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Duelo con chispa en las gradas

José Ángel Parra| El Universal
Domingo 30 de noviembre de 2014
Duelo con chispa en las gradas

Ante un Estadio Azteca pletórico, los jugadores del América lograron liberarse de la tensión, tras el tanto que empató el global y los puso en semifinales. (Foto: DANIEL CÁRDENAS. IMAGO7 )

La afición universitaria se hace sentir, pero su contraparte amarilla responde, aún con gargantas desgarradas por tantos gritos

jose.parra@eluniversal.com.mx  

"¡Y ya lo ven, y ya lo ven... Somos locales otra vez!", cantan repetidas veces los adoradores del equipo que representa a la máxima casa de estudios del país, a la vez que brincan rítimicamente. "¡Y ya lo ven, y ya lo ven... Somos locales otra vez!".

Rebeldes, unidos por el legendario puma dibujado en su pecho, estos fanáticos parecen menos en volumen al total del casi repleto Estadio Azteca —adornado por un dominante tono crema—, mas ellos sí que saben hacerse sentir. Organizados, componen y entonan múltiples porras, la mayoría ácidas en contra del ave amarilla, que simboliza a la todopoderosa empresa que maneja a la ‘caja idiota’, como la describen ellos.

Custodiada por un ejército de granaderos, la multitud auriazul ocupa la cabecera sur del Coloso de Santa Úrsula. Irreverente, gritona, así se exhibe esta masa universitaria, dispuesta a hacer pesar y por mucho más que el local, su numerosa asistencia.

Vaya que se hacen oír, al tiempo que organizan innumerables porras. Una de ellas actualizada y con áspera dedicatoria al fallecimiento de Roberto Gómez Bolaños: “¡Chespirito-Chespirito, Chespirito se murió... ¿Por qué no se mueren todos?, la p... que los parió...!", expresan una y otra vez, como para ‘aguar’ la ceremonia montada para la ocasión.

Y es que a los jóvenes Pumas les incomodan los maquillajes, las apariencias, las exageraciones, las desproporciones. Así se ve cuando en distintos pasajes, previos al encuentro, el inmueble enaltece al personaje predilecto de la televisión, mas hace oídos sordos a las demandas de ‘justicia’, que una y otra vez se manifiestan en los estadios de futbol. “¡Ayotzinapa vive... Libertad!”, rezan las mantas, blancas, sencillas, sin adornos, pero escritas con letras rojas, la cual aparece del lado de la tribuna sur, a partir del minuto 43, como ya se ha hecho costumbre.

Y enseguida comienza el conteo, por la desaparición forzada de normalistas en Ayotzinapa... “¡1, 2, 3... 43, justicia, justicia!”. Ellos son rebeldes... No cesan de gritar... Ellos no se cansan. Claman “justicia y libertad”.

Afanado en ‘nivelar’ las cosas en las tribunas, el sonido local anima una y otra vez con el himno milloneta de siempre, y que sigue vigente: “¡Aaa-me-ri-ca... Águilas; Aaa-me-ri-ca... A ganar!”, dice, y hasta entonces parece despertar el resto de los ensimismados fanáticos americanistas, opacados por la incesante organización universitaria, que en lugar del “¡Águilas!” contrasta con otra expresión... “¡Pu...!”.

“¡Vamos auiazul, que tienes que ganar, esta hinchada no se va, pero tienes que ganar!”, añaden con ese ritmo solapado por una tambora que los acompaña y que no deja de soñar, ni en las malas, mucho menos en las buenas.

La otra parte la hacen los 22 contendientes dentro del verde rectángulo. Y el punto de inflexión es el polémico silbante, Roberto García Orozco, quien ahora es el número “1” de México y que difícilmente se equivoca en contra del ave de Coapa... Por eso, cuando del lado de Pumas deja pasar una falta y en la siguiente acción cae Rubens Sambueza, para transformar la jugada en tiro libre, la tribuna auriazul reclama decidida: “¡Hijo de p... Hijo de p...!”.

Aún con las gargantas desgarradas por tantas horas de gritos, entonan, se expresan, cantan, brincan, aplauden. Es la contraparte al molde original, rebeldes, con su símbolo, el rostro de un gran puma en todas partes, incluso en la gran manta negra, esta vez repartida en tres tonos... verde, blanco y rojo...

Pese a ello, cuando todo indicaba un pase auriazul, el Águila, como Ave Fénix, hizo estallar de júbilo a su parcialidad para imponer su ley.



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