El futbol, noble y violento

La casa, el espejo, el hombre y sus recuerdos . (Foto: Arturo Ramírez/El Universal )
La memoria va aquí y allá; las anécdotas, en su aparición caprichosa, desconocen las cronologías. Aunque siempre vuelve Fernando Marcos al primer viaje a Europa, aquel de 1934... Después de la eliminatoria mundialista, jugamos donde hacen los zepelines alemanes, jugamos también en Berna (la capital de Suiza), en Amsterdam y en Gijón, ahí contra la selección asturiana... Puede entonces, cuando la charla ya está asentada, dejar uno que las historias transcurran sin interrupciones, en primera persona. Por ejemplo: ?Un momento emotivo, emocionante para mí, fue cuando de regreso de los juegos de Roma buscaba conocer a la familia de mi padre. Estábamos en Asturias y pregunté dónde quedaba el pueblo de Barro (que era todo lo que yo sabía: que mi familia era de Barro). En el mapa me enseñaron tres lugares que así se llamaban, y elegí uno, pues era para el único que me alcanzaba el dinero que tenía. Debo aclarar que en esa selección no nos dieron un solo centavo. ?Tomé el tren y bajé en Posada, según las instrucciones que me habían dado en la estación. Y caminé un kilómetro o dos atrás de un chico que llevaba un burro. Me dice, de pronto este muchacho: ?Eso que ve usted ahí es Barro, y esa casa es La Canal, y ese señor... ?Era un señor que estaba sentado en una silla, tranquilamente... Este hombre, al verme, se puso a temblar. Y yo también. Resultó ser mi abuelo, así conocí a mi abuelo. Y el chico del burro, del que me fui burlando en el camino, mi guía para llegar al pueblo, era mi tío, hermano de mi padre.? No, no... A mí en el España me daban cincuenta pesos al mes, nada comparable con lo que dan ahora. El profesionalismo lo inició aquí el general Núñez, que quiso tanto al futbol que abandonó la jefatura de vigilancia y protección del general Cárdenas (era jefe del Estado Mayor) y se fue al Atlante. Cosa curiosa: nunca veía los goles que le metían a su equipo. Un día reunió a los jugadores para darles una prima, hasta que uno de ellos le aclaró: ?Perdimos, señor?. ?¿Cómo?? ?Sí, perdimos.? ?Bueno, de todos modos quédense con esto, jugaron muy bien.? Sí, lo fue. Recuerdo mi conversación con el Papa. El nombre no lo sé. Se me hacen bolas los píos y los juanes... Era un miércoles, eso sí lo sé. Los jugadores de la selección mexicana decidimos ir a recibir la bendición del Papa y conocer el Vaticano. Afortunadamente ya llevábamos en Italia mes y medio, o algo así, y ya encontraba yo la manera de entender el italiano. Su santidad lanzó una pregunta al grupo, y yo tuve que contestarla; así, en italiano, tuvimos una pequeña entrevista, muy cálida. Me puse triste cuando tuve que abandonar a mis compañeros, pues rehusé quedarme a jugar en España. Y retorné a México en un barco que ?era? alemán... Y digo que era alemán, porque ahora es mexicano: con motivo de la guerra, esa nave fue expropiada. El barco se llamaba "Orinoco"; ahora es mexicano, si es que no se ha hundido... Viajar a Europa implicaba quince días de ida y quince de regreso; estuvimos allá tres meses. Fue un viaje para mí muy rendidor, lleno de encuentros... Al llegar el barco a La Habana, de ida, se me acercó un señor: ?¿Es usted Fernando Marcos?? ?Sí, señor, para servirle.? Y se identificó como tío mío, otro hermano de mi padre que no conocía a mi padre, y que vivía en Cuba. Quizá deba dar algún antecedente de la familia, para que se me entienda la razón de estos encuentros. Por esa época el campo de España era muy pobre; el pueblo de mi padre, Barro, era y es tan bello que acaba de salir de una temporada más de turismo... Yo tengo una propiedad ahí, heredada por mi padre, y no la uso ni la vendo: la dejo que la usen, siempre y cuando todos mis parientes disfruten por igual. Mi padre vino a México a los 13 años. Ha tenido la costumbre de viajar... He viajado barbaramente. Viajé por Europa cinco o seis veces. El último viaje con mis dos nietos y mi esposa fue a Barro. Conozco París, Londres, Madrid... A Sudamérica fui también 15 o 20 veces... En 1936 me tocó el honor de narrar y comentar la película oficial de los Juegos Olímpicos de Berlín, que le fue presentada a Adolfo Hitler... El dictador me pareció un tipo