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Goleada histórica del América: 4-0 a Chivas

César Huerta / Corresponsal| El Universal
20:53Guadalajara, Jalisco | Domingo 30 de marzo de 2014

El clásico entre Chivas-América se vivió en un ambiente tranquilo y familiar Ramón Romero / EL UNIVERSAL

La afición empezó a vibrar en punto de las 16:00 horas, cuando se abrieron las puertas del Estadio Omnilife, sede del encuentro Isaías Pérez / EL UNIVERSAL

Aunque las barras de ambos equipos burlaron los operativos de seguridad, muchas familias también llegaron para ver el clásico Imago7

A pesar de los eventos previos, ninguno de los grupos de aficionados mostró signos de violencia Ramón Romero / EL UNIVERSAL

El operativo "antibarras" se desarrolló sin contratiempos en el estadio Omnilife Isaías Pérez / EL UNIVERSAL

El Ritual del Kaos cumplió su promesa de asistir al Clásico Nacional, pese a que Jorge Vergara, dueño de las Chivas, había prohibido el acceso al Omnilife a las barras bravas Isaías Pérez / EL UNIVERSAL

Desde minutos antes del silbatazo inicial, el grupo de animación americanista comenzó con sus cánticos de aliento a su equipo. “Vamos, vamos América”, se escuchaba en una de las cabeceras del inmueble rojiblanco Isaías Pérez / EL UNIVERSAL

Ambas escuadras de aficionados pudieron disfrutar del partido, en el que no se registraron actos de violencia Isaías Pérez / EL UNIVERSAL

En cuanto la policía se dio cuenta de la presencia de la porra águila, la encapsuló con el fin de evitar cualquier desmán. Los integrantes del Ritual evitaron entrar en roces con la policía. Isaías Pérez / EL UNIVERSAL

Después de que el América anotara su cuarto gol contra Chivas, los aficionados pedieron "la manita" a las Águilas Ramón Romero / EL UNIVERSAL

Luis Gabriel Rey celebró su segundo gol en el partido y el tercer tanto que anotaron las Águilas a las Chivas Ramón Romero / EL UNIVERSAL

El portero de Guadalajara, José Antonio Rodríguez, lamentó el tercer gol en contra Ramón Romero / EL UNIVERSAL

Las guilas no tuvieron piedad con las Chivas en el Omnilife

HUMILLAN AL RIVAL. Las Águilas no tuvieron piedad con las Chivas en el Omnilife. (Foto: Ramón Romero )


Video. "Ahora sí van a escuchar el grito de los verdaderos aficionados"

Con doblete de Rey, y goles de Jiménez y Mendoza, el cuadro azulcrema goleó al Rebaño Sagrado en su estadio, el Omnilife, que no registró actos de violencia

@univ_deportes

Es historia pura. Escrita en 90 minutos y recordada por muchos años. La mayor humillación que ha sufrido Chivas en varias décadas. Un 4-0 que pudo ser peor. América, amo y señor del Clásico Nacional, ha escrito una página gloriosa para el club ante un Guadalajara que termina pisoteado y humillado.

Hay relatos que no se olvidan. El Rebaño Sagrado escribió uno de esos en el Torneo de Invierno 1996, con el 5-0 a las Águilas, bajo el mando de Ricardo Ferreti. América ha esperado casi 18 años para propinar una lección de similar magnitud. Es una copa de gloria, que los de Antonio Mohamed han bebido hasta la última gota, frente a los de José Luis Real, que terminan sin amor propio.

El futbol, de ordinario, pide concentración durante 90 minutos. Un Clásico, con lo que implica la disputa por el orgullo, es todavía más exigente. Dura lección para Chivas: el césped no es una cama. Sobre él, no se permite dormir ni un solo instante. Por eso, el letargo del Rebaño Sagrado durante el primer cuarto de hora es imperdonable. Y costoso.

Guadalajara, somnoliento, ignora la máxima que nunca se debe olvidar en esta clase de partidos: morir en la cancha para defender el honor de una institución que genera millones de sonrisas cuando gana, pero también millones de tristezas cuando pierde. Recuerda eso después del minuto 15, cuando América ya es dueño del encuentro.

El zurdazo de Édgar Solís que pasa por encima del arco, como culminación de una pelota perdida por "El Maza" Rodríguez en medio campo, es un simple espejismo al minuto 8. Engaña porque lleva a pensar que el cuadro tapatío puede ofrecer una mejor cara. Nada más alejado de la realidad.

Bastan unos cuantos segundos para inclinar la balanza. El preciso cambio de juego llega a pies de Rubens Sambueza. El control es bueno. La técnica es evidente. La defensa, como ya se ha dicho, es un bebé soñoliento que se niega a despertar. Simplemente ve pasar el centro raso del argentino naturalizado mexicano.

La pelota recorre el área chiva del Rebaño Sagrado, de izquierda a derecha. El arquero Antonio Rodríguez se tiende con lentitud. No llega. Los demás sólo contemplan. A segundo poste, Carlos Gerardo Rodríguez se convierte en un espectador de lujo. Es el más cercano a la acción, en todo el estadio. Observa cómo se le adelanta Luis Gabriel Rey, para simplemente empujar el 1-0.

El suave toque amoroso que da un delantero a la dama redonda, cuando sabe que habrá de enviarla a tierra prometida. Las redes se estremecen. El Estadio Omnilife explota. Gol del América. El marcador del Clásico Nacional se inaugura al ‘9. Rey celebra como siempre lo ha hecho: un canguro amarillo, verdugo de un Rebaño dormido.

