El podio, sueño hecho realidad
De rivales a compañeros; hoy triunfadores... Después de viajar entre nubes y cruzar el gigantesco espejo azul del océano en extenuante regreso, Juan Carlos Arredondo sólo desea refugiarse en casa; descansar. Acaricia una y otra vez la dorada medalla que ganó, junto con Carlos Lozano, en dobles del tenis en la reciente Universidad en Pekín. Y aún revolotean en su mente los pasajes de este triunfo que nadie esperaba; ellos mucho menos. Los dos Carlos sólo se habían encontrado en competencias en las que uno era el rival del otro. Son ahora compañeros y campeones universitarios mundiales. Es fugaz la estancia de Arredondo en el aeropuerto internacional de esta capital, pues parte de inmediato a Hermosillo. Y desde su casa, accede a compartir su momento de gloria en Pekín. Se escucha su voz, desde el otro lado de la línea telefónica: Subir al más alto nivel del podium y mirar como se iza lentamente el color verde, blanco y rojo, es sentir como se eleva el sueño hecho realidad... es experimentar. Se siente mucha satisfacción y no hay palabras para describir ese sentimiento. Se hace un nudo en la garganta. Esperaba el tenista un desolado recibimiento. Había incluso planeado telefonearle a sus padres para que fueran a recogerlo al aeropuerto de Hermosillo. Pero es copiosa la bienvenida. Lo esperan ya las sonrisas y los saludos de familiares, amigos, alumnos, admiradores, el rector del Instituto Tecnológico de Sonora (Itson)... Se suceden de manera vertiginosa las felicitaciones, los enhorabuena y los abrazos; brotan las lágrimas. Se recompensa así la ausencia de más de 20 días lejos de casa. Surgen los comentarios. ¡Qué fregón!... ¡Tío, tío!, te vimos en la tele... Se comparte la emoción, las palmadas en las espalda y un guiso especial: "cochi al horno", que sustituye a la tradicional carne asada, en honor del triunfador. Y se magnifica la música. Se baila a ritmo de tambora y ya se mueven con cadencia los cuerpos entrecruzando muslos. La verdad no me lo esperaba murmura el medallista. El primer acercamiento entre los dos Carlos surge en los partidos preselectivos a los Juegos Universitarios. Se enfrentan en semifinales y sonríe el triunfo en favor de Juan Carlos. El segundo encuentro se produce en el avión rumbo a Pekín, donde comienzan los preparativos... Lo primero que nos planteamos fue ofrecer lo mejor de cada uno comenta el estudiante de Administración de Empresas. Y agrega: "Luego vino la táctica y la estrategia. Ejecutar un buen saque, atacar y ayudar a la concentración del otro se combinaron para ganar el partido más difícil frente a Brasil. Se emociona Juan Carlos ante el recuerdo. Lo más complicado fue cuando obtuvimos la medalla de bronce. No se notaba, pero estábamos muy nerviosos. Después, tuvimos la certeza de que conseguiríamos el oro. Más allá del deporte nace una amistad: la cotidiana convivencia y el compartir un mismo anhelo se conjugaron. El resultado queda grabado dentro de la cancha. Carlos Lozano y yo ahora somos amigos. Nos llevamos bien y seguiremos en contacto- dice. El amor hacia el tenis viene del torrente sanguíneo, del amor heredado por don Juan Arredondo a sus ocho hijos aficionados a esta disciplina. Participa el jefe de la familia en la Copa Davis y representa en ocasiones al país. Continúa como entrenador y maestro del menor de sus hijos Juan Carlos, quien de niño acompañaba al papá a impartir clases. Y para que se entretenga le da el padre una pelota y una raqueta de tenis. Con el transcurrir de los años, Juan Carlos domina la raqueta, perfecciona los saques y los remates y hace de la arcilla el mejor lugar donde pararse. Recuerda: A los 16 años participé en torneos más competitivos, hasta que conseguí el primer lugar en la pasada Universiada Nacional. Y la hazaña la repite en la Universiada Mundial. Caminos paralelos sigue este tenista sonorense. Además del tenis, estudia la carrera de Administración de Empresas en el Instituto Tecnológico de Sonora (Itson) al que ingresa por medio de una beca. Estudiaba Derecho en la Universidad de Sonora, pero la falta de reconocimiento al deporte lo motivan a desertar. En el instituto se cuenta con mucho apoyo. Están muy bien las instalaciones y tienen talento los entrenadores. Aquí el deporte no es un complemento sino una obligación. Ya cuelga Juan Carlos Arredondo la medalla de oro en su cuello, ya la luce con orgullo. ¿Qué falta? Repetir la proeza de mi padre de participar en la Copa Davis, algo que busco desde hace ocho años. Y confiesa que le gustaría dedicarse al tenis profesional. Pero vamos a ver cómo me pinta el panorama. La decisión, por supuesto, la tomarán los dirigentes y el capitán Copa Davis, Óliver Fernández; sin embargo Juan Carlos ya mostró a los demás que él sí puede. Falta ahora que le den una oportunidad.
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La fiesta apenas comienza en la Hacienda San Pedro, entre arboledas y aroma a hierba fresca. La música de banda ameniza la reunión entre Doña Luisa, Don Juan y sus ocho hijos. Hay que festejar la proeza del menor de la familia.
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Una historia compartida que nace en la rivalidad y termina en la victoria mutua.