extraño; pero ese trabajo me dio gusto porque eran 24 rollos que escribí y narré. En la película se captó el fuego sagrado en la ciudad de Olimpia, en Grecia, y su recorrido hacia Berlín en un relevo de corredores: se encendió la antorcha y empezaron los juegos. Son recuerdos que no olvido, por su trascendencia y magnitud... En la película, recuerdo que Hitler estaba presenciando el releve de cuatro por cien y cuando iba a tocarle el turno a Jesse Owens estaba tan nervioso que se la pasaba sobándose las piernas. Otra vez lo vi nervioso, muy nervioso, en una carrera de relevos: el equipo alemán femenil iba en primer lugar en el último relevo, y al pasar la estafeta la tiraron y quedaron eliminadas. Vi a Alfredo Di Stéfano, era estupendo: inteligente, fino, decisivo, creativo, resolutivo, muy completo... De su lista estoy de acuerdo en que son cuatro jugadores fuera de serie, pero no en clasificarlos, pues no es que uno sea mejor que otro. Desde luego elimino a Maradona, no porque no juegue sino porque es lioso, vicioso. De Di Stéfano recuerdo que levantó en España una fuente dedicada al futbol. Cruyff hizo invencible al equipo de Holanda como jugador y al Barcelona como conjunto. Y Pelé... ¡Ahí tiene! Y señala Fernando Marcos una fotografía en la que se le ve conversando, micrófono en mano, con un muchachito moreno. Sigue: Cuando lo conocí, Pelé era un chamaco, ¿tendría qué? Dieciséis o diecisiete años de edad. Pelé era asombroso en la cancha, impredecible. Hacía goles, de cualquier modo. ¿Si le preguntaran por lo más perfecto del futbol hablaría de Pelé? Yo pondría a Pelé y a Cruyff, mano a mano, como lo mejor que ha producido el futbol de este mundo. Brasil había vencido en la eliminatoria a todos, y había estrenado el estadio en Maracaná. Era ese un estadio lleno, con 150 mil espectadores a la espera de que Brasil se coronara. Frente a Uruguay, en el partido final, Brasil se puso en ventaja. El público cantaba: ?Eu conocido un español, natural de Cataluña?, palmeaban y el equipo jugaba. En el segundo tiempo las campanas callaron... Al salir, nos agredían a todos los que hablábamos español. Tuvimos que ponernos un escudo al pecho, indicando que éramos mexicanos. Había mucha violencia, tanta que al camarógrafo que yo llevaba se le enfrentó un tipo que vociferaba, cuchillo en mano... Era un loco, podría clavarle el puñal a cualquiera. Mi camarógrafo tranquilamente le puso un puñetazo en la quijada y lo mandó dormir. Luego pidió que lo sacaran del hotel. Ahí tiene usted, en cuanto el maracanazo, a un público que cantaba y hacía que su equipo jugara al compás de su canción, y después buscaba a todo aquel que no fuera brasileño para hacerlo polvo. Nadie sabe qué pasa en un estadio. El estadio puede ser una fiesta o una catástrofe. En Argentina la violencia es primaria, el futbol no lo puede ver la familia. En Inglaterra están los "holligans", violentos, perversos, que en el Mundial de 86, en México, fueron neutralizados. ¿Qué le gusta del futbol? Todo. ¿Las estrategias? Sí. ¿La técnica de cada jugador? ¿La psicología? Hay una cosa que me llama la atención. En un partido de futbol hay treinta o más pases al compañero, acertados, sin fallar, y eso que el jugador se está moviendo, se muieven el que da y el que recibe. Mas hay un problema: casi siempre en los tiros a gol fallan. No hay dos partidos iguales... Para mí el futbol es universal, por lo complejo que es. Para unos es inexplicable que todo un país se interese por un deporte... ¿Por qué ocurre esto?, ¿es una distracción? Más que eso, es la captura de la emoción de la gente. El futbol es al mismo tiempo noble y violento, brillante y opaco. El futbol tuvo que ser cambiado en sus orígenes porque se jugaba como el futbol americano: había violencia, se permitía... Hasta que vino la muerte de alguien; el rey de entonces, en Inglaterra, prohibió el futbol. Se reunieron las universidades inglesas a discutir el problema y decidieron cambiarlo. La asociación de universidades británicas creó las reglas del actual futbol, como juego de caballeros. Su especialidad es el futbol... Yo no diría eso. Ha sido el objeto más claro de su interés: ha sido jugador, árbitro, entrenador, directivo, cronista... Sí, en el futbol he participado pero he tenido