Mientras se deslizaba sobre el césped del estadio Mineirao, Miroslav Klose esbozó una sonrisa tan grande como poco común en un alemán... Aunque sea por naturalización.

El delantero de la ‘Mannschaft’, nacido en Polonia, sabía que acababa de clavar un par de filosas dagas en los siempre alegres corazones brasileños. Además de marcar el 2-0 sobre el ‘Scratch du Oro’, se convertía en el máximo romperredes en la historia de los Mundiales, por encima de Ronaldo, aquel virtuoso de desarrollado tórax al que apodaban ‘Fenómeno’.

Momento que hizo aún más histórico aquel juego del martes 8 de julio.

Los brasileños no sólo vieron la peor goleada a la ‘Verdeamarela’ en la historia de las Copas del Mundo (1-7), también perdieron uno de los récords más sagrados del balompié.

Ronaldo y sus 15 anotaciones fueron rebasados por el desarrollado olfato goleador de un depredador que inició su romance con la portería rival en Corea del Sur-Japón 2002, ese torneo en el que el ‘Fenómeno’ fue la estrella.

Tres ediciones después, con el brasileño ya retirado, Klose llegó con 14 tantos y sin un sitio en la alineación teutona. Se lo ganó con base en ímpetu y esa facilidad para estremecer las redes contrarias a la hora cero.

El gol con el que igualó a la leyenda sudamericana sirvió para rescatar el empate frente a Ghana (2-2), único partido en el que no triunfaron los dirigidos por Joachim Löw, pero el destino tenía deparado que la superara contra su combinado.

Es por eso que celebró efusivamente, tras aprovechar la terrorífica marca del pentacampeón mundial y el rebote otorgado por el arquero Julio César. Sí, acababa de hacer historia. D. Blumrosen