"Enfrentar a Lapuente, una lección"
VERACRUZ. Es pausado el diálogo de Ignacio Morales. Su voz es apenas un susurro y habla casi al oído, para evitar que alguien más escuche sus inquietudes. Dice que vive muy ocupado en las horas previas al juego de ida en la promoción por el ascenso contra el Atlante. "Estoy muy atento ante la oportunidad de mi vida como director técnico, confeccionando la táctica y la estrategia a seguir; pero trato de ver con tranquilidad esta situación que puede hacerme trascender. Procuro diseñar con frialdad el plan a seguir, de no equivocarme en una profesión en la que los errores cuestan caros". "Nacho" como lo llaman los jugadores de los Tiburones Rojos se retiró muy joven como futbolistas activo a los 26 años y cumple apenas su séptimo año como entrenador. Y es preciso en la expresión. Cierta luminosidad envuelve su mirada y aflora la sonrisa en el rostro de tez morena. Reconoce: "Es una lección enfrentar a Manuel Lapuente, quien le dio otra dimensión al futbol y al futbolista mexicano. No tengo el gusto de conocerlo personalmente, pero conozco a Eduardo Moses y a Gustavo Vargas, quienes integran el cuerpo técnico del Atlante, un cuerpo técnico ante el cual hay que quitarse el sombrero. No se puede poner en tela de juicio la capacidad de Lapuente ni su enseñanza gigantesca. Es un honor compartir con alguien como él en una cancha de futbol". Ignacio Morales, de 33 años, también respeta a los Potros de Hierro: "Las circunstancias traen al Atlante acá, no por que sea el peor equipo, sino por arrastrar la herencia del porcentaje. Esto hace doblemente difícil y exigente al rival, pero también hace el reto atractivo y bonito. Este tipo de desafíos realmente enseñan y dejan gran satisfacción". Es entrecortado por momentos el fluir de sus elucubraciones. Y mantiene la intensidad de la voz. Confía: "El Atlante es un equipazo y esto disminuye nuestra posibilidades de triunfo. Pero cuando me entrevistan procuro mostrarme optimista y decir que vamos a luchar con gallardía por la victoria. Además, platico mucho con mis jugadores. Les digo que la diferencia radica en la manera en la que se encare el compromiso, en la actitud, en la seriedad y en la entrega ante un rival excelente, bien dirigido y con un aparato de gran respaldo publicitario y económico. De que el equipo Veracruz mantenga el orden y una superactitud de combatividad y que los jugadores aprovechen esta oportunidad para sublimarse y capitalizar el sueño de llegar a la Primera División. Ojalá esto alcance ante un oponente de nivel y jerarquía". Libreta en mano, hace indicaciones y motiva a sus jugadores en los tiros de larga distancia. No se limita en sonreír el estratega de los Tiburones Rojos. Esparce su felicidad entre los compañeros. Comenta en tono alegre: "Debe el jugador tener mayor responsabilidad en el campo, pensar más, jugar con libertad aunque respetando ciertas normas. Le doy al jugador un lugar primero como persona y esa personalidad que demuestre como gente es lo que transmitirá en la cancha como jugador de futbol". Aprendió Ignacio esta filosofía en su estancia con los Pumas de la Universidad, donde tuvo como compañeros en el Torneo Nacional de Reservas a Jorge Campos, Claudio Suárez, Juan de Dios Ramírez Perales, Torres Servín, José Antonio Noriega y Roberto Medina. Campos y Medina vienen con el Atlante a estos juegos de promoción. "Viví con ellos en la casa club y tengo una alta influencia". Es incesante el parpadeo en Ignacio, que cubre de manera intermitente las negras pupilas, que se iluminan ante los recuerdos. Y hace un vertiginoso recuento de su paso por el futbol. "El inicio está fundamentado en que el futbol es un deporte de practica nacional. Además de que mi familia siempre estuvo metida en el balompié, el cual heredé de mi padre. La imagen más fresca que tengo de mi relación con mi padre es cuando de pequeño le cargaba la maleta en sus juegos dominicales. Es Ignacio originario del Distrito Federal, donde se dio su formación como futbolista en varios equipos amateurs. Jugó en San Angel, en el barrio de Tizapán, en la Delegación Magdalena Contreras, área en la que se practicaba un futbol de buen nivel. "Me consideraba un jugador entregado, muy dedicado y con una actitud importante. Al principio fui medio de contención, pero en los Pumas me ubicaron en mi dimensión real como defensa central. ¿Y cómo llegó la oportunidad de incursionar en el profesionalismo, Ignacio? Era yo un jugador de barrio, cuyas características sobresalientes capturaron la atención de mis compañeros, que me animaron para irme a probar a algún equipo de la Primera División. Recuerdo que comencé en la escuela Unidad Independencia, en el IMSS, y que pertenecía al Atlante. Mi primer entrenador fue José "Chato" Sánchez. De ahí pase al Poza Rica, de la Segunda División, y tras un año, el equipo desapareció y me regalaron mi carta. Luego me fui a probar a los Pumas, y Mario Trejo en aquel entonces secretario técnico y hoy entrenador del Irapuato me brindó la oportunidad y permanecí tres años con la oncena universitaria conviviendo con gente como Héctor Sanabria, Miguel Mejía Baron, Mario Velarde y Bora Milutinovic. Sigue Ignacio inmerso en la vorágine de las remembranzas. "También jugué dos torneos con el Veracruz, que tuvo como técnicos a Roberto Matosas y al brasileño Edú. Porté la playera de Toros Neza y terminé con los Gallos Blancos de Querétaro. Fue un andar breve y sin mucha fortuna, lo que me motivó a retirarme a los 26 años". Tras una breve pausa, regresó Ignacio Morales al futbol, ahora como entrenador. "Me invitaron a dirigir al equipo de Alvarado, de la Tercera División, en lo que fue mi primera experiencia como estratega. Estuve cuatro años con el Atlético Boca del Río, que tiene enorme influencia a nivel formativo en el futbol local. Logré meterlo a varias liguillas y fue la puerta de entrada para que el club Veracruz me llamara a trabajar en la organización. Paciente espera el momento del primer duelo ante el Atlante en esta ciudad en la que decidió quedarse a vivir porque aquí conoció a su esposa Liliana y porque aquí nacieron sus dos hijos: Ignacio, de 10 años, y Pablo, de 8. "Siempre soñé con ser jugador de futbol y aposté casi todo por este deporte. Dejé la escuela y estudié hasta el quinto semestre en Ingeniería Civil. Pero jamás me arrepentí, porque el futbol me enseñó a sufrir y a levantarme y me permite vivir dignamente. Estoy muy agradecido, porque a través del futbol conocí a mi familia y a mis amigos... Los resultados indican que en su momento fue una acertada decisión elegir el futbol por la escuela, aunque en Veracruz terminé la carrera de Educación Física e hice mi curso de entrenador técnico en el Campus Veracruz de la Escuela Nacional de Entrenadores. Y estudio Dirección Deportiva dos veces por año en el Tecnológico de Monterrey. Y apostilla: "Soy una persona que no se doblega, que ha luchado incansablemente, siempre en constante superación. El futbol me da otra oportunidad de sonreír una vez más y alimento el sueño de llevar al Veracruz a la Primera División".
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Juguetea, bromea y grita Ignacio Morales durante la práctica vespertina del equipo en el estadio Luis "Pirata" Fuente.
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Luce apacible la delgada figura de Ignacio. Ha disminuido la tensión acumulada en días pasados.