otras actividades: regresé de Europa a México a trabajar como profesor... El futbol es mi distracción, mi especialidad, tal vez, a lo que más tiempo he dedicado... Pero no me moriría si el futbol no existiera. En mi época de estudiante practiqué el atletismo, y fui seleccionado a los Centroamericanos que se jugaban en Cuba, sólo que mi madre no me dejó ir. Conocía ella la isla, y no quería que a su hijo lo echaran a perder. En la vida he hecho muchas cosas. Hice cine, televisión, radio, prensa... Todo, todo. Además de mis estudios: me gradué como abogado. ¿Le asombran los cambios del mundo? Ha habido tantos cambios que si en este momento el cambio se detuviera, yo me sentiría mal. Ningún día es igual a los anteriores. ¿Otra línea de su vida podría ser la palabra? Claro, claro. En EL UNIVERSAL , por ejemplo, escribí una columna diaria, de dos cuartillas, durante cinco años consecutivos, y ese no era mi único trabajo. He sido un hombre inquieto. Siempre estoy pensando qué hacer. Le gusta ?el decir?, ¿le gusta la verdad? Para mí la verdad es básica, no admito la mentira, el encubrimiento y la falsedad. Alguna vez a Fernando Marcos le propusieron que dirigiera un equipo. Dijo: Sí, con mucho gusto, pero con dos condiciones: que se trate de un equipo que ande muy mal, y que lo haya manejado o lo esté manejando un extranjero. Y ahí le entró. Al Asturias lo sacó del decimosexto lugar, y casi lo hizo campeón. "Esto era como un deber, porque como jugador y como maestro que fui, me daba cuenta de los errores que se cometían: uno de ellos era, y sigue siendo, para mí, la extranjerización. ¿Qué le queda a España? ¿Qué tiene de español el Barcelona? Nunca lo fue, es catalán, pero aún asumiendo que los catalanes sean españoles, ¿qué le queda al Barcelona, qué?" Pero la liga española es muy potente... Sí, por supuesto. También los abarrotes dan mucho dinero, los bancos, ¿y al deporte qué? ¿Cree que los extranjeros hacen daño en México? No creo, estoy seguro, aunque con algunas excepciones. Alguna vez tuve catorce empleos, y ninguno solicitado por mí, ninguno con base en contrato... Siempre he disfrutado de absoluta libertad para irme. Ya ve esta casa no es una choza, y la fui construyendo con mi trabajo. ¿Qué es lo que más le gusta recordar? De mi vida tengo varios recuerdos detenidos. Uno es la inauguración del Parque España, que estaba donde está ahora Teléfonos de México. Ofrecían una medalla al que hiciera el primer gol del partido, y la gané. Es un recuerdo muy agradable. En la crónica que hizo a ese respecto Paco Martínez de la Vega nos ponía, a Luis Fuente todavía no era ?Pirata? y a mí como figuras del evento más espectacular que se había registrado en el futbol. Terminaba diciendo: ?Dos hombres, Fuente y Marcos, vencieron a un equipo como el Atlante?. Usted metió el primer gol del partido... ...y de ese campo. Ahí guardo la medalla de oro ¿Cómo definiría este siglo en cuatro palabras, don Fernando? Yo diría: "Un siglo maravilloso"... Perdón: ?Un siglo de maravilla?. Del otro modo eran tres palabras, no cuatro, ¿verdad? Y sonríe. Porque Fernando Marcos siempre sonríe.
Y ese hombre...
Jugaron muy bien
En esos años ser futbolista no era una forma de ganarse el pan...
Regreso en el Orinoco
Ese viaje a Europa debió ser para usted muy significativo...
Hitler, un tipo extraño
Su voz también se escucha en filmes documentales sobre las Copas del Mundo y Los Juegos Olímpicos...
Lo más perfecto: Pelé y Cruyff
Se habla en cuanto el futbol de cuatro reinados: Di Stéfano, Pelé, Cruyff y Maradona...
Maracaná en silencio
Entre los muchos cuentos que guarda marcos en su chistera, salta el del Maracanazo, aquella derrota dolorosa...
Lo bello y lo triste
¿Qué tiene el futbol que provoca todas esas pasiones en los estadios, esos contrastes entre la gran alegría y la violencia?
Catorce empleos
Fernando Marcos una noche en el Parque Asturias: escribía para un diario, narraba el partido para radio, dirigía a uno de los equipos que jugaban y estaba esperando que terminara el partido para ir a coordinar una locación de la película "Salón México", de Emilio ?Indio? Fernández.
Fin de siglo
Era costumbre que Fernando Marcos despidiera las transmisiones de los partidos con su síntesis de cuatro palabras...





