amigos que recuerdan esos tiempos. Si tuviera la posibilidad de escoger, ¿jugaría en el futbol actual o en el de sus tiempos? Yo creo que en el de mis tiempos... Bueno, en el de hoy por la paga; con tres temporadas buenas se hacen millonarios. Por lo que es el deporte, en mis tiempos volvería a jugar. Se tenía amor a la camiseta, no se cambiaba uno tan fácil de equipo como ahora. El reloj de péndulo da las 20 horas... Doña Cristina aparece con los quesos y los whiskies. Poco a poco se diluye el recuerdo. Pasa un avión, y con él se lleva la nostalgia. Se detiene Víctor Manuel Piñal en la primera página de su álbum y mira el emblema del club: un guerrero con su yelmo, una espada a la altura del cuello, y las fotos ovaladas de los integrantes de aquel gran campeón. En el centro, se ve a Piñal. También el que se entretiene con esas imágenes es Piñal, ahora un hombre de 83 años, fuerte, contento de la vida que ha vivido, feliz con su compañera, doña Cristina. Se va llevando los recuerdos el monótono desfile de aviones... En cosa de unas horas, el álbum inconcluso volverá a ser embodegado.
?No había eso de ir por el puntito?
La media que sería campeona con el Marte se empezó a formar poco a poco... Un día, el lugar de Ballesteros lo ocupó Santiago El Tico Bonilla... A la izquierda estaba El Güero Munguía o Murguía, que no dio el ancho y lo sustituyó Juan Lobo. Así se formó el trío clásico: Piñal, Bonilla y Lobo, media que hizo época.
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En esta temporada del 42-43, se coronaron en el Parque Asturias... Pese a los cañonazos que tiraba el general Núñez; pese a unas tribunas que no apoyaban al Marte.
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El primer primer tiempo era de angustia, de nervios, de coraje contra nosotros mismos...
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El amor esférico... Más de medio siglo atrás iba Cristina Palacios a ver los partidos del España y del Asturias; su familia era de origen español. Por la mañana iban al futbol, por la tarde a los toros... Era ella la chaperona de su hermana.
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Pasaron cinco temporadas de Piñal con el Marte, hasta que llegaron a campeones en 194243. Luego, la dispersión: el Pirata Fuente se fue a Veracruz, Lobo se fue al España. Y así.
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Mas para Víctor Manuel Piñal los días de felicidad en el campo terminarían. Se acercaba el final de una carrera...