futbol@eluniversal.com.mx

GUADALAJARA.— Un pequeño llora frente a La Minerva. Viste la camiseta verde que representa la ilusión de un país. Es muy joven para comprender lo que ha pasado. A sus tres años, lamenta más el calor que la derrota.

La icónica glorieta de Guadalajara está prácticamente desolada. Apenas unos 100 seguidores han acudido tras la eliminación del Tricolor en octavos de final ante Holanda.

“Pinche árbitro. Nos chingó”, alcanza a mascullar entre dientes el padre del niño. El intento de todos es unánime: quieren mantener el espíritu elevado en un día de ánimo bajo.

Hay pequeñas porras. “¡México, México!”, gritan los tapatíos. Mientras pueden, dan vueltas a la Minerva. Pero muy pronto se abre a la circulación. Hoy no hay motivo de fiesta. Los automóviles toman el lugar que estaba destinado a jubilosos y orgullosos mexicanos. No ha sido así. El 2-1 frente a los holandeses ha terminado con los sueños de grandeza.

Los elementos de la Policía de Guadalajara están presentes. Han cumplido con el protocolo tal como se esperaba. La estatua está acordonada y se ha prohibido el consumo de bebidas alcohólicas.

No todos cumplen con eso. Tres jóvenes no hacen caso en dos ocasiones que se les pide dejar la cerveza. Se van detenidos. Antes que ellos, dos damas suben también a la patrulla por alterar el orden.

Aparecen distintos mensajes. Cada uno ha escrito algo diferente. “México, te amo”, “Siempre contigo México”, “Ánimo México”, “La vida es hermosa. Vívela”, se lee en sus pancartas.

“Queremos llevar un mensaje positivo. Somos un país que progresa”, dice los aficionados.