Sin comer, sin dormir y de aventón... por el Rebaño
APOYANDO SIEMPRE Dijo el Sosa y sus amigos que se encontraban a espera de sus ídolos. (Foto: César Huerta )
@univ_Deportes
Ropa sucia. Semblante cansado. Mirada ilusionada por ver a
su Rebaño Sagrado. Le llaman simplemente el Sosa. Viste una camisa rojiblanca y
aguarda, junto a Dawn, Fabilo, Eliú afuera del hotel de concentración del
Guadalajara, en Torreón, horas antes del partido de Ida correspondiente a la Semifinal del Torneo Clausura 2015.
Sosa no tiene familia. Mi papá murió hace cinco años. Mi
mamá, hace dos, recuerda. La pregunta es inevitable: ¿Y dónde vives? Su
respuesta es elocuente: Donde juegue Chivas. Así es su existencia. Apenas el
domingo estaba en la Perla Tapatía, durante la goleada de 4-1 sobre Atlas, en
el Estadio Jalisco.
Un día después, emprendió el viaje. No carga dinero. Todas
sus pertenencias, reducidas a una cobija y algo de ropa, van con él dentro de
una mochila negra. ¿Cómo llegar a Torreón, entonces? De aventón. Tiene 18 años,
igual que Dawn y Fabilo, todos barristas de La Irreverente. En Tepatitlán los
alcanzó Eliú, de 30 años.
Ha sido un traslado complicado. Sólo los tráilers te dan
aventón y no todos. Los que van en carro son desconfianza. Hasta con los
traileros tienes que ganarte su confianza, demostrar que sí vas al partido, no
a hacer dagas. Por eso siempre voy con la rojiblanca puesta, relata el Sosa,
después de la travesía.
Para llegar a territorio lagunero, han necesitado el aventón
de dos distintos tráilers. El viaje ha durado más de dos días. La noche del
miércoles, han dormido afuera del hotel donde Chivas se encontraba concentrado.
Sin techo. Sin cobija adecuado. Pero con la ilusión de estar cerca del conjunto
rojiblanco.
A diferencia de Sosa, sus compañeros de aventura no lucen
tan desgastados. Él fue el único que no se bañó, dice uno de ellos, entre
risas. Una aficionada rojiblanca de Torreón les ha abierto las puertas de su
casa, para poder asearse rápidamente, antes de regresar a la concentración del
Guadalajara.
No pueden acercarse a la puerta del hotel. Una cerca los
detiene. La esperanza es que, al pasar por ahí, alguno de los jugadores acuda
con ellos y otros 30 seguidores presentes, para tomarse fotografías o firmar
autógrafos. Su sueño máximo: que los futbolistas puedan regalarles un boleto
para el partido de la noche. Evidentemente, no tienen entradas.
Y a lo mejor no entramos al estadio. Pero ya sabemos
a lo que venimos. A veces se puede y a veces no. Pero aunque no entremos al
partido, estamos con Chivas en todos lados, de Chiapas a Tijuana, a donde sea
con el Rebaño, sentencia Sosa.