En la cabecera alta sur, la barra azulcrema celebra. El Ritual del Kaos está aquí, a pesar de la prohibición. Compraron boletos y entraron, a pesar de que la policía prometió impedirles el acceso. Ya dentro, se han reunido para cantar y saltar, a pesar de que las autoridades aseguraron que tendrían que estar separados. Los rodea un cerco policiaco. Pero están aquí, a pesar de los pesares.

Tibia es la reacción del Guadalajara. Un cabezazo de Aldo de Nigris, tras un tiro de esquina, es enviado a tiro de esquina por Moisés Muñoz, con excelentes reflejos, al ‘13. La desventaja es como la madre que intenta despertar a su hijo la mañana de un lunes para ir a la escuela. Y Chivas, como es normal, se resiste a levantarse de la cama. Insiste en dormir. Y paga un alto costo.

América está más despierto que nunca. Como equipo grande. Como club que entiende la importancia de un Clásico. Y no sólo aprovecha, sino que explota la fragilidad rojiblanca. El pelotazo parece de rutina. "Toño" Rodríguez no habla para que le dejen pasar el esférico. Jair Pereira intenta cabecear con pésima técnica. Apenas rebota el esférico y lo deja "muerto" afuera del área.

Luis Gabriel Rey lo controla y le da vida. Potente disparo de zurda. El glorioso viaje pintado de amarillo. Un lance inútil del arquero. Balón al ángulo que desata la fiesta. "El Canguro" salta de nuevo, jubiloso, embriagado del placer de saberse ampliamente superior al rival más odiado. Y la barra, que no debía estar aquí, salta a pesar de los pesares.

Ahora sí, un "cubetazo de agua helada" en la cama rojiblanca. Es tiempo de despertar, por más que se niegue. Pero las Águilas son mucho más inteligentes. Conceden cuando hay que hacerlo. Aprietan cuando es debido. Aunque el Guadalajara genere algunas aproximaciones, se juega como América quiere. Así de simple.

La más clara para el cuadro rojiblanco se presenta al '29. El centro de Carlos Fierro, por el costado izquierdo, viaja hasta segundo poste. Moisés Muños queda fuera de la acción. Jorge Enríquez entra solo para conectar de cabeza. Tiene el arco abierto. Pero no es un hombre acostumbrado a pisar el área con tal claridad. Se nota. El remate va por encima. Increíble. Desperdicia la oportunidad de regresar al encuentro.

América puede hacer el tercero antes del descanso, pero el disparo de Raúl Jiménez, al '35, es potente, pero al cuerpo de "Toño" Rodríguez, que simplemente tapa. Guadalajara está muerto. Es cuestión de tiempo para que las Águilas le pongan más clavos al ataúd.

La segunda exhibe las dos caras de la moneda: un Rebaño que tiene poco de Sagrado y unas Águilas que vuelan alto, con sed de historia. El escenario es el propicio. El equipo de José Luis Real está entregado sobre el césped, que nunca dejó de ser su cama. Dormido de inicio a fin. Los de Antonio Mohamed aprietan el acelerador.

Minuto '56. El tiro de Miguel Layún es fuerte, sí, pero "Toño" Rodríguez está desconcentrado desde el primer gol en contra. Vuela y alcanza. Pero olvida una máxima de cualquier arquero: nunca despejar hacia el centro. La pelota le queda a Rey, que busca, con ambición, su tercer tanto. Remata. El portero rojiblanco reacciona y alcanza a tapar con la pierna.

En el rebote, Raúl Jiménez no perdona. La redonda al fondo. Gol del América. Algarabía total, en una noche amarilla. Marcador abultado, sí, pero puede ser peor. Existen condiciones para una goleada de escándalo. Las Águilas lo anhelan, como un predador que disfruta con el olor a sangre de su presa herida.

Aguarda con paciencia. El cuadro local, que no ha podido despertar, habrá de equivocarse. América lo sabe. La tribuna lo presiente. Chivas lo teme. Ocurre, porque con tal grado de desconcentración era lógico que pasara. Y es de nuevo "Toño" Rodríguez quien falla. Enfrente está un águila letal.

El portero intenta despejar, pero entrega el esférico a pies de Rubens Sambueza. Su visión periférica no la tiene nadie de Chivas. Por eso, encuentra rápidamente a un compañero entrando por el centro, sin marca alguna. Toca para el recién ingresado Luis Ángel Mendoza. "El Quick" resuelve de crack: controla con el pecho y toca por encima del arquero.

Viaje lento de la redonda. Es la escena agónica de un Rebaño Sagrado que ya no duerme sobre el césped. Ahora yace sobre él su cuerpo inerte. Sin vida. Chivas ha muerto. El 4-0, al '74, completa una noche de humillación. La tribuna se vacía. Los aficionados rojiblancos buscan la salida. Huyen de una actuación vergonzosa.

El grito de “¡cinco, cinco!” retumba en las tribunas del Omnilife. Los azulcremas viven su propia fiesta. Una de esas que no se olvidan jamás, pues ha sido grabada no con letras, sino con goles de oro. El 4-0 trascenderá los años.

Noche de gloria para las Águilas. Desde el 5-0 de Chivas en el Torneo de Invierno 1996, ningún equipo había conseguido anotar más de tres veces en un Clásico. Hoy, el América han pisoteado al rival odiado. Ha maltrecho el orgullo rojiblanco con cuatro goles que quedarán marcados en la historia. Se ha comportado como el equipo grande que es, frente a un rival que ha jugado como cuadro chico.

hgm



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